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Escritos de León Trotsky (1929-1940)

El cretinismo diplomático y parlamentario

El cretinismo diplomático y parlamentario

El cretinismo diplomático y parlamentario[1]

La lucha contra el fascismo en Austria y el congreso del teatro Pleyel de París

 

 

13 de junio de 1933

 

 

 

El marxismo es fuerte porque reconoce la realidad. En boca de un marxista el término "cretinismo parlamentario" no es un insulto sino la caracterización de un sistema político que emplea frases jurídicas y morales, haciendo de ellas un rito, en lugar de analizar la realidad social. La fuerza del bolchevismo residía en que, siguiendo a Lenin, aplicó el método del análisis materialista con la mayor honestidad teórica a todos los problemas de nuestra época, sin permitir que el optimismo le impidiera decir las cosas como son, sin admitir ilusiones consoladoras.

Respecto de los problemas fundamentales de la política revolucionaria -en cuanto a su método-, el stalinismo es no sólo la negación del leninismo sino su peor caricatura. Lo vemos nuevamente en el caso de Austria. Se diría que la ilegalización del Partido Comu­nista, que no suscitó la menor protesta de parte de los obreros austriacos, debería haber obligado a los organi­zadores de derrotas internacionales de la clase obrera que residen en Moscú a reflexionar sobre los lamentables resultados de su política. Si el Partido Comu­nista Austriaco legal, que poseía su propio órgano de prensa, resultó incapaz de oponer la menor resistencia a la represión puramente policíaca del bonapartismo austriaco, ¿cómo hará para resistir los ataques de las bandas fascistas? Sin embargo, Pravda de Moscú caracteriza la ilegalización de la sección austriaca de la Comintern, que se produjo sin que nadie opusiera resistencia, como una "victoria" o, en el peor de los casos, como un preludio inmediato a la victoria. "El movimiento antifascista austriaco crece día a día" (!),dice Pravda del 28 de mayo. "Pese al sabotaje de los dirigentes de la socialdemocracia austriaca, en todos los países se realizan amplios preparativos para el congreso antifascista europeo" [el subrayado es nuestro. León Trotsky]. De la misma manera, el movi­miento antifascista que "crecía día a día en Alemania" desapareció repentinamente el 5 de marzo y nadie sabe dónde fue a parar. Esta gente, además de no aprender nada, siempre modela su optimismo según el mismo patrón. No son revolucionarios; son curas que repiten talo cual mentira piadosa junto al lecho del moribundo.

Pero veamos precisamente en qué forma se mani­fiesta el movimiento antifascista. Mantuvo silencio ante la ilegalización del Partido Comunista austriaco. ¿Por qué? Porque este movimiento, que "crece día a día", se encontraba muy ocupado en una tarea más importante: la preparación del congreso de Barbusse en París. ¡Este ejemplo de cretinismo parlamentario tiene que abrirles los ojos hasta a los obreros más atrasados! Es erróneo creer que para el cretinismo parlamentario se necesita un parlamento; basta una tribuna oculta, un foro alejado de la arena de la lucha donde se pronuncien falsos discursos, se levanten fórmulas estériles y se concreten "alianzas" de un día con periodistas, pacifistas, iracundos, tenores y barí­tonos.

Desde luego, es estúpido creer que "en todos los países se realizan amplios preparativos" para la fanto­chada de París. No debe ser muy grande el interés que siente el proletariado austriaco -aplastado por la desocupación, la policía, las bandas fascistas, la traición socialdemócrata y la impotencia del Partido Comunista- por el lirismo de Barbusse, la retórica de Bergery[2] y las maniobras mezquinas de Muenzenberg. La situación austriaca apunta, no en diez años ni en cinco sino hoy mismo, al aplastamiento total del proletariado. ¿Esperan cambiarla con un mitin inter­nacional en Paris? Al hablar del Congreso de París en tono jactancioso, Pravda revela su verdadero signifi­cado; desvía la atención de la realidad hacia la fic­ción; de la conquista de las masas hacia el juego parlamentario; del choque entre clases irreconcilia­bles a la colaboración con los "diletantes"; de las calles de Viena hacía un lujoso salón en un elegante barrio de París; de la guerra civil hacia la retórica vacua. En otros términos, de los métodos bolcheviques al creti­nismo parlamentario.

El diario Rundschau[3] que publica la burocracia stalinista en Basilea, y que parece destinado específi­camente a impedir que los obreros alemanes aprendan las lecciones pertinentes a la catástrofe, en su numero 17 considera el mencionado artículo de Pravda como una gran revelación. ¡Coraje, proletarios de Austria: Barbusse, aliado con vuestro Renner (véase el diario Le Monde de Barbusse) os están cuidando! Y, como si quisiera completar el panorama de decadencia política, la misma edición de Die Rundschau presenta, en primera plana, un artículo sobre las relaciones actuales entre Alemania y Austria. Un filisteo "revolucionario" nos dice que "por primera vez" (!) en la historia de las relaciones entre ambos países, "Hitler tomó represalias contra Austria para obligar al gobierno a adoptar determinadas medidas de política interna". ¡Por primera vez en la historia de las relaciones entre ambos estados! El artículo termina con la siguiente frase notable: "Jamás, desde la creación del imperio, fueron tan malas las relaciones entre Alemania y Austria. Ese es el resultado de la política exterior de Hitler." Resulta intolerable leer esta filosofía, digna de un Privatdozent (profesor) conservador. La política de Hitler en Austria obedece a su realismo contrarrevo­lucionario. Le mueve el piso al inestable bonapartismo austríaco y así se gana a las masas pequeñoburguesas. Con tozudez y perseverancia, Hitler cambia a su favor la relación de fuerzas. No teme deteriorar sus relacio­nes con Dollfuss. Así se diferencia -y con provecho para sí- de Otto Bauer y de... la burocracia stalinista, que no analiza las relaciones entre Alemania y Austria desde el punto de vista de la lucha de clases sino desde el punto de vista del cretinismo diplomático.

El entusiasmo que muestra Moscú ante el congreso parisino que ha de remplazar a la lucha de clases austriaca, y la indignación que muestra Basilea ante la política de Hitler -quien en su campaña contra las masas austriacas no teme enfrentarse al propio Dollfuss ("no hay animal más fuerte que el gato", dice el ratón)- se complementan como dos formas de creti­nismo, el parlamentario y el diplomático. Una parte muy pequeña puede servir para determinar el todo. En muchos casos, un síntoma puede servir para deter­minar la enfermedad con toda precisión. En base a estos dos artículos, el de Pravda y el de Die Rundschau, se puede afirmar: si bien la burocracia centrista dis­pone de medios suficientes como para alquilar lujosas salas en París y publicar pesados periódicos en Basilea, el centrismo burocrático como corriente revolucionaria ha muerto, se descompone ante nuestra vista y enve­nena la atmósfera.



[1] El Cretinismo diplomático y parlamentario. The Militant, 18 de julio de 1933. Este artículo fue escrito poco después de la ilegalización del PC austríaco (26 de mayo de 1933) y la celebración del congreso antifascista en la sala Pleyel de París (4 al 6 de junio).

[2] Gaston Bergery (1892-1958): político radical francés y "amigo de la Unión Soviética" en los años 30, estuvo entre los fundadores del Frente Popular en 1935. Luego viró a la derecha y fue embajador del régimen de Petain.

[3] Die Rundschau über Politik, Wirtschaft und Arbeiterbewegung (Revista de política, economía y el movimiento obrero) remplazó a la edición alemana de Inprecor cuando ésta fue prohibida por los nazis.



Libro 3