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Cómo se obtuvo el asilo político en México para León Trotsky

Cómo se obtuvo el asilo político en México para León Trotsky

Alberto Fernández A.

A 71 años de la llegada de León Trotsky a México y debido a que a través del tiempo se han creado una serie de mitos y versiones inexactas, es necesario recordar las circunstancias y hechos que hicieron posible el que se le otorgara el asilo político en nuestro país por parte del Presidente Lázaro Cárdenas, lo cual fue y sigue siendo un hecho de trascendencia internacional.

 

El presente escrito está basado fundamentalmente en el relato de Octavio Fernández Vilchis, publicado en 1956 en el periódico La Prensa (1) cuando aún vivían varios de los principales protagonistas de los acontecimientos.
 
Posibilidad del asilo político

En el verano de 1936, el Buró Político (BP) de la Sección Mexicana de la Liga Comunista Internacionalista (LCI) recibió un comunicado confidencial del Secretariado Internacional (SI). Organismo alrededor del cual en 1938 se fundó la Cuarta Internacional.
En dicho comunicado, entre líneas se podía más o menos leer lo siguiente “Es necesario averiguar que tal le sentaría el clima de México a L.D. (2)”
La sección mexicana inmediatamente respondió incluyendo en sus actividades la consigna “Derecho de Asilo para Trotsky en México”.
En el mitin de conmemoración de la Revolución de Octubre, el 7 de noviembre de 1936. Dos enormes retratos de Lenin y Trotsky, esbozados por Diego Rivera y terminados por obreros y pintores del Sindicato Único de Trabajadores de la Construcción, presidieron el acto entre cuyos temas centrales fue la consigna pro asilo para Trotsky.

A pesar de la decisión y entusiasmo con que se abordó la consigna, los trotskistas mexicanos jamás pensaron que ello fuera a convertirse en una realidad. Que realmente Trotsky pensara asilarse en México y que el gobierno mexicano efectivamente fuera a acceder a tal posibilidad de asilo.
La consigna era solamente otra más de las medidas del trabajo diario de la lucha contra el estalinismo.

Última posibilidad de salvación para trotsky

En la Unión Soviética los llamados procesos de Moscú, ordenados por Stalin, seguían acelerada-mente su curso y después de Zinoviev y Kamenev, uno a uno los revolucionarios bolcheviques eran asesinados por los pelotones de fusilamiento.
Le tocaba el turno a Trotsky. Stalin le había exigido al gobierno socialdemócrata de Noruega, en donde se encontraba Trotsky, la entrega del líder bolchevique. De las exigencias pasaba a las amenazas de represalias económicas y aún más.
En Noruega la casa de Trotsky había sido ocupada por la fuerza, encontrándose tácitamente preso e incomunicado. Se encontraba a un paso de la deportación a la URSS sin que ningún gobierno en todo el planeta accediera a recibirlo.

En los Estados Unidos, los miembros del American Committeé for the Defense of Leon Trotsky (ACDLT) , en vista de la negativa del presidente Roosevelt a conceder el asilo y de la situación en que se encontraba Trotsky en Noruega, consultaron con Anita Brenner, simpatizante trotskista, colaboradora del SWP(3), periodista, fotógrafa y antropóloga mexicana radicada en Nueva York, cuya familia vivía en México y conocía personalmente al general Cárdenas, la posibilidad de que este pudiera otorgar asilo político a Trotsky (4). Ella consideró que efectivamente existía esa posibilidad.

Al mediodía del 21 de noviembre de 1936, Diego Rivera, entonces militante trotskista, recibió procedente de Nueva York un cable en el que Anita Brenner, antigua conocida suya, por instrucciones del Secretariado Internacional, en una forma apremiante como asunto de vida o muerte solicitaba que se respondiera si el gobierno mexicano “permitiría que el viejo barbillas viniera a curarse”.
México se convertía en la última esperanza de salvación para el viejo líder revolucionario ruso, quién seguía combatiendo con la pluma y con las ideas la traición a la Revolución de Octubre, lo cual era inaceptable para Stalin y la burocracia soviética.
La enorme tarea de salvar a Trotsky de una muerte segura en la Unión Soviética, estaba en los hombros de los trotskistas mexicanos.
De inmediato el Buró Político de la sección mexicana se reunió en el edificio en construcción del Hospital Militar y determinó que de inmediato saliera una delegación formada por Diego Rivera y Octavio Fernández, para entrevistarse y solicitar al Presidente Cárdenas, quién se encontraba en la región de la Laguna repartiendo tierras a los campesinos, le concediera el asilo político a Trotsky dada la urgencia del caso y así arrancarlo de las manos de la GPU(5).

Decisiva intervención del general Francisco J. Múgica

Rivera y Fernández se trasladaron inmediatamente a ver al general Francisco J. Múgica, Secretario de Comunicaciones y Obras Públicas, hombre de izquierda quién participara notablemente en las reformas a favor de la clase obrera durante la elaboración de la constitución de 1917 y amigo personal del general Cárdenas.
Le plantearon breve y concisamente la situación, solicitándole su apoyo en la gestión que iban a hacer ante el presidente de la República.
Sin mayores comentarios y sin vacilación alguna, redactó y escribió de puño y letra una carta personal dirigida al Presidente Lázaro Cárdenas.(6)

“Señor Presidente,
Tengo el honor de presentarle al gran pintor Diego Rivera, quién es, además un amigo y un correligionario... Le conciernen asuntos muy interesantes, con los cuales está personalmente ligado y que expondrá ante usted con la esperanza, que es también la mía, de que encontrará en su generosidad un recibimiento sincero.”
La carta de Múgica debía fungir como medio de introducción ante el general Cárdenas.
De hecho esta carta fue definitiva, por lo que la intervención del general Múgica hizo posible que se desataran una serie de acontecimientos de trascendencia internacional.

Rumbo a Torreón

Después de despedirse del general Múgica con un apretón de manos, ese mismo día antes de la media noche los dos delegados abordaron el automóvil de Rivera salieron rumbo a Torreón en busca del Presidente Cárdenas, acompañados del chofer y del ayudante de Rivera. Nadie excepto Rivera y Fernández sabían del objetivo de tan súbito viaje. Ni familiares, amigos o camarada alguno. Aún las personas más cercanas a ellos solo supieron que “iban a un asunto importante”.
Unos días antes de estos acontecimientos, se presentó en la casa de los Fernández en Tacuba, con una carta de presentación de un camarada del estado de Nuevo León, un alemán llamado
Paul Eiffel, (Paul Kirchoff), quién un año más tarde sería desenmascarado como agente informador de la GPU.
Los servicios soviéticos ya empezaban a sondear la posibilidad mexicana para el asilo a Trotsky.
A pesar de que Eiffel discretamente preguntó a donde había ido Fernández, de nada se pudo enterar, con lo cual se le ganó un paso a la GPU.

Un viaje frenético rumbo a Torreón, sorteando poblaciones y la niebla en la sierra con el precipicio a un costado, les llevó el resto del día y la noche.
El amanecer del 22 de noviembre les sorprendió en las proximidades de Tamazuchale en donde desayunaron. La comida la hicieron rápidamente en Ciudad Victoria.
En Monterrey un par de horas de sueño y un baño les permitió a los viajeros un descanso recuperador.
Al día siguiente el 23 de noviembre el automóvil continuó su vertiginosa marcha rumbo a Torreón.
A los choferes se les requería más velocidad y estos ya mostraban un enojo sordo al ser exigidos en esta frenética carrera y sin saber el propósito de ella. 

Al llegar los delegados a Torreón, el 23 de noviembre de 1936, supieron que el Presidente todavía tenía su base de operaciones en esa ciudad y solo tendrían que esperar unas cuantas horas a que regresara el tren presidencial.

A que se comprometería la sección mexicana

El Buró Político al enviar a la delegación había considerado que si el Presidente presentara condiciones, ¿Cuáles serían aceptables y cuales no?
La decisión fue. “El camarada Trotsky tiene para el movimiento revolucionario un valor incalculable. Se trata ante todo y por todo, de salvarlo, consiguiéndole asilo en México. El general Cárdenas no es hombre capaz de imponer condiciones contrarias al honor revolucionario de nuestro grupo. La sección mexicana de la LCI aceptará en dado caso sus condiciones. Si estas fueran inaceptables con la posición revolucionaria del trotskismo, el grupo mexicano se disolvería, pero sobre todo el camarada Trotsky debe salvarse”(7).

¿Los recibiría el presidente?

Como era de esperase en estos casos, antes de llegar el convoy presidencial, ya había una multitud de personas haciendo antesala esperando ser recibidos, desde periodistas y humildes campesinos, hasta empresarios, gobernadores, diputados y senadores.
¿Cuándo serían recibidos por el Presidente? Ese era el apremio, dado que cada minuto que pasaba podría ser decisivo para la vida del viejo líder bolchevique.
Previamente se le había entregado al asistente del Presidente la misiva de Múgica y esta realizó el milagro.
Momentos después de que el Presidente abordara su carro, los dos delegados fueron introducidos a la antesala del despacho oficial e inmediatamente se les avisó que serían recibidos por el general Cárdenas ante el asombro de propios y extraños.
Mientras tanto el asistente presidencial Ignacio Beteta, dibujaba caricaturas de Diego.
Diego Rivera era entonces el artista plástico mexicano más famoso y conocido tanto en México como en el extranjero. Previamente los delegados habían acordado que Rivera entraría primero y haría la petición de asilo a nombre suyo y Octavio Fernández como representante oficial de la sección mexicana de la IV Internacional quién contaba con pleno poder para resolver cualquier cuestión que se pudiera presentar con el Presidente Cárdenas.

Al ser llamado por el Lic. Beteta, Rivera entró al despacho presidencial y después de algunos minutos de mortal espera, salió del despacho y mencionó que “El Presidente ya estaba enterado de la petición, pero que antes de dar una respuesta, solicitaba la presencia del representante de la sección mexicana”.
Ya en el despacho presidencial y sin mayores preámbulos el general Cárdenas manifestó más o menos lo siguiente “El señor Trotsky puede venir a México. El gobierno que represento le concederá asilo como refugiado político... en vista de las circunstancias que hacen que su vida esté en inminente peligro, según me aseguran ustedes. Se le concederán todas las garantías necesarias... no será un prisionero”.
Fernández interrogó: “¿Su gobierno, señor Presidente, demanda algún compromiso o impone condiciones especiales?
“No se demandan promesas de ninguna clase a ustedes, puesto que el señor Trotsky sabrá conducirse como corresponda a un asilado político... lo único que se exige es que los trotskistas de México, se abstengan a su llegada, de demostraciones que pudieran provocar choques con los elementos antagónicos al señor Trotsky. Deben ustedes regresar a México, donde ya el Secretario de Relaciones Exteriores estará instruido respecto al trámite que debe realizar para que el señor Trotsky pueda venir a México”.
“Fuera del tren presidencial, en medio de la alegría que embargaba a los dos delegados, Rivera manifestó a Fernández que no creía que Trotsky fuera a venir a México. Que mañana mismo nos pondrían las trabas que lo harían imposible... Soy capaz de ir de rodillas hasta Nueva York si se hace realidad la resolución del señor Presidente”(8).
De este acontecimiento, México solo conoció un lacónico comunicado de la radio. “Diego Rivera y un acompañante desconocido fueron recibidos por el general Cárdenas a bordo del tren presidencial. Nadie pudo informar del objeto de la visita”.

Lucha por la visa

De inmediato los delegados iniciaron el viaje de regreso rumbo a México a tramitar la visa. Solo hubo una parada para cenar y tomar café en Torreón y continuar con febril velocidad ante la perplejidad y descontento del chofer y del ayudante de Rivera.
Al llegar los delegados a la ciudad de México se entrevistaron con el general Eduardo Hay, Secretario de Relaciones Exteriores, quién manifestó. “No estoy de acuerdo en que el señor Trotsky venga al país... Mientras yo sea Secretario de Relaciones Exteriores, la visa no será concedida”.

Ante esta escueta y tajante respuesta del Secretario de Relaciones Exteriores, los delegados acudieron nuevamente al general Múgica, única fuerza en el gabinete capaz de influir ante el presidente.
Nuevamente obtuvieron una respuesta pronta y decisiva.
“Yo me hago cargo del asunto; pero, ante todo, ni una palabra debe ser conocida por nadie acerca de la resolución del señor Presidente; la menor filtración liquidará este asunto”.

A partir de ese momento comenzó una lucha sorda, tras bambalinas, entre el general Múgica y el Secretario de Relaciones Exteriores y sus aliados estalinistas.
Repentinamente la prensa de la ciudad de México, el 1º de diciembre, publicó un comunicado del Lic. Vicente Lombardo Toledano, en el que este a nombre de la CTM, declaraba que había rumores de que se estaban llevando acabo trámites para que Trotsky radicara en México, expresándole al señor presidente que la permanencia de Trotsky sería motivo de dificultades para el movimiento obrero y que se justificaba que los sectores revolucionarios hayan hecho el cargo a Trotsky de estar de acuerdo con el fascismo alemán.(9)
Se iniciaba la ofensiva abierta de Stalin. La fuente de la filtración de información a Lombardo Toledano no podía ser otra que la misma Secretaría de Relaciones.
La siguiente etapa era provocar una serie de incidentes por parte del Partido Comunista y la CTM para mostrar al presidente Cárdenas, que la venida de Trotsky solo le causaría problemas.

El general Múgica reconoció que la situación era muy grave e indicó a los delegados “Urge que vayan nuevamente a Torreón a ver al general Cárdenas, si llevan el respaldo de algunas organizaciones obreras es mejor; pero deben salir inmediatamente”(10).

El BP de la sección mexicana se reunió ese mismo 5 de diciembre, resolviendo enviar una nueva delegación, en que además del delegado trotskista, debían ser delegados obreros los que demandaran ante el Presidente el asilo para Trotsky.

Se integró la nueva delegación, conformada, por parte del Sindicato Único de Trabajadores de la Construcción, SUTC, Juan R. de la Cruz secretario general y David Urzúa ejecutivo del mismo.
Por parte de la Confederación Obrera y Campesina Casa del Pueblo, Manuel García y Genaro Gómez Jr. y el entonces abogado del SUTC, Lic. Bernabé Jurado como auxiliar técnico. Siendo responsable de la delegación Octavio Fernández. 
El viaje se inició a la media noche del mismo día bajo las mismas condiciones de velocidad y premura que el anterior. Este parecía una réplica excepto que Rivera se quedó en México para estar en contacto con el general Múgica.
“Durante el viaje se presentaron diversas dificultades, siendo todas ellas superadas…. En Monterrey en la mañana del 7 de diciembre se acordó llamar por teléfono a Rivera. Se estaba en espera de la comunicación cuando los vendedores de los periódicos locales comenzaron a vocear la noticia sensacional del día”. “La Secretaría de Relaciones Exteriores había hecho público un comunicado otorgando el derecho de asilo en México a Trotsky”(11).

Ante la serie de obstáculos, interferencias y amenazas que se le estaban presentando al Presidente, esté cortó por lo sano habiendo enviado el día 3 de diciembre al Secretario de Relaciones Exteriores un extenso telegrama explicando los motivos y razones por lo que se le estaba concediendo el asilo político a León Trotsky.
“Una comisión de ciudadanos se acercó al suscrito para solicitar que sea concedido por el Gobierno Nacional, permiso de residencia en el Territorio de la República al ciudadano ruso León Trotsky.
...México se siente ahora en el deber de reivindicar con su actitud, una de las conquistas de mayor contenido humano que había ya logrado el Derecho de Gentes, la prerrogativa de asilo para los exiliados por causas políticas.
...En virtud de las razones anteriores, queda usted autorizado para que cuando se le presente la solicitud formal de asilo a favor del señor Trotsky, la tramite usted de conformidad.
Presidente de México. Lázaro Cárdenas.”(12)

Otro telegrama fue enviado, el 4 de diciembre, al Secretario de Gobernación Lic. Silvestre Guerrero ordenándole que preparara la llegada de Trotsky.(13)
La comunicación oficial de parte de la Secretaría de Relaciones había tardado todavía algunos días, pero finalmente la había hecho pública a los medios el 7 de diciembre.

Como era de esperarse la alegría de los delegados era delirante. En estas circunstancias se prosiguió hacia Torreón para hacerle presente al general Cárdenas el agradecimiento de los trabajadores y asegurar que no hubiera alguna otra maniobra para obstaculizar el otorgamiento de la visa.
Al arribar a Torreón la delegación, ya no fue recibida personalmente por el Presidente. En representación del general Cárdenas, el señor Agustín Arroyo Ch. les mostró a los delegados, centenares de comunicados del Partido Comunista Mexicano, del comité nacional de la CTM, de Lombardo Toledano y otros agentes nacionales y extranjeros del estalinismo, exigiendo el no-otorgamiento de la visa, amenazando con generar demostraciones.
 También el señor Arroyo Ch. les mostró la infinidad de felicitaciones por medio de telegramas y todo tipo de comunicados de destacados intelectuales y organismos de trabajadores que llegaban del país y de todos los rincones del mundo. “México llegaba a ser la excepción del planeta. Trotsky ya no estaba sin visa y la resolución del Presidente Cárdenas al otorgarla, en contraste a la actitud de los gobiernos de todo el mundo, se convertía en un acontecimiento de trascendencia mundial".

Preparando la llegada

En el otoño de 1936, en plena guerra civil española, había llegado a México una delegación del Partido Obrero de Unificación Marxista (POUM), encabezada por Daniel Rebull (David Rey), con el objetivo de hacer proselitismo por la lucha contra el levantamiento fascista de Franco y recabar fondos para la compra de armas. Rebull era un veterano militante de la izquierda y amplia experiencia en actividades clandestinas en España. Fernández a diferencia de otras organizaciones trotskistas conservaba una estrecha relación con el POUM. 
El asesoramiento que proporcionó Rebull a Fernández en las medidas de seguridad para el arribo de Trotsky, fue de extrema utilidad. 

En Noruega Trotsky y Natalia fueron embarcados sin mayores miramientos en el buque tanque noruego “Ruth” el 10 de diciembre de 1936. 
“Durante algún tiempo nosotros mismos ignorábamos a donde le conducían. ¿A la URSS a entregarlo a la GPU? ¿Venía a México? Por fin, tras días de espera un radiograma procedente del barco informó que traía ruta a México, pero se ignoraba el puerto de desembarco. Más tarde mensajes inalámbricos dieron a conocer a las autoridades, que Tampico era el sitio elegido y por fin Trotsky arribó a playas mexicanas la mañana del 9 de enero de 1937”(14).

Estuvieron a recibir a los Trotsky; Max Schachtman por parte del Socialist Workers Party (SWP); George Novack, secretario de la ACDLT; Frida Kahlo en representación de Diego Rivera; El general Beltrán en representación del presidente de la Republica.
A las 10 de la noche del 10 de enero, los Trotsky abordaron el tren presidencial “Hidalgo” que fue enviado especialmente por el general Cárdenas.

“En las frías tinieblas de una madrugada del mes de enero, Diego Rivera y los otros tres miembros del BP de la sección mexicana, silenciosamente abandonaron el sanatorio del Dr. Marín en donde Rivera había estado recluido durante varios días... Un hecho trascendental los embargaba de emoción. Pocas horas más tarde arribaría Trotsky a bordo del tren de Laredo... En el Café Principal se reunieron con agentes especiales de la Secretaría de Gobernación, de Comunicaciones y de la policía que ya los aguardaban y que debían acompañarlos a la recepción a Trotsky... Calles más adelante y de antemano convenidas, camionetas de la policía y autos con amigos seleccionados, se les unieron”(15).
La comitiva enfiló rumbo a la estación de Lechería a donde realmente arribaría Trotsky. Se les unieron Frida Kahlo y Max Schatchman, quienes habían regresado de Tampico por separado, así como Antonio Hidalgo.

Entre tanto en la Cd. de México eran movilizados grupos de trotskistas mexicanos, a lugares estratégicos en previsión a alguna eventualidad. Se efectuaron varias maniobras de distracción para evitar a los provocadores estalinistas. En la casa de Diego Rivera en la calle de Altavista en San Ángel Inn, grupos de trabajadores hacían acto de presencia aparentando que esa casa sería el destino de los Trotsky. En la estación de ferrocarril de Buena Vista también había grupos de trabajadores e inclusive grupos del pueblo, señoras con ramos de flores esperaban el arribo del tren que transportaba a Trotsky, así como también lo hacían grupos de provocadores estalinistas.
En la estación de Lechería hubo que ocultar los autos de la legión de periodistas que recorrían la carretera, olfateando que en algún lugar de ella llegaría Trotsky.

Trotsky en México

“Por fin una columna de humo en la lejanía y el convoy entrando en la estación (11 de enero de 1937)... una alud de reporteros y gente surgida como por arte de magia volcándose al último carro del convoy; los disparos de las cámaras fotográficas y Trotsky descendiendo del carro con su barbilla blanca, sus ojos asombrados tras de los lentes, con snikes, portafolios al brazo y sonriente. Natalia, pequeña silenciosa y plena de asombro sin límite al verse entre camaradas y amigos... Trotsky y Natalia repartían saludos a los amigos. Recuerdos todos de unos momentos de confusión emocional, nublados ya por el tiempo y vívidos sin embargo”(16).
“Al cruzar la comitiva frente al enorme edificio en construcción del Hospital Militar...unos bocinazos indicaron a los centenares de obreros de la construcción que allí laboraban, amigos todos ellos de la IV Internacional, que era Trotsky el que llegaba. Y este quizás pudo alcanzar a percibir los puños en alto con que aquellos le daban la bienvenida”(17).
El relato anterior, nos revela que la obtención de la visa para Trotsky no fue producto de una simple solicitud o de una carta. Fue una labor de lucha conjunta de varios días, en la que contribuyeron, la personalidad destacada en aquella época de Diego Rivera; el dinamismo y acciones de Octavio Fernández y del grupo político de la sección mexicana de la IV Internacional; de representantes y obreros de organizaciones de trabajadores; la intervención decisiva del general Francisco J. Múgica y la solidez y altura de estadista del general Lázaro Cárdenas.
 
México, D.F. Enero de 2008

1 Octavio Fernández V., Como se Obtuvo el Derecho de Asilo para León Trotsky en México, La Prensa, 20 de abril 1956.
2 Lev Davidovich Trotsky
3 Socialist Workers Party
4 Pierre Broué, Trotsky, Ed. Fayard, Francia, 1988.
5 Antecesor de
la NKVD y de la KGB soviética.
6Archivo del General Múgica, correspondencia privada 1935-1936. Centro de estudios de la Revolución Mexicana Lázaro Cárdenas A.C. Jiquilpan, Michoacán.
7 Octavio Fernández V., op. cit.
8 Ídem.
9 La Prensa
,1º de diciembre 1936
10 Octavio Fernández V., op. cit.
11 Ídem.
12 Unidad de Presidentes. Lázaro Cárdenas del Río. Archivo General de la Nación
13 Olivia Gall, Trotsky en México, Ediciones Era, 1991, pp 26.
14 Octavio Fernández V., op. cit.
15 Ídem.
16 Ídem.
17 Ídem.



Estudios e Investigaciones