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Boletín N° 9 (Junio 2007)

El rol de los mencheviques y de los S.R. en la conferencia democrática

El rol de los mencheviques y de los S.R. en la conferencia democrática

 

León Trotsky

4 de octubre de 1917


Discurso pronunciado en el Soviet de Petrogrado. Traducción inédita al español de la versión publicada en Correspondance Internationale N° 104 - 7mo año.
 

¡Camaradas! Confieso que me sorprenden las razones por las que los mencheviques y los socialistas-revolucionarios quieren rechazar la consigna: « ¡Todo el poder a los Soviets!» (Interrupción: « ¡la consigna viene de Alemania!».)

TROTSKY. — No, camaradas, esta consigna no viene de Alemania, pero esta interrupción es un eco del espionaje. (Risas, vivos aplausos.)

¡Rechacen, camaradas, estas razones! ¿No les hacen acordar a las razones que daban los reaccionarios antes de la revolución, contra el sufragio universal? « ¿Cómo podemos, decían, darle el derecho al voto a las masas miserables, que no saben ni leer ni escribir?» « ¿Cómo podemos, dice actualmente el camarada Kaplan, dada la ignorancia de nuestros campesinos y de muchos soldados, exigir que se de el poder a los soviets?»

 Hacen entonces exactamente la misma objeción contra nuestra consigna. Es verdad, el poder nunca estuvo en nuestras manos. Dicen que no tenemos «experiencia», que probablemente, al principio, cometeremos errores... Poco a poco, aprenderemos a administrar el país. Pero, si no tomamos el poder ahora, seguiremos sin tener ninguna experiencia. ¡Denle el poder al pueblo, y aprenderá a servirse de él!

¿Por qué entre los S.R. y los mencheviques, nadie ha protestado, cuando introdujeron entre nosotros el sufragio universal?

Camaradas, en las elecciones de las administraciones comunales y de los soviets, todas las voces se pronuncian a favor nuestro, bolcheviques y a favor de los S.R., con cuya ala izquierda siempre nos hemos entendido mejor. Lo mismo ocurre en las otras elecciones. Así el pueblo confía el poder a los partidos socialistas. ¿Debemos abandonar el poder a la burguesía, como se le propuso a la «Conferencia democrática»[1]? Esto sería una desconfianza criminal en nuestras propias fuerzas. Entre nosotros, los socialistas de los diferentes partidos no se diferencian enormemente unos de otros por su programa; las diferencias están en la manera de hacer realidad ese programa. Pero, sin embargo los programas no existen más que para que se los lleve adelante en la mayor medida posible. Esta es también nuestra tarea. ¿Si abandonamos el poder a manos de la burguesía, de qué servirán los programas? 

Dicen que, en nuestro esfuerzo por poner en práctica lo más posible nuestro programa, nos aislamos. Sí, nos aislamos de todos aquellos que buscan un compromiso con la burguesía. Pero de ninguna manera nos aislamos de las masas populares. Tenemos la mayoría en todas las organizaciones revolucionarias, mientras que los mencheviques se alejan cada vez más de las masas.

Tseretelli, por ejemplo, ha abandonado nuestro soviet, y, enseguida, tuvo que apoyarse en el Comité central ejecutivo, que es mucho menos activo que el soviet, porque había sido elegido al congreso de los soviets de provincia, entonces de espíritu atrasado.

Sin embargo, incluso en el Comité central ejecutivo la proposición de Tseretelli, de hacer una coalición con los cadetes, cayó de manera lamentable, y, ahora, él comienza a apoyarse más en los cooperativistas, en las administraciones municipales y en los zemstvos. Va cada vez más a la derecha y se aleja cada vez más de las masas.

Dicen que en la «conferencia democrática», no hay más que cuatro cadetes... Sí, camaradas, cuatro cadetes declarados; pero decenas de cadetes que esconden su verdadero rostro ideológico.

Los cooperativistas dicen que fueron elegidos por millones de personas. Es verdad. Pero fueron elegidos para hacer el trabajo cooperativo y no para hacer política. Es justamente por eso que tampoco representan la fisonomía política de sus electores. Para la política, se han elegido los soviets, y cada uno sabe como es la mayoría en ellos. 

Camaradas, hemos derrocado la autocracia, porque no queremos tolerar que el poder esté en manos de una sola persona, y, a espaldas nuestras, se pretende restablecer este estado. La «conferencia democrática», según la resolución de Tseretelli, no debe más que «colaborar» con Kerensky por el establecimiento del poder. También allí se dice que el gobierno deberá reconocer al Preparlamento. La «conferencia» no fue convocada con el fin de que el poder reconozca al pueblo revolucionario, sino con el fin de que el pueblo revolucionario reconozca al poder.

 Hay que examinar de cerca tal argumentación, porque ella puede tirar abajo a toda la revolución rusa.

Hemos protestado, porque queremos un poder que sea responsable ante nosotros. También debe ser creado por nosotros. Este resulta de una situación extraordinaria. Tseretelli confesó ser el autor de la resolución y nos ha pedido que votemos a favor de su resolución.

Hemos abandonado la «conferencia democrática», no porque Tseretelli nos haya herido, sino porque ha hecho como si fuéramos a votar su resolución. Si lo hubiéramos hecho, sería necesario echarnos a escobazos de todos lados. Creemos necesario declarar de la manera más enérgica que no podemos votar por el poder que nos ha sido propuesto, porque se trata del poder revolucionario, de la suerte de toda la revolución. Estamos resueltos a defender estrictamente los intereses del pueblo revolucionario, porque esa es para nosotros la tarea más elevada.

Dicen que nosotros, bolcheviques queremos tener todo el poder en nuestras manos... ¿Que tiene esto de extraordinario? No hay un solo partido que no se esfuerce por tomar el poder. ¿Qué es entonces un partido? Es un grupo de personas que se esfuerzan por tomar el poder para tener la posibilidad de hacer realidad su programa. Un partido que no quiere el poder no merece llamarse un partido. Si es correcto que la mayoría de los soviets no quiere el poder, sin dudas es porque los soviets todavía no han depurado bastante sus filas. (Aplausos.) Es necesario hacer esta depuración enseguida. 

El camarada Broïdo[2] nos acusa de querer tomar el poder y abandonarnos «a la mano de Dios», someternos al azar. Nunca hubo entre nosotros poder de los soviets, dice; ¿vamos a hacernos lo bastante grandes?

Efectivamente, nunca hubo entre nosotros poder de los soviets, pero, hasta el 28 de febrero, tampoco había república. ¿Hemos cometido un error? Hemos probado el gobierno de coalición, y está claro que, sean cuales fueran las dudas que subsisten sobre el valor del gobierno único, estamos convencidos que el gobierno de coalición no vale nada.

Luego este camarada Broïdo dice que toda la democracia se ha reunido en Moscú... ¿Verdaderamente estaba toda? Sin embargo, no había ningún Bolchevique en la Conferencia de Estado de Moscú. Por eso seiscientos mil obreros de Moscú fueron a la huelga; protestaban contra esta conferencia, y los señores delegados tuvieron que ir a pie de la estación al Gran Teatro... (Risas.) ¿Quién nos es más cercano y más querido? ¿Los señores delegados o los obreros de Moscú?

Nosotros preferimos unirnos a los obreros.

Tseretelli, al contrario prefirió unirse a los cooperativistas, a los zemstvos, etc. Se ha retirado del soviet proletario, y, por el camino del Comité central ejecutivo, marcha cada vez más a la derecha. Ahora le tiende la mano a Bublikov.

Tal es la línea de Tseretellli: del proletariado a la burguesía liberal. Esta lo ha aislado completamente de las capas de las que él salió.

Sólo el partido que plantea claramente las cuestiones, sólo ese partido puede unir a toda la democracia revolucionaria. No tememos aislarnos de las capas superiores, tememos aislarnos del proletariado.¡Rechazamos todo compromiso! Es solamente así como podremos vencer a nuestros enemigos, establecer la libertad de nuestro pueblo. (Aplausos prolongados.) 



[1] La Conferencia democrática fue convocada por el Gobierno Provisional, reuniéndose del 14 al 23 de septiembre de 1917. Fueron invitados los representantes de las cooperativas, de los comités de frente y de ejército, de los zemstvos (consejos rurales) y de las ciudades, de los soviets provinciales y de los sindicatos. Los delegados de los soviets estaban en minoría. La Conferencia democrática designó de su seno un Consejo de la República (Preparlamento), que debía hacer, hasta la Asamblea Constituyente, de órgano representativo de la República. Los bolcheviques se retiraron del Preparlamento. La Conferencia democrática no gozaba de ninguna autoridad en el país y no hizo más que exacerbar la lucha de clases.

[2] Militante menchevique.