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El sionismo, puesto avanzado del imperialismo

El sionismo, puesto avanzado del imperialismo

Carta abierta a la conferencia del partido Laborista de parte de un grupo de socialistas palestinos, diciembre de 1944
Título original: Zionism- An Outpost of Imperialism. Open letter to Labour Party Conference, by a Group of Palestine Socialists. From Workers’ International News. Vol.5 Nº 7, December 1944, pp. 4-11.
Traducción al castellano del Cahiers du CERMTRI 132, febrero de 2009, p. 65. Traducido para el CEIP León Trotsky por Eduardo Baird.

El proyecto de resolución sobre Palestina que debería ser presentado por el Comité del Partido Laborista británico a su convención anual ha suscitado una intensa atención aquí en Palestina, y probablemente tenga repercusiones en todo el Cercano Oriente.
Este proyecto de resolución, que contiene la exigencia de la transformación de Palestina en un Estado Judío, y la instigación a emigrar a los árabes palestinos a los países vecinos no es nada más que la copia de resoluciones sionistas similares. Representa de hecho el punto culminante de tentativas expansionistas sionistas, que comenzaron como un movimiento moderado, y han cobrado ahora, luego de decenas de años, un carácter resueltamente agresivo.
El objeto de esta carta es el de desenmascarar el verdadero rostro del sionismo.

Las promesas que ha hecho el sionismo a los árabes

Después de muchos años, el movimiento sionista se ha dedicado a demostrar que no iba a acarrear ningún perjuicio a los intereses de los habitantes árabes de Palestina, e incluso que le iba a resultar beneficioso. Así, por ejemplo, el jefe del ejecutivo de la Agencia judía, Ben-Gurión, ha escrito:

“En ningún caso los derechos de estos habitantes (es decir, los árabes), pueden ser afectados. Únicamente “los que sueñan con ghettos” como Zangwill (1) pueden imaginar que se da a los Judíos, además de Palestina, el derecho de expulsar a los no judíos del país. Ningún estado lo aceptará.
Incluso si se pudiera creer que se nos brindaría este derecho, […] los judíos no tienen ninguna justificación para hacerlo, ni ninguna posibilidad. No es tarea del Sionismo expulsar a los habitantes actuales de Palestina; si tuviera este objetivo, no sería más que una utopía peligrosa, un espejismo destructor y reaccionario”.
(Extracto de Nosotros y nuestros vecinos: discursos y ensayos, Nueva York, 1915, en hebreo).

¡Cuánta dulzura en estas frases!
A propósito del Fellah (campesino árabe) y de sus tierras, Ben-Gurión ha escrito en 1920 en Nueva York:

“En ningún caso será necesario afectar la tierra que pertenece al Fellah, a la tierra que cultiva. No se debe quitar la tierra a aquellos que viven del trabajo de sus manos, ni siquiera a cambio de compensaciones financieras. (ibíd.)”
“La suerte del campesino judío está ligada a la del árabe. Ellos se levantarán y caerán juntos, ha declarado en 1924.
(ibíd.) (…)

He aquí los arrullos que cantaba el Sionismo a la población árabe del país.
Pero vemos sin embargo qué han sido los efectos del desarrollo del Sionismo en realidad!

El Sionismo y la aldea árabe

La abrumadora mayoría de los árabes son aldeanos. Los sionistas insisten con fuerza sobre el hecho de que ellos han introducido las desgranadoras, las trilladoras, las incubadoras en Palestina, que han realizado progresos gigantescos, en síntesis, que el sionismo es progresista. En el mismo orden de ideas, se puede alegar que de buena gana se han introducido los automóviles, los tractores, los rastrillos, así como la radio en Abisinia y en Tripolitania, lo que por otra parte no significa para nada que la colonización haya sido progresista. El punto decisivo es saber si es la población indígena –aquí en Palestina, los árabes- quien se beneficia con este progreso, o si es el imperialismo colonizador, o más bien su consolidación.
(…) La propaganda sionista es una mentira absurda cuando dice que el fellah, puede mejorar su granja en las condiciones sociales y económicas existentes, utilizando tractores y trilladoras, elevando la calidad de las vacas (una vaca costaba, incluso antes de la guerra, entre 75 y 150 libras) o cultivando campos de naranjas (un dunam (2), es decir, un décimo de hectárea, de plantación de naranjas cuesta entre 75 y 85 libras). Solo una reforma agraria rigurosa podría permitirle acceder a mejoras técnicas para su granja.
No solo la colonización sionista no contribuye a mejorar la granja del fellah, sino que también tiene por resultado expulsar a los árabes de sus tierras, y representa un obstáculo para las reformas agrarias.
A despecho de todas las declaraciones de los dirigentes sionistas, según las cuales ningún árabe sería expulsado de sus tierras, se han visto obligados a admitir ante la Comisión gubernamental que ha indagado sobre el tema en 1938 que 688 familias árabes habían abandonado ya las granjas que poseían en el Valle de Jezreel (Informe de la Agencia judía, transmitido a Sir John Hope Simpson). Es posible suponer que esta estimación es muy baja. Desde 1930, la colonización sionista también ha aumentado. Es posible estimar en varios miles el número de locatarios árabes que han perdido sus tierras.
Los demagogos sionistas siempre responden a esto: “Pero, nosotros hemos pagado una plena compensación por esta tierra”.
¿Qué ha significado esta compensación? En su libro La tierra y la construcción judía en Palestina, el Dr. A. Granovsky, director del Fondo nacional judío escribe que esta compensación ha alcanzado en promedio a 41,70 libras por familia.
Pero, este monto no ha sido compartido de ningún modo por los aparceros. Algunas familias han sido pagadas para ayudar a los sionistas, mientras que otras han debido partir sin compensación, es decir, casi nada. Tomando esto en cuenta, podemos imaginar lo que la mayoría de los aparceros expulsados han recibido como reparación.
Además, ha sido necesario pagar deudas sobre estos montos. La Comisión gubernamental que se ha interesado en la situación de los granjeros en 1930 ha estimado estas deudas en 27 libras palestinas en promedio (Informe de un Comité sobre las condiciones económicas de los agricultores en Palestina etc., Jerusalén, 1930, informe Johnson-Crosbie).
Luego de estas deducciones, ¿qué queda verdaderamente de esta compensación en manos de los agricultores?
Incluso las pruebas circunstanciales de lo contrario no impide a los sionistas declarar que el sionismo es benéfico para los árabes. Inventarán nuevas ventajas que el sionismo aportaría a los árabes, cada vez que un viejo argumento sea refutado. Incluso sostendrán: las tierras que los sionistas han comprado han brindado a los árabes importantes sumas de dinero.
Pero, ¿quién vende tierras a los sionistas? ¿Los fellahs o los grandes terratenientes?
Por ejemplo, los Sursuk, los grandes propietarios del banco de Beirut, que habían comprado grandes extensiones de esta tierra a los turcos en 1872, son los únicos o casi en haberse hecho comprar el Valle de Jezreel. Así, una sola familia ha vendido una zona que contenía 20 aldeas, sus habitantes y sus granjas.
A propósito de la superficie total de las tierras adquiridas, uno de los dirigentes de la colonización sionista, M. Smilansky, ha declarado que de 90 a 95 % habían pertenecido a grandes propietarios terratenientes, y solo de un 5 a 10 % a pequeños propietarios árabes (La colonización sionista y el Fellah). Es por ello que son los grandes propietarios los que embolsan el beneficio, los que explotan al pequeño campesino, quien no recoge más que sufrimientos de todo este negocio.
Todo esto explica la fuerte oposición frente a la Ordenanza de protección de los granjeros. Esto explica igualmente por qué el futuro de la colonización sionista depende de la existencia de grandes establecimientos feudales árabes.
Si el fellah poseyera la tierra que trabaja, no podría ser seducido por la venta del cuadrado de tierra al que se halla atado.
Es el motivo por el que el sionismo se opone a toda reforma agraria y a toda mejora de la situación del fellah (…).

El sionismo y la industria árabe

Los sionistas declaran firmemente que han transformado Palestina en un país industrializado. Pero una cuestión muy simple se presenta al espíritu de cada uno de los trabajadores árabes: ¿Cuál es su parte en los beneficios de este desarrollo?
Solo hay 18.000 personas ocupadas en la industria árabe, de las que 10.000 son trabajadores. Esto basta para mostrar la dimensión de estas empresas “industriales”. La mayoría de ellas no emplean más que uno o dos trabajadores, y ninguna emplea más de 100. El capital de esta industria se eleva a 2.500.000 libras, con un promedio de 500 o 600 libras por establecimiento. Se trata de una industria primitiva que utiliza pocas máquinas y funciona principalmente de forma manual (Abramovitz-Gelfat, La economía árabe; p. 61, en hebreo).
Por otro lado, 60.000 personas trabajan en la industria judía, y su producción alcanza un valor de 40.000.000 de libras. Está equipada con máquinas de última generación.
El retraso de la industria árabe en Palestina se demuestra también por su comparación con la industria egipcia. Por ejemplo, en junio de 1942, una encuesta en 250 grandes empresas industriales egipcias ha revelado un capital invertido de 125 millones de libras, con un promedio de 500.000 libras. Si se comparan las fábricas textiles de Mahalla Kobra en Egipto, que emplean 20.000 trabajadores con los talleres de tejido de Majdal, cerca de Gaza, con uno o dos trabajadores cada uno, se tendrá una idea de la dimensión de la diferencia!
En la industria siria, cerca de 170.000 personas estaban empleadas en 1937, más de nueve veces el número de personas que trabaja en la industria árabe de Palestina, mientras que la población siria es tres veces mayor que la de Palestina.
Con estas estadísticas no queremos demostrar que los países vecinos tienen un alto grado de desarrollo industrial. Al contrario, en estos países también, la industria también sufre numerosas dificultades, sociales y políticas, internas y externas. Solamente queremos demostrar que el sionismo de ninguna manera ha mejorado el estado de la industria árabe.
Y es bastante evidente. Cómo la economía sionista podría sostener la industria árabe boicoteando totalmente sus productos, y en una menor medida, los productos de los fellahs árabes, y el trabajo de los trabajadores árabes. La única “ayuda”, sería… la competencia.

El sionismo y el empleo de los trabajadores árabes

El número de trabajadores árabes que emplea actualmente el gobierno da una idea del número de desocupados que debía haber entre ellos antes de la guerra. Algunos estaban totalmente privados de trabajo, en tanto que otros se hallaban inactivos una parte del año, y trabajaban a tiempo parcial en su pequeña porción de terreno. Catorce departamentos gubernamentales empleaban, en septiembre de 1942, a unas 103.411 personas, de los que unos eran 90.000 trabajadores árabes (estadísticas gubernamentales). Treinta mil trabajaban para el ejército, lo que hace unos 120.000.
Incluso en una época en la que la mano de obra judía era muy rara, jamás hubo más de 8.000 a 10.000 trabajadores árabes empleados por los judíos. Han trabajado para ellos a pesar de una muy fuerte oposición de los sionistas (piquetes en las plantaciones de naranjas, aporreo de los trabajadores árabes, etc.).
Ben-Gurión ha hecho a menudo declaraciones que sonaban a socialistas, como la siguiente:

“Los trabajadores judíos no podrán trabajar jamás 8 horas por día si los trabajadores árabes trabajan de 10 a 12 horas por día. El trabajador judío jamás podrá ganar sus 30 piastras por día mientras que el árabe haga su trabajo por 15 piastras o menos”. (Nuestra tierra y nuestros vecinos, p. 74).

Y no solo esto. En la pág. 79 se puede leer:

“La Histadrut (NdA: Federación nacional de trabajadores judíos de Eretz (3) Israel) desea aceptar a todos los trabajadores de Palestina, sin distinción de nacionalidad ni de religión”.

Sin embargo, no son más que palabras huecas, destinadas a enmascarar los hechos. En la ciudad de Tel Aviv, que cuenta con 200.000 habitantes, ni una sola empresa industrial que pertenezca a la Histadrut emplea árabes, ni una sola cooperativa ligada a la Histadrut tiene un miembro árabe. Y cuando Solel Boneh (la agencia contratante de la Histadrut), que realiza contratos por millones de libras, se ve obligada a emplear a trabajadores árabes, por contratos militares, gubernamentales y municipales, ella paga a los trabajadores árabes un tercio o la mitad del salario que cobra un trabajador judío por el mismo trabajo. ¿Saben esto los miembros del partido Laborista británico? (…)

El sionismo y la constitución democrática de Palestina

Sería difícil hallar otra colonia del imperio británico que conozca un régimen tan autocrático como Palestina. No hay ninguna representación parlamentaria ni ningún cuerpo consultivo. Para explicar esta carencia, el gobierno alega que los sionistas no aceptarían instituciones democráticas, pues se hallarían en minoría.
Estos mismos sionistas, en el mundo entero, basan sus reivindicaciones sobre Palestina y el derecho a una inmigración judía ilimitada en los “derechos democráticos”.
Desde hace veintiséis años, Palestina ha sido gobernada con el empleo de decretos de urgencia. En este país, es posible detener a no importa quién y no importa a qué hora, y encerrarlo en prisión durante años “administrativamente”, sin posibilidades de tratar su caso por medio de los canales ordinarios de justicia. Todo esto, los sionistas lo soportan “democráticamente” e incluso lo exigen en nombre del “cuidado de la ley y del orden”.
Los sionistas hablan muy hábilmente de su solidaridad con los pueblos que luchan por su libertad, como los abisinios, los chinos, etc. Pero al mismo tiempo, reclaman que se reprima a los árabes. Desgraciadamente, hay muchos pueblos extranjeros que no advierten el cinismo de los argumentos sionistas.
Ben-Gurión se ha superado al escribir en un artículo en 1928:

“Para mantener la paz en el país, para la protección de las masas de fellahs (de parte) de los grandes propietarios terratenientes, para asegurar la inmigración y la instalación de los judíos y el derecho a un Centro nacional judío, es necesario mantener el control por parte del poder mandatario" (!!!).

Un régimen antidemocrático –la protección del fellah-bestia de carga- la expansión sionista (es decir, la expulsión del fellah). ¿Cómo comprender todo esto? Hipocresía, cinismo, o algo peor.

El sionismo y las clases sociales árabes

El aislamiento casi completo entre el sector judío y la vida árabe ha creado un abismo entre todas las clases sociales árabes y los judíos en Palestina.

*Los propietarios terratenientes feudales: la mayoría de ellos no son solamente anti-sionistas, sino también antijudíos. Maldicen cada cambio en la vida del país, y lamentan los tiempos del sistema feudal. Han preconizado ampliamente el terror y la aniquilación de la población judía.
Sin embargo, algunos de estos sectores demandan un compromiso, ya sea con el imperialismo británico a expensas del sionismo, ya sea también con ambos. Así, por ejemplo, Jamal Husseini ha declarado que le resultaría agradable ver a Palestina convertirse en un territorio de la corona británica si cesara la inmigración judía. Por otra parte, se ha visto a numerosos propietarios terratenientes cooperar con los judíos, porque vender tierras a los judíos es bastante provechoso. Se han enriquecido con unos cuantos millones de libras, entonces ¿qué les importa que los granjeros árabes hayan sido expulsados y, además, que se les haya impedido establecerse en la colonia judía que se ha establecido en las tierras que cultivaron antaño? Este sector tiene numerosos lazos con la burguesía, y sus representantes más destacados son los Nashashibi. (4)

*La burguesía: que no es ni desarrollada, ni independiente. En su gran mayoría es de origen feudal, está vinculada a la clase feudal. Es principalmente el agente del capital extranjero. La burguesía árabe está separada de las posiciones claves en la industria, que son mantenidas por los británicos; la industria ligera está casi totalmente en manos de los sionistas, y esto provoca naturalmente insatisfacción en los rangos de la burguesía árabe. Sin embargo, a causa de su debilidad económica, de su dependencia respecto del capital extranjero, y de sus vínculos con la clase de los propietarios terratenientes, su oposición no es muy coherente y termina a menudo con negociaciones y compromisos.

*La clase obrera árabe: la más fuerte resistencia proviene de la clase más oprimida de la sociedad árabe, que ha sufrido más el impacto del sionismo. La leyenda esparcida por los sionistas en el extranjero, que los fellahs no son espontáneamente anti-sionistas, sino que están influidos por las clases feudales, es una mentira descarada. Poco a poco crece un movimiento de los trabajadores árabes, así como su resistencia al sionismo.

El sionismo y la cuestión internacional de los judíos

Con los sufrimientos increíbles que los judíos han sufrido bajo el terror hitleriano, la cuestión judía se ha vuelto candente y vital y el sionismo pretende resolver ese problema.
Los socialistas revolucionarios han declarado siempre que la suerte de los judíos está ligada a la del capitalismo. El capitalismo ascendente ha dado a los judíos la oportunidad de ser absorbidos en el seno de la vida económica de América y de Europa occidental (de 1881 a 1914, alrededor de 100.000 judíos han emigrado a Estados Unidos cada año). Con la declinación del capitalismo, en los tiempos de crisis, de fascismo y de guerras, el mundo se ha estrechado, y la cuestión de un pueblo que representa menos de 1 % de la humanidad parece insoluble. La cuestión de algunos cientos de miles de refugiados es frecuente en los títulos de los diarios. Innumerables conferencias se dictan, en lugar de abrir las puertas de los Estados Unidos y de Inglaterra y sus dominios, con sus grandes espacios y sus recursos naturales. Se podría preguntar: abrir las puertas de los Estados Unidos y del Imperio británico, ¿por qué no las de Palestina? Con todo lo que hemos dicho, debe quedar claro que la inmigración de judíos en Palestina es de una naturaleza tan fundamentalmente diferente de la inmigración en todos los otros países, que oponerse es el deber de todo socialista.
El sionismo explota la penuria total de esos refugiados. Todo su aparato, sus fondos gigantescos, el peso de su influencia son utilizados para dar al mundo la falsa impresión de que es solamente en Palestina donde los judíos pueden hallar la salvación. Los campos de concentración – la Transnistria (5) (región rumana donde numerosos judíos fueron deportados)-, la muerte en el fondo del mar, como en el caso del Struma (paquebote de refugiados judíos a los que Turquía impidió anclar y Gran Bretaña rehusó dar visas para Palestina y que un submarino soviético ha hundido), el barco de la muerte, por un lado, o la salvación en Palestina por el otro: es así como el sionismo presenta el problema.

El sionismo y la reacción mundial

En el curso de toda su historia, el sionismo ha apoyado siempre a las fuerzas reaccionarias mundiales. El Dr. Herzl, el fundador del sionismo, supo firmar un acuerdo secreto con el ministro zarista von Plehve (organizador del pogrom contra los judíos de Kishinev) que permitió utilizar el movimiento sionista como una palanca contra los socialistas judíos, a cambio del cual von Plehve ha utilizado su influencia sobre el Sultán para obtener un permiso para el sionismo en Palestina.
No solamente Herzl ha aceptado ayudar al zar, sino también al Sultán turco. En la época de la masacre de los armenios por los turcos, se le ha pedido ayudar a enmascarar estos hechos en la prensa austríaca. Herzl ha hecho todo lo que ha podido para cumplir con esta demanda, en la esperanza que ella le permita proseguir con sus planes (se hallará la prueba de esto en su diario, segundo volumen, 7 de mayo al 8 de julio de 1896).
(…) Se podrían dar muchos otros ejemplos de la estrecha relación del sionismo con los dirigentes de la reacción mundial. Sin embargo, nos basta con contentarnos con una ilustración histórica importante: la declaración de Balfour.
¿Quién era Balfour? El cruel opresor de los irlandeses, a quien llamaban Balfour el carnicero. Este ministro británico de Asuntos Extranjeros, que se había asociado en el curso de la última guerra al gobierno Endeki (el partido polaco reaccionario antisemita, pogromista) ha otorgado la “libertad” al pueblo judío.
No es sorprendente que los sionistas, de igual modo que han buscado el apoyo británico, hayan intentado tener su apoyo imperialista. Ese ha sido el origen de la “declaración Balfour” alemana por el entonces primer ministro, Bethmann-Hollweg.
Durante los 27 últimos años, los sionistas se han apoyado en la declaración Balfour, que ha sido firmada por 52 gobiernos capitalistas, pero no por los representantes de la población palestina. ¿Por qué no someter la suerte de la Coeurs* a la decisión de los Estados Unidos, de Chile, de Ecuador, de Brasil y de Egipto? ¿Sería eso democrático?
Durante 27 años, los sionistas han mantenido su expansión agresiva contra la voluntad de las masas árabes, sostenidas por las bayonetas del imperialismo británico. Incluso cuando las relaciones entre el amo imperialista y su valet se oscurecieron por un tiempo, los sionistas no osaron jamás molestar realmente al imperialismo británico.
Así, M. M. Ussishkin ha escrito:

“Una Palestina totalmente árabe significa que, tarde o temprano, la Coeurs será obligada a partir, de igual modo que se ve obligada a abandonar Egipto. Una Palestina ampliamente judía significa una alianza cordial [NdT: en francés en el texto] […] entre el pueblo judío y el inglés”. (Revista Palestina, 3 de julio de 1936).

Además, Ben-Gurión ha declarado en ocasión del 19º Congreso sionista: “Quien traiciona la Coeurs (NdA, es decir, su dominación imperialista) traiciona el sionismo”.

El sionismo y los trabajadores judíos de Palestina

Casi todos los trabajadores judíos de Palestina son sionistas. ¿Por qué?
En principio, porque gozan de ciertos beneficios respecto de los trabajadores árabes. El salario de un trabajador agrícola judío es dos o tres veces superior al de su colega árabe; el trabajador judío se ve beneficiado por la existencia de una potente organización obrera que es reconocida por el gobierno y sostenida por las organizaciones sionistas. Incluso si su nivel de vida es inferior al de un trabajador en Estados Unidos, en Inglaterra o en sus dominios, resulta superior al de un trabajador árabe.
En segundo lugar, los trabajadores judíos viven en una economía y una sociedad sionistas cerradas.
En tercer lugar, la indiferencia de los gobiernos aliados ante la terrible situación de los judíos en Europa lleva a los judíos a creer que no existe otro recurso que Palestina.
En cuarto lugar, el sionismo ha encontrado inmediatamente una fuerte enemistad de la mayor parte de la población árabe. Algunos han intentado, en su interés, canalizar por entero este odio contra el pueblo judío. En lugar de sacar una conclusión correcta, la de abandonar sus ideas de conquista sionista, los trabajadores judíos han seguido a sus dirigentes que declaran que el refuerzo del sionismo es una valla contra el peligro árabe.
Sin embargo, un ala anti-sionista se desarrollará, en el seno de la población judía, bajo las siguientes condiciones:
 Cuando la ola revolucionaria de la lucha contra el capitalismo (la causa fundamental del antisemitismo) se eleve de nuevo a través del mundo; cuando un movimiento proletario fuerte se desarrolle entre los trabajadores árabes de Palestina y de los países vecinos que combata la expansión sionista hasta sus últimos baluartes; pero también defienda los derechos de las minorías nacionales y religiosas, incluidos los judíos.
No cabe ninguna duda que el fin de la guerra verá conmociones sociales gigantescas a través de Europa y más allá de sus fronteras, es probable que en consecuencia numerosos trabajadores judíos en Palestina abandonen el campo sionista.
Si los trabajadores judíos no se unen a la lucha de los árabes por su liberación, la población judía servirá al imperialismo para reforzar su posición en Oriente y, de ser necesario, los judíos serán sacrificados al odio de Oriente. Así, el destino del Estado judío podría convertirse en el del Estado armenio establecido a fines de la última guerra mundial y que ha sido aniquilado desde que el imperialismo ha dejado de sostenerlo.
La expansión del sionismo es entonces, finalmente, un desastre para las masas judías que viven en Palestina. Solo el hundimiento del sionismo, cuanto más pronto, mejor, puede salvar a la población judía de Palestina de un destino semejante.

Los partidarios del “bi-nacionalismo” entre los sionistas

Existe un ala del sionismo cuyo objetivo pregonado es la paz con los árabes y que se opone a un Commonwealth judío en Palestina. En lugar de ello, defiende un estado “bi-nacional”.
Esta ala está compuesta por dos partes principales: por un lado, el movimiento de Haschomer Hatsair (6), sostenido por unos 20.000 electores; por el otro, por un pequeño grupo de liberales burgueses como Magnes y Kalvarisky (7).
Examinemos brevemente la posición de Haschomer:
El encabezamiento del órgano de Haschomer Hatsair presenta las siguientes palabras:

“Por el sionismo, por el socialismo y por la solidaridad entre los pueblos”. ¿Cómo explica Haschomer estas frases en su verdadero programa? En su discurso ante el Consejo ejecutivo sionista interior el 10 de noviembre de 1942, M. Yaari, el dirigente de este movimiento, ha brindado explicaciones sobre el programa de su partido. Así, ha declarado: “Este es el problema que nos ocupa: ¿Cuál es la manera más práctica para los judíos de dejar de ser una minoría en Palestina? [Es M. Yaari quien subraya]. No debemos cerrar los ojos ante el hecho que nuestra suerte será determinada por las potencias victoriosas, y que nosotros no podremos obtener en un día la completa independencia de Palestina”.

Así, el Haschomer Hatsair se vuelve contra el Estado judío en Palestina:
Porque ello no le satisface; parece que su apetito sea más grande que el de los sionistas oficiales. No solamente desea que los judíos sean mayoría en Palestina, sino también la paridad entre árabes y judíos en Palestina y en los países vecinos.
Teme aún más que el sionismo oficial que sea imposible obtener la independencia completa en Palestina. He aquí la esencia de la doctrina del bi-nacionalismo y de la solidaridad internacional de Haschomer Hatsair.
Desde luego que están preparados para vivir en paz con los árabes sobre estas bases. Pero justamente olvidan una pequeña cuestión: ¿Pueden los árabes aceptar esto como base de la paz? (…)

Los partidos comunistas y el sionismo

La Internacional Comunista, desde su concepción, se ha opuesto al sionismo. Su concepción fundamental de esta lucha, era la siguiente:
El sionismo, en tanto que consecuencia del antisemitismo, ha conocido su desarrollo más importante en el curso de la época del capitalismo decadente. La derrota revolucionaria de ese sistema significará el fin del sionismo.
El sionismo contribuye a mantener en su situación a un pueblo colonizado y refuerza la posición del imperialismo. En la lucha contra el imperialismo, es deber de todo revolucionario oponerse al sionismo.
La influencia del nacionalismo judío aliena al trabajador judío en América, en Europa, en Australia de sus colegas. El combate por una solidaridad obrera internacional necesita pues del rechazo del sionismo.
La nueva línea de los partidos comunistas ya no tiene por objetivo el derrocamiento del capitalismo por la revolución. Han cesado de defender la abolición de los imperios (por el contrario, los comunistas franceses sostienen el Gran imperio francés, y los comunistas británicos la unidad del Imperio británico). Este nuevo giro patriótico proimperialista y la disolución del Comintern ofrecen un contexto adaptado a una actitud prosionista.
El comienzo de este desarrollo es ya discernible en el prefacio de W. Gallacher [dirigente del Partido Comunista de Gran Bretaña] al libro de I. Rennap, El antisemitismo y la cuestión judía, publicado en abril de 1942. Después de haber defendido por la forma y por hábito el antisionismo, Gallacher llega a decir:

“Como ya se ha observado, la ‘particularidad’ de la minoría judía en un país capitalista reside en que ellos no forman parte del principal ejército industrial. Es una minoría que está a la cola del ejército principal. En Palestina, la situación está totalmente invertida. La ‘particularidad’ de la minoría judía allí consiste en que, gracias a su experiencia de la ciencia moderna y de la técnica occidental está a la vanguardia y podría formar la dirección económica, social y cultural de las masas campesinas árabes. ¡Qué oportunidad tienen allí los judíos, por poco que la vean!”.

Los trabajadores que viven una vida totalmente diferente de la de los árabes, los trabajadores judíos, carecen totalmente de vínculos con los problemas nacionales democráticos de Oriente (como las cuestiones de la revolución agraria, de la unidad de los países árabes, etc.) ¡Se los considera, según Gallacher, como la vanguardia de Oriente!
En lugar de sostener que solo el combate del movimiento obrero árabe, a la cabeza de las masas campesinas árabes en Palestina y el Cercano Oriente puede poner fin al sionismo y liberar así a los trabajadores judíos del campo sionista, Gallacher califica a los judíos de dirigentes de Oriente! (…)
Como lo hacen generalmente, los comunistas americanos han superado a sus hermanos británicos. Por ejemplo, el diario Morgenfreiheit, el órgano en yiddish del partido comunista de los Estados Unidos, ha publicado en su número del 26 de febrero de 1944, un artículo de uno de sus editores bajo el título El combate contra el libro blanco, que ataca a los judíos no sionistas que han osado oponerse al proyecto de resolución de transformación de Palestina en un Commonwealth judío al Comité del congreso. (…)
Así, en lugar de exigir: “Abrid las puertas de Norteamérica a los refugiados” ¡apoyan al sionismo! En lugar de la revolución socialista internacional que resuelva el problema judío… el Centro nacional judío!
(…) En todos los casos, el acercamiento del Kremlin con Churchill, Roosevelt y Smuts, su apoyo al imperialismo contra las sublevaciones revolucionarias, incluso contra las sublevaciones en las colonias, y su renuncia a la revolución socialista, la única que puede resolver el problema judío, prepara el terreno para el reconocimiento oficial de las ambiciones sionistas por parte de los partidos comunistas.

Tendrá fin la marcha conquistadora del sionismo

La marcha conquistadora del sionismo tendrá fin.
Durante esta guerra, los trabajadores británicos han exigido cada vez más el respeto de sus derechos; sus conflictos con la burguesía y el gobierno se van a multiplicar y volverse cada vez más violentos, tanto como sus conflictos con los dirigentes del partido Laborista que llaman a la unidad nacional y al sostén del Imperio. Las gigantescas huelgas que han tenido lugar en (Coeurs) Gran Bretaña son los primeros signos de su comienzo.
Los pueblos colonizados reclamarán su libertad cada vez con más vigor; ya no quieren esperar más la llegada del “nuevo mundo” que les han prometido al comienzo de la guerra.
El hundimiento del fascismo alemán provocará olas revolucionarias que superarán ampliamente a Europa; la caída del imperialismo japonés desencadenará una sucesión de revoluciones coloniales que se extenderán a las colonias controladas por los aliados.
El alzamiento de los pueblos colonizados contra todas las opresiones y las discriminaciones ayudará a los trabajadores revolucionarios en los otros países. Los trabajadores de (Coeurs) Gran Bretaña apoyarán a las colonias en su lucha por la libertad, lo que creará una nueva solidaridad internacional por la construcción de una nueva sociedad.
El sionismo perecerá junto con el podrido orden capitalista.
Miembros del partido Laborista, trabajadores que en sus corazones odian todas las opresiones y todas las discriminaciones, les reclamamos que protesten contra el proyecto de resolución del Comité ejecutivo que apunta a suprimir y a expulsar al pueblo árabe de Palestina.
Ustedes abrirán así sus brazos a las masas árabes que llevan, junto con los hermanos de otros países del Cercano Oriente, un combate difícil contra la opresión del Estado sionista.

Con nuestros saludos fraternales,
Los Socialistas de Palestina.

(*) Esta expresión, coeurs, que mantenemos en francés, y que es repetida varias veces a lo largo de la nota, es aclarada un poco más adelante, cuando señala: “Ben-Gurión ha declarado en ocasión del 19º Congreso sionista: “Quien traiciona la Coeurs (NdA, es decir, su dominación imperialista) traiciona el sionismo”. Es decir, con l’coeurs se refiere al gobierno británico, al que los autores de la nota califican: “en su dominación imperialista”.
(1) Israel Zangwill, (1864 -1926) fue un escritor británico de origen judío, uno de los propagandistas del sionismo.
(2) Cantidad de tierra que un hombre podía arar en un día, unos 1000 m2.
(3) Eretz Israel: Tierra de Israel.
(4) Gran clan familiar de Jerusalén, solo tuvo una relevancia política durante el Mandato Británico de 1920 a 1948.
(5) Transnistria es un Estado independiente ubicado en la frontera oriental de Moldavia con Ucrania. Es disputada por Rusia y Moldavia.
(6) Hashomer Hatzair es un movimiento juvenil judío sionista socialista que se fundó en Polonia en 1913. Surgió de la fusión entre Hashomer, movimiento Sionista Scout, y Tze’irei Zion, círculo cultural e intercultural judío.
(7) Judah Magnes (1877-1948), judío norteamericano pacifista, fue acusado de traidor por el sionismo. Haïm Margaliot-Kalvarisky (1868-1947), agrónomo judío polaco, pregonó el binacionalismo en Palestina.



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