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Teoría de la revolución permanente (compilación)

¿Es apropiado el momento para la consigna: los Estados Unidos de Europa?

¿Es apropiado el momento para la consigna: los Estados Unidos de Europa?

30 de junio de 1923

Publicado por primera vez en Pravda, 30 de junio de 1923. Traducción inédita del inglés para esta edición, de la versión publicada en The First 5 Years of the Communist International, V. 2, p. 341, Ed. Monad Press, EEUU, 1972.


 

En relación a la consigna de “Gobierno Obrero y Campesino”, en mi opinión éste es el momento adecuado para lanzar la consigna de “Estados Unidos de Europa”. Sólo ligando estas dos consignas obtendremos una respuesta sistemática y progresiva a los problemas más candentes del desarrollo europeo.

La última guerra imperialista fue en el fondo una guerra europea. La participación episódica de Estados Unidos y de Japón no alteraron su carácter europeo. Habiéndose asegurado lo que ella quería, Estados Unidos retiró sus manos del incendio en Europa y volvió a casa.

La fuerza motriz de la guerra fue ésta, que las fuerzas capitalistas de producción habían sobrepasado las fronteras de los Estados nacionales europeos. Alemania se había arrogado la tarea de “organizar” a Europa, o sea, unificar económicamente al continente europeo bajo su propio control, para así poder disputarse seriamente con Inglaterra el control del mundo. El intento de Francia era el de desmembrar a Alemania. La pequeña población de Francia, su carácter predominantemente agrícola y su conservadurismo económico, hacen imposible para la burguesía francesa siquiera plantearse el problema de organizar a Europa, lo cual de hecho demostró estar por encima de las fuerzas del capitalismo alemán, aún siendo apoyado como lo fue por la maquinaria militar de los Hohenzollerns. La Francia victoriosa sólo mantiene ahora su dominio balcanizando a Europa. Gran Bretaña incita y apoya la política de Francia de desmembrar y agotar a Europa, siempre ocultando su trabajo atrás de la tradicional máscara británica de hipocresía. Como resultado de esto, nuestro desafortunado continente es cortado en pedazos, dividido, está exhausto, desorganizado y balcanizado -transformado en un manicomio. La invasión del Ruhr2 es un violento desquicio acompañado de un cálculo a largo plazo (la ruina final de Alemania), una combinación no desconocida por los psiquiatras.

En el fondo la guerra plantea la necesidad que tienen las fuerzas productivas de un escenario más amplio de desarrollo, sin ser bloqueadas por murallas arancelarias. Similarmente, en la ocupación del Ruhr tan fatal para Europa y la humanidad, encontramos una expresión distorsionada de la necesidad de unir el carbón del Ruhr con el hierro de Lorena. Europa no puede desarrollarse económicamente en el marco de las fronteras estatales y aduaneras impuestas en Versalles2. Europa está obligada a remover sus fronteras, o a enfrentar la amenaza de una decadencia económica total. Pero los métodos adoptados por la burguesía en el poder para superar las fronteras que ella misma creó sólo están acelerando el caos existente y acelerando la desintegración.

Para las masas laboriosas de Europa se está volviendo más claro que la burguesía es incapaz de resolver los problemas básicos para restaurar la vida económica de Europa. La consigna de: “Gobierno Obrero y Campesino” está diseñada para satisfacer los crecientes intentos por parte de los obreros de encontrar una salida con su propio esfuerzo. Se ha vuelto ahora necesario señalar esta perspectiva de salvación más concretamente, es decir, afirmar que sólo en la cooperación económica más estrecha de los pueblos de Europa yace el camino de salvación de nuestro continente de la decadencia económica y de la esclavización al poderoso capitalismo norteamericano.

Estados Unidos se mantiene alejado de Europa, tranquilamente esperando a que la agonía económica europea haya alcanzado un punto en el cual se haga muy fácil ir y comprar Europa por unas monedas -como fue comprada Austria-. Pero Francia no puede mantenerse alejada de Alemania, como tampoco Alemania puede mantenerse al margen de Francia. Allí está el dilema central, y allí está la solución para el problema de Europa. Todo el resto es accidental. Mucho antes de la guerra imperialista nosotros reconocimos que los Estados de los Balcanes era imposible que existieran y se desarrollaran, excepto en una federación. Lo mismo es cierto para los varios fragmentos del imperio Austro-Húngaro, y para las partes occidentales de la Rusia zarista ahora viviendo afuera de la Unión Soviética. Los Apeninos, los Pirineos y Escandinavia son brazos y piernas del cuerpo europeo estirándose hacia los mares. Son incapaces de existir independientemente. El continente europeo en el estado actual de desarrollo de sus fuerzas productivas es una unidad económica -no una unidad cerrada, por supuesto, sino con profundas conexiones internas- como fue demostrado en la terrible catástrofe de la guerra mundial, y nuevamente revelado por el alocado paroxismo de la ocupación del Ruhr. Europa no es un término geográfico; Europa es un término económico, algo incomparablemente más concreto -especialmente en las condiciones de posguerra actuales- que el mercado mundial. Así como la federación fue reconocida tiempo atrás como esencial para la península balcánica, ha llegado el momento ahora de afirmar clara y definitivamente, que una federación es esencial para la Europa balcanizada.

Todavía queda por considerar la cuestión de la Unión Soviética, por un lado, y de Gran Bretaña por el otro. No hace falta decir que la Unión Soviética no se opondrá a la unión federativa de Europa, o a su propia adhesión a dicha federación. En consecuencia, también, se asegurará un puente confiable entre Europa y Asia.

El problema de Gran Bretaña es mucho más condicional; depende del ritmo con el cual se desenvuelva su desarrollo revolucionario. Si el “Gobierno de Obreros y Campesinos” triunfa en el continente europeo antes que el imperialismo británico sea derrotado -lo cual es bastante probable- entonces la Federación Europea de Obreros y Campesinos estará necesariamente enfrentada al capitalismo británico. Y, naturalmente, en el momento en que el capitalismo británico sea derrotado, las islas británicas serán bienvenidas como miembro dentro de la Federación Europea.

Se podrá preguntar: ¿por qué una Federación Europea y no una Federación Mundial? Pero esta forma de formular la pregunta es demasiado abstracta. Por supuesto, el desarrollo económico y político mundial tiende a gravitar hacia una economía mundial unificada, con su grado de centralización dependiendo del nivel tecnológico existente. Pero ahora estamos preocupados no por la futura economía socialista del mundo, sino por encontrar una solución al actual impasse europeo. Tenemos que ofrecer una solución a los obreros y campesinos de la arruinada y demolida Europa, bastante independientemente de cómo se desarrolle la revolución en Estados Unidos, Australia, Asia o África. Mirada desde este punto de vista, la consigna de los “Estados Unidos de Europa” está en el mismo plano histórico que la de “Gobierno Obrero y Campesino”; es una consigna transicional, indica una salida, una perspectiva de salvación, y brinda al mismo tiempo un impulso revolucionario a las masas laboriosas.

Sería un error medir el conjunto del proceso de la revolución mundial con la misma regla. Estados Unidos salió de la guerra fortalecido, no debilitado. La estabilidad interna de la burguesía norteamericana es todavía bastante considerable. La burguesía norteamericana está reduciendo su dependencia para con el mercado europeo a un mínimo. La revolución en Estados Unidos -considerada aparte de la de Europa- puede de esta manera ser una cuestión de décadas. ¿Quiere decir eso que la revolución en Europa debe alinearse junto a la revolución en Estados Unidos? Ciertamente que no. Si la atrasada Rusia no esperó (y no podía hacerlo) la revolución en Europa, mucho menos puede Europa esperar la revolución en Estados Unidos. Una Europa Obrera y Campesina, bloqueada por los Estados Unidos capitalistas (y quizás inclusive en principio por Gran Bretaña), será capaz de mantenerse a sí misma y desarrollarse como una unión económica y militar estrechamente consolidada.

El peligro que surge desde los Estados Unidos de América no debe ser pasado por alto (éstos alientan la destrucción de Europa, y están listos para transformarse subsiguientemente en los amos de ésta), ya que provee un lazo muy sustancial para unir a los pueblos de Europa quienes se están arruinando mutuamente, en unos “Estados Unidos Obreros y Campesinos de Europa”. Esta oposición entre Europa y los Estados Unidos surge orgánicamente de las diferencias en la situación objetiva de los países europeos y de la poderosa república trans-atlántica, y no está de ninguna manera dirigida contra la solidaridad internacional del proletariado, o en contra de los intereses de la revolución en Estados Unidos. Una de las razones del desarrollo tardío de la revolución en el mundo es la degradante dependencia europea del rico tío norteamericano (el wilsonismo, la provisión caritativa de alimentos para los distritos de Europa más afectados por la hambruna, los “préstamos” norteamericanos, etc.). Cuanto más pronto las masas europeas recuperen la confianza en sus propias fuerzas que fueron minadas durante la guerra, y cuanto más estrechamente éstas se organicen alrededor de la consigna “Repúblicas europeas de trabajadores y campesinos unidos”, más rápido se desarrollará la revolución en ambos lados del Atlántico. Así como el triunfo del proletariado en Rusia le dio un impulso poderoso al desarrollo de los partidos comunistas de Europa, de la misma manera, e incluso en un grado incomparablemente mayor, el triunfo de la revolución en Europa le dará un poderoso impulso a la revolución en Estados Unidos y en todas partes del mundo. Aunque, cuando nos abstraemos de Europa, forzosamente debemos tratar de ver a través de décadas neblinosas para percibir la revolución en Estados Unidos, de todas formas podemos afirmar con seguridad que por la secuencia natural de los eventos históricos la revolución triunfante en Europa servirá en pocos años para resquebrajar el poder de la burguesía norteamericana.

No solamente la cuestión del Ruhr, es decir, del combustible y el hierro europeo, sino también la cuestión de las reparaciones encajan en el patrón de los “Estados Unidos de Europa”. La cuestión de las reparaciones es puramente una cuestión europea, y puede ser y será resuelta en el período venidero inmediato solamente por medios europeos. La Europa de Obreros y Campesinos tendrán su propio presupuesto para reparaciones -como tendrá su propio presupuesto de guerra- mientras esté amenazada por peligros externos. Este presupuesto estará basado en impuestos graduales a las ganancias, en gravámenes al capital, en la confiscación de las riquezas saqueadas durante la guerra, etc. Su distribución será regulada por los correspondientes organismos de la Federación Europea de Obreros y Campesinos.

No debiéramos aquí darnos el lujo de especular sobre la velocidad con la cual procederá la unificación de la repúblicas europeas, en qué formas económicas y constitucionales se expresará, ni cuál será el grado de centralización que se obtendrá en el primer período del régimen de los obreros y los campesinos. Todas estas consideraciones podemos tranquilamente dejarlas para el futuro, recordando la experiencia ya adquirida por la Unión Soviética, construida sobre el suelo de la antigua Rusia zarista. Lo que es perfectamente evidente es que las barreras aduaneras deben ser demolidas. Los pueblos de Europa deben considerar a Europa como el terreno para una vida económica unificada y crecientemente planificada.

Se podría discutir que en realidad estamos hablando de una Federación Europea Socialista como parte integral de una futura Federación Mundial, y que semejante régimen sólo puede ser puesto en pie por la dictadura del proletariado. No debemos, sin embargo, detenernos a responder este argumento, ya que fue refutado por el análisis internacional hecho durante las consideraciones sobre la cuestión del “Gobierno Obrero”. Los “Estados Unidos de Europa” es una consigna que se corresponde en todos los aspectos con la consigna de “Gobierno Obrero (u Obrero y Campesino)”. ¿Es la realización del “Gobierno Obrero” posible sin la dictadura del proletariado? Solo una respuesta condicional puede ser dada a esta pregunta. En todo caso, nosotros consideramos al “Gobierno Obrero” como un estadío hacia la dictadura del proletariado. Allí es donde yace el gran valor de esta consigna para nosotros. Pero la consigna de “Estados Unidos de Europa” tiene una significación exactamente igual y paralela. Sin esta consigna complementaria los problemas fundamentales de Europa siguen suspendidos en el aire.

¿Pero esta consigna no puede ser utilizada por los pacifistas? Yo no creo que existan tales “izquierdistas” hoy en día que consideren este peligro suficiente como para rechazar la consigna. Después de todo, vivimos en 1923, y hemos aprendido un poco del pasado. Existen las mismas razones, o ausencia de razones, para temer la interpretación pacifista de los “Estados Unidos de Europa” como las hay para temer una interpretación democrático-eserista3 de la consigna “Gobierno Obrero y Campesino”. Por supuesto, si planteamos “Los Estados Unidos de Europa” como un programa independiente, como una panacea para lograr la pacificación y la reconstrucción, y si aislamos esta consigna de consignas como las de “Gobierno Obrero”, del frente único, y de la lucha de clases, ciertamente terminaremos en un democratizado wilsonismo*, o sea, en el kautskismo, e inclusive en algo más degradante (asumiendo que no hay nada más degradante que el kautskismo). Pero repito, vivimos en el año 1923 y hemos aprendido un poco del pasado. La Internacional Comunista ya es una realidad, y no será Kautsky quien inicie y controle la lucha asociada a nuestras consignas. Nuestro método de plantear el problema es opuesto al de Kautsky. El pacifismo es un programa académico, cuyo objeto es evitar la necesidad de la acción revolucionaria. Nuestra formulación, por el contrario, es un incentivo para la lucha. A los obreros de Alemania, no a los comunistas (a ellos no hace falta convencerlos), sino a los obreros en general, y en primer lugar a los trabajadores socialdemócratas, que temen las consecuencias económicas de la lucha por un gobierno de los trabajadores; a los obreros de Francia, cuyas mentes siguen obsesionadas por el problema de las reparaciones y de la deuda nacional; a los obreros de Alemania, Francia y de toda Europa, que temen que el establecimiento de un régimen obrero lleve al aislamiento y a la ruina económica de sus países, nosotros les decimos: incluso aunque fuera temporalmente aislada (y con semejante puente hacia el Este como es la Unión Soviética, sería difícil aislar a Europa), Europa sería capaz no sólo de mantenerse, sino también de consolidarse y de reconstruirse, una vez que haya derribado todas las barreras aduaneras y se haya unido económicamente a las inagotables riquezas naturales de Rusia.

Los “Estados Unidos de Europa” -una perspectiva puramente revolucionaria- es la próxima etapa en nuestra perspectiva revolucionaria general. Esta surge de las profundas diferencias entre la situación de Europa y la de Estados Unidos. Quien quiera ignorar estas diferencias, sólo ahogará, lo quiera o no, las perspectivas revolucionarias en puras abstracciones históricas. Naturalmente la Federación de Obreros y Campesinos no se detendrá en su fase europea. Estamos entonces anticipando sólo una etapa, pero una etapa de gran importancia histórica, a través de la cual debemos pasar primero.


1. La ocupación del Ruhr por las tropas francesas en enero de 1923, que se produjo por el incumplimiento del pago por parte de Alemania de las indemnizaciones estipuladas por el Tratado de Versalles, abrió la situación revolucionaria que fue desperdiciada meses más tarde por el PC alemán.

2. Tratado de Versalles: firmado en junio de 1917, reconstituyó las fronteras nacionales de acuerdo a las líneas fijadas por los Aliados en sus tratados secretos. Privó a Alemania de parte de su territorio europeo y de sus colonias de ultramar, limitó su poderío miliar y dispuso que pagara indemnizaciones de guerra. Su objetivo era desmantelar el poderío económico y militar de Alemania, pero también contener la corriente revolucionaria en ese país.

3. Eseristas: del Partido Social Revolucionario (SR), fundado en 1900, llegó a ser la expresión política de todas las corrientes populistas que existían en Rusia y fue el que más influencia tuvo en el campesinado antes de la revolución.