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Historia y balance del MAS Argentino - Parte I

Historia y balance del MAS Argentino - Parte I

Por Gabriela Liszt
Investigadora y compiladora del CEIP(1)

Aunque miles de personas, entre ellos trabajadores, estudiantes, profesionales y de los sectores populares, integraron las filas del MAS argentino durante las décadas de 1980 y 1990, hasta el momento, casi no se han realizado estudios alrededor de esta organización, que tuvo una importante influencia en la evolución y formación de los sectores de vanguardia de estas décadas. Esto se refleja en que entre los dirigentes sindicales de los conflictos actuales y en la mayoría de los partidos y grupos de izquierda, se encuentran antiguos militantes y cuadros del MAS. El MAS llegó a dirigir decenas de comisiones internas, sindicatos, organizaciones barriales y centros de estudiantes, obtener bancas en el parlamento y realizar grandes movilizaciones en Plaza de Mayo. Entre los sindicatos, tuvo varios años la codirección y una importante influencia en ATSA Capital, dirigió APOPS de Capital, la UOCRA de Neuquén, así como importantes seccionales ferroviarias, docentes y bancarias. Su mayor influencia se concentraba en el Gran Bs. As, pero tenía un importante peso electoral y sindical a nivel nacional. Su período de mayor auge lo encontró a fines del gobierno de Alfonsín y a los inicios del gobierno de Menem, entre 1987 y 1992(2). Nuestro partido, el PTS, surgió en 1988, como anticipo de las decenas de rupturas que se sucedieron desde 1992. Entre ellas el MST (en 1992), así como de decenas de grupos y corrientes más pequeños como el PRS, el FOS y Convergencia Socialista o Lucha Socialista. El grupo que hoy se denomina MAS mantiene sólo su nombre.
Las nuevas generaciones que se incorporan a la vida revolucionaria (e incluso muchos de sus antiguos militantes) conocen muy poco acerca de esta organización. El objeto de este estudio no es el conjunto de la corriente morenista, de la que el MAS formaba parte, sino que está centrado en el curso de este partido, no sólo desde el punto de vista histórico, sino desde las lecciones que se desprenden de esta experiencia, en función de la construcción de un partido revolucionario. Ninguna de las agrupaciones provenientes del MAS, salvo nuestra corriente, se ha propuesto esta tarea. Profundizar el debate sobre las conclusiones del último ascenso revolucionario en nuestro países de vital importancia para los marxistas y para las nuevas generaciones, teniendo en cuenta que vuelve a estar planteado la posibilidad que de que el movimiento obrero termine de hacer la experiencia con sus dirección peronista y retome la tradición dejada por los combates de clase de los ‘70.
En esta primera parte abordaremos la visión internacional, las concepciones teóricas y políticas que dieron origen al MAS y sus primeros dos años de existencia. En posteriores artículos proseguiremos este estudio llegando hasta 1992, año en el que comienza su mayor declive.

Una adaptación a las “Transiciones a la democracia” y a la socialdemocracia a nivel internacional

El proyecto de construir el MAS surgió como parte de una visión internacional impresionista, ecléctica y oportunista de la situación surgida luego de la derrota de Estados Unidos en Vietnam, la revolución portuguesa, el giro en la política del imperialismo norteamericano y el avance electoral de la socialdemocracia europea.
El resultado de la guerra en Vietnam mostraba que el imperialismo más poderoso del mundo podía ser derrotado por una semicolonia empobrecida. La debilidad que le imprimió esta derrota, así como el desarrollo de procesos revolucionarios en países centrales aunque de segundo orden como en Portugal en 1974, forzaron al imperialismo a utilizar trampas “democráticas” como tácticas defensivas para desviar estos procesos o ascensos, que surgieron sobre todo como lucha contra antiguas dictaduras. Esta política aplicada en Portugal, será continuada en España y Grecia, aunque de forma más preventiva y ordenada a través de las denominadas “transiciones a la democracia”. Esta táctica, que tuvo un carácter defensivo durante el gobierno de Carter cuyo perfil era “la defensa de los derechos humanos y la democracia”, tomará un carácter ofensivo con el gobierno de R. Reagan en EE.UU., M. Thatcher en Gran Bretaña y el Papa Juan Pablo II (el Papa polaco) quienes inaugurarán dos décadas de ofensiva “neoliberal” con la cobertura de “la lucha por la democracia”, combinando estas transiciones con intervenciones militares indirectas (Nicaragua y El Salvador), guerras contrarrevolucionarias (Malvinas), apoyo a golpes contrarrevolucionarios (Polonia) y derrotas de los trabajadores de sus mismos países(3).
La corriente morenista analizó, ya en 1977, esta política de “contrarrevolución democrática”(4) implementada a través del Plan Carter que fue dictado por la Trilateral (EE.UU., la Comunidad Económica Europea y Japón) para desviar la revolución portuguesa(5) de 1974 o las “aperturas democráticas” preventivas en dictaduras como en Brasil o Uruguay, desde los ‘70. La revolución iraní, la nicaragüense y el proceso revolucionario polaco a fines de los ‘70 y principios de los ‘80 parecían confirmar que Vietnam había inaugurado una nueva etapa revolucionaria a nivel mundial. Sin embargo, las derrotas de estos procesos debido a la falta de una dirección revolucionaria, permitieron al imperialismo privilegiar cada vez más la política de “contrarrevolución democrática”. Es justamente en este punto de inflexión cuando el morenismo abandona el análisis de esta política y por el contrario, ve una cada vez mayor agudización en el enfrentamiento entre la contrarrevolución y la revolución. Esta lucha se da entre “la Santa Alianza contrarrevolucionaria”, liderada por Reagan (EE.UU.) y Breznev (URSS), quienes se dividían el mundo (el segundo subordinado al primero) y actuaban a través de golpes contrarrevolucionarios (como el apoyo al golpe de Jaruzelski en Polonia en 1981) o ataques militares (como la “contra” nicaragüense), implantando “totalitarismos” en todas partes; y del otro lado, y a la ofensiva, se encontraba la “revolución inminente y generalizada” en todo el mundo(6). Según Moreno, estas revoluciones se desarrollaban en el Este, donde los trabajadores buscaban imponer la democracia obrera y en el Oeste, donde luchaban por expropiar al capitalismo y por el socialismo(7). En este marco, la “contrarrevolución democrática” era un desvío episódico, ya que sólo se podía derrotar a las masas, según el morenismo, con golpes contrarrevolucionarios. De esta forma, haciendo caracterizaciones de “ultraizquierda”, el morenismo terminó convirtiendo a las “contrarrevoluciones democráticas” en “revoluciones democráticas triunfantes” (revisando en función de esto la teoría de la revolución permanente)(8), adaptándose a las transiciones y al régimen democrático burgués surgido de ellas.
Justamente fue la política de “contrarrevolución democrática” la que impidió la extensión de la revolución portuguesa hacia Europa y la que con transiciones más o menos ordenadas, desvió procesos en muchos casos revolucionarios o prerrevolucionarios, implantando democracias burguesas relativamente estables en la periferia semicolonial y alejando la perspectiva de la revolución proletaria.
En estas aperturas o desvíos “democráticos” jugó un rol central la socialdemocracia (en especial el Partido Socialista portugués y el PSOE español)(9) y en algunos casos, los partidos comunistas. La socialdemocracia europea en particular utilizó las expectativas democráticas de las masas, luego de décadas de dictaduras en Portugal, España y Grecia, para gobernar y aplicar nuevos planes ofensivos hacia el movimiento obrero y de masas durante los ‘80 (en la Argentina, ese rol será jugado por el radicalismo con Alfonsín). En Francia, el PS también ascendió electoralmente como parte de este proceso. El morenismo, por el contrario, deduce que este crecimiento electoral refleja una “oleada mundial de lucha e izquierdización”(10) que comenzando por España “lo que está creciendo y avanzando en el mundo son las fuerzas del socialismo y que esa ola viene para América Latina, como lo muestra el 30% de los votos de la Izquierda en Perú”(11). De los triunfos electorales de la socialdemocracia (y no del surgimiento de sectores radicalizados en su seno), el morenismo extrajo la conclusión de que debía construirse como parte de esta “corriente objetiva” en todos los países posibles. Los siguientes son algunos ejemplos:
En Brasil, según la Estrategia Socialista N° 5 (enero-febrero de 1983), la dictadura de Figueiredo adopta en 1974 el plan de contrarrevolución democrática de la Trilateral y el Plan Carter, denominado de “apertura lenta, gradual y segura” que consistía en realizar elecciones amañadas. En 1976, el morenismo funda Convergencia Socialista.
La “Convergencia” a la que se llamaba era a un frente con todos los que se reivindican socialistas, entre ellos al ala izquierda del Movimiento Democrático Brasilero(12), dirigida por el en ese momento “centroizquierdista”, Fernando H. Cardoso(13).
En Perú, en 1977, luego de una huelga general, el Gral. Morales Bermúdez convoca a una Asamblea Constituyente para canalizar “democráticamente” el ascenso del movimiento de masas que se desarrollaba desde 1975. El FOCEP (un frente único del que forma parte el PST peruano) se presentó a estas elecciones (que caracterizaba como un triunfo de las luchas) sacando 3 diputados y 2 senadores. Según Opción, el “eco” del socialismo europeo se refleja en el 30% de los votos que sumaron las 6 listas que se presentaron de izquierda(14).
Cuando triunfa Mitterrand en Francia (mayo de 1981), el morenismo se encontraba en un reciente acuerdo internacional con la OCI (corriente trotskista dirigida por Pierre Lambert, cuyo principal partido era el PCI francés). En la Argentina, Eduardo Expósito, dirigente del PST, escribe un documento llamado el “identikit” o “perfil” del partido, donde afirma que muchos compañeros fueron felicitados en sus lugares de trabajo por el triunfo socialista en Francia y que este hecho demostraba entre otras cosas, “el reconocimiento de que en nuestro país esa corriente está representada por nosotros” y que el PST era “el gran partido de la resistencia [a la dictadura, NdR] que forma parte de esta corriente mundial”. En esta misma tónica, Opción llega a plantear que en Francia, con el triunfo del socialismo “se abrió una nueva etapa: la de la desestabilización del estado burgués y la perspectiva de avanzar hacia una crisis revolucionaria”(15), reivindicando la política de la OCI de llamar a votar a Mitterrand en primera y segunda vuelta. Moreno, que se encontraba fuera del país, responderá con el “Anti-identikit”, cuestionando el documento de Expósito por dedicarle tanto espacio a Francia, cuando en Argentina “no hay ningún movimiento de masas que esté por repetir el caso francés” y porque “no somos la expresión en nuestro país de la ‘corriente’ de Mitterrand, sino una corriente enemiga mortal de la II Internacional de Mitterrand”. Sin embargo, Moreno también reivindica la política de la OCI “que centró toda su táctica en ‘derrotar’ a Giscard” (es decir, una táctica electoral en función de los “campos burgueses progresivos”) y por no dividir los votos llamando a votar a LO o la LCR que presentaron candidatos en la primera vuelta. En relación a Argentina Moreno advierte que el documento, al volcar todo el peso en la formación de un gran partido socialista, “al eliminar la variante laborista, eliminamos la campaña por la independencia política de la clase”. A su vez, “que les vean como parte de una corriente socialista mundial, la de Mitterrand, es bueno en el marco de la ignorancia de la clase obrera argentina y de su bajísimo nivel político, y es malo, un peligro, que nuestro partido se identifique a sí mismo como un partido socialdemócrata”. Sin embargo esta política de “identificación” era sostenida en los periódicos por el PST argentino, por lo menos desde 1977, y será la principal política para la fundación del MAS.
Meses después de este documento el morenismo dará un giro pragmático hacia la izquierda y romperá el acuerdo con la OCI por considerar una traición la política del PCI de apoyar al Frente Popular de Mitterrand a través de la “teoría de los campos burgueses progresivos”(16).
Tras esta ruptura, en enero de 1982, se funda la LIT (CI)(17), prestigiada frente sus militantes por ser la continuadora de la Fracción Bolchevique, organizadora de la Brigada Simón Bolívar que participó en la revolución nicaragüense(18) y que sostuvo una política en general correcta en el proceso polaco y por la reciente ruptura “principista” con la OCI. En las Tesis de fundación de la LIT se hace el balance del acuerdo con la OCI como un “error táctico” debido a una caracterización equivocada del lambertismo que “venía desarrollando una nueva variante revisionista [...]: la adaptación a la socialdemocracia, en auge electoral en los últimos años” y que a las Tesis del acuerdo les faltaban “una tesis sobre el frente popular y otra sobre la socialdemocracia”(19). Estas Tesis partían del análisis de que se atravesaba una era revolucionaria plagada de revoluciones de “febrero” pero que éstas tenían direcciones burocráticas y/o pequeñoburguesas que lograban poner freno antes de llegar a la expropiación y se terminaba reconstruyendo el Estado burgués o recobrando una relativa estabilidad. Sin embargo, estos aparatos se estaban desmoronando y por lo tanto se abría un “camino extraordinariamente despejado” para los trotskistas.
En España, luego de realizar un entrismo al PSOE durante los años 1977-79(20), según Moreno, “nos dimos cuenta que era entrismo en el vacío”(21) y criticará al PST español por hacer una caracterización equivocada sobre el régimen de la monarquía y por no comprender el papel desempeñado por la continuidad de los aparatos franquistas y la necesidad de denunciarlos y enfrentarlos cotidianamente. Sin embargo, luego de hacer esta crítica y de decir que el PSOE y el PC están unidos al régimen en una política de desmovilización, llama a un gobierno de estos partidos(22).

La guerra de Malvinas, la caída de la dictadura y la adaptación a la "contrarrevolución democrática" del PST (A)

1) La guerra de Malvinas

Luego de los peores años de la dictadura en la Argentina, en 1979, se produce un paulatino ascenso obrero que incluye la primera Jornada Nacional de Protesta llamada por la CGT. En 1980, la crisis económica repercute en la clase media, quitándole base social a la dictadura, al tiempo que se generalizan las luchas obreras que adquieren cada vez más un carácter antidictatorial y empiezan a tomar las reivindicaciones democráticas, tendiendo a la alianza obrera y popular, llegando a su momento cúlmine con la movilización del 30 de marzo de 1982(23). Para desviar esta situación, la dictadura ocupa de forma imprevista y aventurera las islas Malvinas.
El PST, apenas declarada la guerra, llama a continuar la movilización del 30 de marzo contra la dictadura con un plan de lucha de la CGT y la CNT(24). Como declaración de último momento, llama a estar del lado argentino contra Gran Bretaña, no permitiendo a su vez que la guerra sea un pretexto para suspender la lucha de clases, y a luchar por un gobierno obrero y popular que rompa con el imperialismo. En los siguientes números, cuando comienzan a crecer las movilizaciones en apoyo a la guerra, el PST define correctamente el carácter de ésta como una guerra antimperialista progresiva, más allá de los regímenes enfrentados (una dictadura semicolonial contra una “democracia” imperialista), pronunciándose por la derrota del imperialismo anglo-yanqui, ubicándose en el campo militar de la dictadura aunque sin dar apoyo político, denunciando la política de negociación y la “mediación” de EE.UU., planteando la ruptura de relaciones, la expropiación de las empresas imperialistas (en particular de Gran Bretaña y EE.UU.) y el no pago de la deuda externa, llamando a la unidad de acción antiimperialista encabezada por la CGT, la unidad latinoamericana y a impulsar acciones de solidaridad, en particular en Gran Bretaña. Sin embargo, estas acciones y el triunfo de Argentina en la guerra suponía superar a la dirección militar, ya que apenas ésta se hizo conciente de la magnitud del hecho que había provocado hizo todo lo posible para retroceder sobre sus pasos. En una polémica con la LSR italiana (integrante de la LIT en ese momento), titulada “Principistas, pero inconsecuentes”, Mercedes Petit, critica a esta corriente por no definirse claramente por el campo militar de la Argentina. A su vez, critica el oportunismo de Convergencia Socialista de Brasil, por definir que el PST deja para después la lucha contra la dictadura (según Petit, oportunistas eran los que se oponían a la guerra por ser dirigida por una dictadura). A esto le responde que la guerra impone cambios en la táctica, en la forma, aunque no se suspende la lucha contra la dictadura: el eje ahora pasa por levantar el programa y criticar las “debilidades” y “vacilaciones de la Junta”, “sin renunciar al objetivo de derribarla”(25). En la práctica, este objetivo quedaba para una lucha posterior, ya que mediante un pensamiento etapista, se sostenía que si se ganaba la guerra, luego sería más fácil derribar a la dictadura.
Las críticas del morenismo a la dictadura se centrarán en su “forma de conducir la guerra”, diferenciándose claramente de los sectores pacifistas pero cediendo al “patriotismo” que se comenzaba a desarrollar en las masas esta posición se refleja en el embellecimiento de la CGT Brasil (dirigida por Ubaldini, quien había declarado “Primero la patria”) y en el rol subordinado que se le da al movimiento obrero. A este último se lo llama a conformar comisiones de lucha y movilización contra la agresión imperialista, organizar la solidaridad y colectas y reclutar voluntarios, con el objetivo de garantizar y vigilar que se cumplan las medidas y a “reclamar” al régimen militar plenas libertades democráticas y la defensa del nivel de vida de los trabajadores (aumento de salarios, contra despidos). Luego se dejarán las comisiones de lado y se llamará a la CGT a reorganizar al movimiento obrero, a través de cuerpos de delegados y comisiones internas para apoyar la lucha(26).
A pesar de que Moreno luego definirá que con la guerra se abrió una situación revolucionaria, la clase obrera interviene en ella de forma diluida, retrocediendo del rol que había comenzado a tomar antes de la guerra. Aunque la política del PST se puede considerar en general principista, la falta de una política para que el movimiento obrero acaudille a la nación y forme organizaciones independientes, demuestra que su estrategia no era transformar la “maniobra de guerra” de la dictadura en una verdadera guerra antiimperialista que abriera paso a la revolución proletaria.
Al mismo tiempo, el PST fue el único que, correctamente, llamó a no concurrir a las misas dadas por el Papa Juan Pablo II (entre el 10 y el 13 de junio), a la que asistieron los militares cuatro días antes de su rendición. El PST denunció claramente el rol “pacificador” del Papa en la semicolonial Argentina al mismo tiempo que apoyaba a la monarquía inglesa. La Multipartidaria (PJ, UCR, MID, PDC y PI) junto al Partido Comunista, así como las dos CGT (Brasil y Azopardo) llamaron a concurrir a estos actos masivamente(27).
Moreno analizó que el triunfo de esta política, que utilizó el pacifismo de amplios sectores de la clase media (empezando por los artistas y profesionales que se inclinaban mayoritariamente por el alfonsinismo), permitió la derrota de la nación frente al imperialismo inglés y fortaleció el rol “opositor” de la Multipartidaria. Pero deja de lado esta conclusión, cuando se produce la caída de Galtieri, justamente cuando este relativo fortalecimiento de la “contrarrevolución democrática”, junto a la falta de intervención del movimiento obrero como tal, permite que ante la caída de Galtieri y a pesar del relativo vacío de poder, los partidos burgueses puedan impedir una crisis mayor y sostener a un militar por quince meses más.

2) ¿“Revolución democrática triunfante” o “contrarrevolución democrática”?

El gobierno de Galtieri, herido de muerte, cayó dos días después de la protesta provocada por la rendición, el 15 de junio de 1982, luego de dos meses y medio de guerra. Desde esta fecha transcurre una semana de relativo “vacío de poder”(28), hasta el 24 de junio, cuando la Multipartidaria (junto al Partido Comunista), se reúne en el Congreso para apoyar la asunción de Bignone (convirtiéndose en su principal sostén), acordando que éste presida una transición hacia la realización de elecciones (en principio para 1984).
Durante este relativo vacío, Palabra Socialista reclama “Elecciones inmediatas para una Asamblea Constituyente”(29). Esta consigna, aunque no del todo correcta, se ubicaba más a la izquierda que la que propondría Moreno en marzo de 1983. Moreno criticará la posición del partido durante este vacío, por haber actuado tardíamente: “La vieja consigna de ¡Abajo la dictadura! se había convertido en algo relativamente abstracto, porque la
‘dictadura’, es decir el régimen, ya había caído”. Sin embargo, la consigna no era tan “abstracta”, ya que los militares no habían caído “del todo”. Moreno vuelve a aplicar la lógica del ’75(30), justificando la subordinación del movimiento obrero a un organismo burgués en la falta de un organismo de la clase a quien plantearle el poder. Por ello para él, sólo se podía plantear: “¡Que asuma el Congreso de 1976!”, ya que ésta era “la última institución democrática que habíamos tenido”(31). La consigna propuesta por Moreno, lejos de una consigna de poder para desarrollar la movilización independiente como podía ser una Asamblea Constituyente revolucionaria, implicaba la entrega directa del gobierno a los partidos burgueses que formaban parte del Congreso del ‘76, es decir, el PJ y la UCR, los mismos que habían instigado el golpe y que luego sostendrían a Bignone para impedir una caída abrupta de la dictadura, una mayor crisis en las FF.AA. y orquestar la transición hacia un régimen democrático burgués. La teoría de la “revolución democrática” que había comenzado a esbozar Moreno poco antes de la guerra de Malvinas como una etapa necesaria en la lucha contra los “totalitarismos” más allá de qué partidos tomaran el poder, se vio plasmada en la Argentina, ya no como un mero hecho objetivo, sino como programa.
Para Moreno, “el resultado de esa crisis revolucionaria [luego de la caída de Galtieri, NdR] fue la destrucción del viejo régimen, o sea del Proceso, y el nacimiento de un nuevo régimen, el que formalmente preside Bignone, que es exactamente lo contrario. Antes era un régimen fuerte, contrarrevolucionario, genocida y totalitario, ahora es un régimen débil, con amplísimas libertades democráticas. [...] Precisamente porque hubo una crisis revolucionaria que culminó con la destrucción del viejo régimen y su reemplazo por una nuevo diametralmente diferente, decimos que en nuestro país triunfó una revolución”(32). Luego afirma que por su absoluta debilidad el gobierno de Bignone es kerenkista o semikerenskista (más allá de la no existencia de organismos de doble poder). Al mismo tiempo no niega que subsistan elementos del pasado contrarrevolucionario, pero los relativiza de forma brutal: “Bajo Bignone son asesinados Dupont, Dalmiro Flores [durante la marcha de la Multipartidaria del 16/12/82, NdR], Pereyra Rossi y Cambiasso, pero son cuatro asesinatos en 15 meses, y antes fueron miles por año” [¡!].
Para Moreno, se había abierto una nueva etapa revolucionaria caracterizada por cuatro factores. En primer lugar, “la ida inexorable hacia las elecciones”, en segundo, la apertura democrática y legal, luego, la crisis del sistema capitalista semicolonial y sus instituciones y en cuarto lugar, la movilización del movimiento de masas con la clase obrera en la escena central. Al mismo tiempo que pone la política de la contrarrevolución democrática como parte de los factores revolucionarios, afirma que la burguesía trata de utilizar los dos primeros factores contra los segundos y, que a pesar de algunos triunfos en esta política, es “un éxito efímero, de vuelo corto”.
En realidad, como ya dijimos, Moreno con una aparente caracterización de “ultraizquierda” que habla de “revolución” y “situación revolucionaria”, encubre una política que cedía al escenario montado por la burguesía. La “revolución democrática triunfante” de Moreno desvirtuaba la idea de “revolución” ya que ésta se limitaba no sólo a un cambio de régimen sino que la principal conquista de ésta se daba en el terreno de la democracia formal (particularmente, las elecciones). Desvirtúa a su vez las tareas democráticas que debían ser resueltas, ya que no tenía en cuenta la derrota sufrida en relación con una de las tareas democráticas más importantes: la liberación de Argentina de la opresión imperialista. Esta derrota tendrá consecuencias no sólo para nuestro país sino para el conjunto de América Latina y los países semicoloniales, instalando en la conciencia en las masas y por un largo período, la imposibilidad de derrotar militarmente al imperialismo (revirtiendo en ese sentido las secuelas de Vietnam). Por otro lado, Moreno tampoco tiene en cuenta que durante esta “revolución” disminuye la conflictividad obrera, que pasa de 432 conflictos durante 1980 a 128 en 1982, ni la falta de desarrollo de organizaciones independientes del movimiento de masas ya que para su “revolución democrática”, estos factores son secundarios(33). Verdaderamente ni hubo previamente una situación revolucionaria, ni la dictadura cayó por medio de una revolución ni tampoco se abrió inmediatamente una nueva situación revolucionaria. La dictadura cayó como producto de la movilización de las masas en el período anterior a Malvinas a lo que se unió la crisis provocada por la derrota de la guerra, combinado con una fuerte crisis económica y el pase de la clase media a una salida democrática. En este sentido se puede decir que previamente a la caída existía una situación prerrevolucionaria que con fuertes crisis logra ser desviada a través de una contrarrevolución democrática montada por el Papa y la Multipartidaria (en particular, Alfonsín) y el imperialismo que “luchaba por la democracia”.
A pesar de su debilidad, el régimen de transición de Bignone logra permanecer en el gobierno durante quince meses, recomponiendo la Junta Militar, aplicando sucesivos tarifazos, manteniendo el estado de sitio (aunque inaplicable en los hechos), realiza acciones represivas y promulga una ley de autoamnistía. Entrando de lleno en la política de “transición hacia el régimen democrático burgués”, el PST plantea ¡Elecciones ya, sin proscripciones ni concertación!(34) y no liga la necesidad de la huelga general a la tarea de terminar definitivamente con las FF.AA. y el régimen sostenido por la Multipartidaria.
Por el contrario, se llama a peronistas, radicales y comunistas a luchar unidos por una urgente salida democrática, dejando para la huelga general los reclamos económicos (salarios, subsidios para los desocupados, retiro de los interventores en los sindicatos y obras sociales). El llamado a realizar una Asamblea Constituyente queda subordinado al llamado a la unidad por las elecciones, dando como ejemplos a seguir las Constituyentes que justamente sirvieron para desviar procesos revolucionarios o de ascenso, como las de Perú en 1978 y Portugal en 1975.

La fundación y el proyecto del MAS

El MAS fue concebido desde sus inicios como un proyecto centralmente electoral, que se ubicó como “pata izquierda” del régimen transicional de Bignone apoyado en la Multipartidaria. El acuerdo central de éstos era canalizar los reclamos de las masas hacia las expectativas electorales y hacia el régimen democrático burgués, para fortalecer las instituciones desprestigiadas, especialmente los partidos y sindicatos y, en la medida de lo posible, impedir una crisis mayor de las FF.AA..
En agosto de 1982 se publica un documento interno clandestino para la discusión del proyecto de crear el Movimiento al Socialismo(35). En él se parte de que las elecciones eran inevitables dada la improbabilidad de una crisis económica, una ruptura del acuerdo entre partidos o un estallido obrero y popular, y que debido a que “las masas obreras y populares todavía no han irrumpido con grandes huelgas o movilizaciones”, la situación revolucionaria abierta con Malvinas, se había tornado
“sui generis” (como vimos, Moreno luego podará la definición de situación revolucionaria resolviendo, a su manera, el problema de “sui generis”). Según este documento, en esta situación se facilitaba la construcción de una alternativa en el terreno político, es decir, un gran Partido Socialista, dado que ya existía un movimiento más amplio que el PST y que se podía convertir en una corriente de masas como el FOCEP peruano o el PSOE en España, “con la diferencia en este segundo caso de que por nuestra presencia iría mucho más a la izquierda”. El documento afirma que existen sectores del viejo tronco socialista que buscan una salida a la situación y ven las perspectivas de una corriente socialista, planteando que hay que acostumbrarse incluso a convivir con sectores reformistas, pero que esto no sería oportunismo siempre que no se renunciara a la independencia de clase, por eso no se llamaba a sectores “nacionales o progresistas”. También plantea que esta táctica facilitará la tarea de arrancar la legalidad al régimen.
Esta propuesta no partía de la existencia de una izquierdización o surgimiento de alas centristas en estos partidos. Se apostaba a que los trotskistas, formando parte de esta corriente socialista amplia (o lo más amplia posible), harían un “polo de izquierda” que impactaría, en las futuras elecciones de 1983, sobre una clase obrera mayoritariamente peronista (pero muy en crisis debido al isabelismo y a la actuación del PJ durante la dictadura) y desde allí, ruptura electoral mediante, construirían el “partido socialista de masas”, similar al PSOE pero mucho más a la izquierda debido a la presencia de los morenistas(36).
Moreno y sus seguidores separaban la necesaria ruptura de los trabajadores con su dirección peronista, en ruptura política (en forma de partido, movimiento o frente) y sindical (cuando se recuperaran los sindicatos de las manos de la burocracia peronista, a través de elecciones o luchas). A pesar de que manejaban tres variantes para la ruptura política: partido laborista, partido socialista o una combinación de ambos, según un documento presentado a la LIT en marzo de 1983(37): “La inviabilidad del partido obrero en la etapa inmediata nos llevó a barajar las otras dos posibilidades, que no se contradecían: llamar a la formación de un partido socialista”. En realidad, la apuesta a la variante socialista existía, por lo menos, desde la aparición del periódico Unidad Socialista (abril de 1977) y especialmente después del triunfo electoral del PSOE en España en julio de 1977(38). El PST apostaba a que los triunfos del socialismo en Europa repercutirían en América Latina, como ya había sucedido en Perú en 1980. De esto se deducía que la corriente objetiva que venía era “socialista” y la verdadera expectativa era que el MAS sacara alrededor de 500.000 votos.
Internamente, la dirección nacional contaba con el prestigio de Nahuel Moreno de ser parte fundamental de la dirección de la LIT(39) y de haber intervenido en general correctamente durante la guerra de Malvinas. Aunque hubo cierta resistencia interna al proyecto del MAS, casi todos los militantes del PST pasaron a formar parte de sus filas, convencidos con el argumento de que era un “disfraz táctico” en el camino de un partido revolucionario para la revolución socialista.
Se puede dar como fecha de fundación del Movimiento al Socialismo el 7 de septiembre de 1982, cuando fue publicada una solicitada en los diarios Clarín y Rosario(40), llamada “Es la hora del socialismo” y firmada por la Junta Promotora del MAS (formada entre otros por Rubén Visconti y el escritor Luis Franco). En ella se llama a construir un gran Partido Socialista, afirmando que esta fuerza ya existió en nuestro país, pero que se dispersó debido a la “incomprensión del populismo” y a enfrentamientos estériles(41). La única condición para integrar el “movimiento” era no realizar alianzas con la burguesía ni con “socialistas totalitarios” (es decir, el Partido Comunista). Como base del acuerdo se propone la “Declaración de Principios” del Partido Socialista de 1896, redactada por Juan B. Justo. El llamado incluía a corrientes como el Partido Socialista Popular, el Partido Socialista Auténtico, el Partido Socialista Democrático y la Confederación Socialista.
Paralelamente, aparecen dos números (en septiembre y octubre) del periódico MAS. Estos ya están completamente ubicados desde la perspectiva electoral, como “pata izquierda” de la democracia burguesa(42), lanzando el llamado a la unidad socialista. En su primer número y sin tapujos, se llama a la concurrencia al acto de la Federación de Box donde se celebrará el seguro triunfo del PSOE en España convocado por la Mesa de Unidad Socialista: “Todo el apoyo del MAS al triunfo del PSOE: [...] la pujanza del PSOE y su posible triunfo no hace más que corroborar una realidad que se ha demostrado recientemente en Francia y en Grecia(43): en las democracias modernas el socialismo es multitudinario [...] El MAS apoya y fervientemente llama a concurrir para demostrar que los socialistas en Argentina nos preparamos para el mismo camino que nuestros hermanos españoles”(44).
En noviembre de 1982 sale como semanario el primer Solidaridad Socialista (SS). En el nombre del periódico se destaca la palabra Solidaridad, imitando el logo de la organización obrera polaca que surgió en el curso de la revolución política. Durante varios números, bajo el título “Marcha del movimiento”, los partidos socialistas son felicitados o criticados según su actitud hacia la unidad, sin realizar la menor crítica a su presente ni a su pasado(45). Por el contrario, en la contratapa del primer número, R. Saccone, en su nota “Media España quiere el socialismo”, suma los votos del PSOE a los del PST (que había presentado candidaturas propias) y otros grupos para afirmar que la izquierda logró el 50% de los votos afirmando que esto “forma parte de un proceso más amplio: en todo el mundo las masas buscan un camino para derrotar a las dictaduras y a la explotación capitalista e imperialista, inclinándose por el socialismo, allí donde pueden construir herramientas partidarias que lo encarnen”.
La negativa de las distintas corrientes socialistas a este llamado (ya que orbitaban en general alrededor del PJ o la UCR), fue la que impuso los posteriores giros en esta política. En enero de 1983, ya se plantea la unidad socialista en forma más acotada, hablando de “grupos o individuos” que se pueden unir para hacer un gran Partido Socialista. Poco después se llama a construir un Partido de trabajadores, socialista, sin patrones ni militares, aunque al mismo tiempo se sigue hablando de la “unidad socialista”. Mientras tanto, los dirigentes que se destacan no son trabajadores sino socialistas como Rubén Visconti o abogados como Luis Zamora y Marcelo Parrilli, o viejos dirigentes trotskistas, pero desligados en ese momento de la clase (E. Expósito, E. Sorans, R. Saccone).
Para marzo de 1983, el PSP, el PC(46) y la izquierda peronista ya habían definido su voto por el PJ. El MAS llama a que desistan de esta posición: “Todavía es tiempo... que no digan que no fueron advertidos a tiempo”. Con relación al PO, los escasos intentos de unidad fracasarán, según el MAS, debido a que el PO se negaba a hablar de socialismo(47).

Los inicios

La construcción del MAS, desde su fundación hasta las elecciones de octubre de 1983, será de “tipo socialdemócrata” centrada en la militancia barrial, las afiliaciones, la apertura de locales, las reuniones asamblearias, el apoyo a las luchas y la distribución del periódico, todo esto desligado de una construcción estructural en el movimiento obrero y con una baja calidad de cuadros, que en general carecían de formación marxista(48). Moreno justificará esta práctica de la siguiente manera: “Nuestra intervención en el proceso legal y electoral nos ha permitido el espectacular crecimiento de nuestros locales y nuestra prensa. Hay grandes síntomas de que una amplia vanguardia, o quizás un sector aún minoritario de la base obrera peronista, está rompiendo ya mismo con su partido tradicional. Esta es la única explicación objetiva de nuestros éxitos. Comenzamos a caminar hacia la construcción de un partido socialista revolucionario de masas”. Mientras, en los SS se seguía llamando a construir un... gran Partido Socialista. Justificado en las supuestas circunstancias “excepcionales”, a través de su política pública y de su práctica militante, transformó una táctica de construcción (de por sí incorrecta para construir un partido revolucionario) en el fin mismo, confundiendo sus fronteras en la política y en la organización, con el reformismo al cual llamaba para concretar la táctica: “Finalmente, el partido en circunstancias para nosotros excepcionales, como es la participación en procesos electorales burgueses, a veces debe adoptar una forma organizativa de tipo geográfico-barrial y hasta remitir a un segundo plano, en ciertas ocasiones, la clásica inserción estructural de sus organismos (por empresa o lugar de estudio, además y por encima de los barrios)”(49). Sólo el fracaso de este proyecto en las elecciones de 1983, como veremos más adelante, impidió que estas fronteras se hicieran aún más borrosas, posibilitando un giro a transformarse directamente en un nuevo partido reformista.
En toda la actividad desarrollada se evidencia una concepción de crecimiento de de forma evolutiva. Desde el primer periódico, ocupan páginas centrales la campaña por la apertura de “200 locales”, que se abrirán de manera fulgurante(50) y que luego se convertirá en los “500 locales” (claves para Moreno para llegar a los obreros peronistas). Según datos del SS N° 11, al 31 de enero de 1983, se habían abierto 197 locales, se repartía una tirada de 30.000 SS y se habían conseguido 10.100 afiliaciones (sobre 38.000 que se necesitaba para la legalidad nacional). En los primeros SS del ’83, una columna permanente, “Construyendo el MAS”, orienta “pedagógicamente” a los militantes para la apertura del barrio (titulado “Buenos días, vecino...”), el pago del alquiler, la asamblea del local o el piqueteo del periódico. Las campañas internacionales forman parte del “perfil” del MAS contra los regímenes “totalitarios”: las 20.000 firmas por Polonia(51) es parte de la lucha por la democracia obrera en los países socialistas; el apoyo a Centroamérica contra la ofensiva yanqui, Nicaragua en particular, forma parte de la lucha contra el capitalismo.
En marzo el MAS anuncia la superación del número de afiliaciones necesarias (48.444), y la apertura de 400 locales. Al mismo tiempo, sigue sosteniendo que la transición electoral durará muy poco debido a la crisis económica, política y social y que las masivas afiliaciones logradas por el PJ y la UCR no significaban nada, ya que eran un “espejismo electoral”(52).
La marcha del 30 de marzo convocada por la CGT Brasil, es reflejada por el SS bajo el título “Por cada tres peronistas, un socialista”. Allí se dice que concurrieron pocos activistas (10.000) pero un 25 % eran socialistas (el resto se deducía que eran peronistas). Especulando con que si la burocracia hubiera realizado asambleas la concurrencia sería cuatro o cinco veces mayor, se deduce que esto demostraba “que la fracción socialista, de los compañeros que luchan por construir un nuevo partido frente a la defección del peronismo y de todos los viejos partidos, es ya una realidad a nivel de la vanguardia luchadora”.
Para conmemorar el 1° de Mayo, realiza “60 actos en todo el país”. Según SS, el acto central fue en Córdoba (donde también se conmemoró el Cordobazo) y asistieron 1.300 personas. En San Juan se realizó en unidad con el PSA. En el Chaco lo realizaron junto a... Intransigencia y Movilización Peronista.
A fines de junio, el SS vuelve a llamar a “un frente para la unidad de las fuerzas socialistas”, partiendo de que todos juntos suman 300.000 afiliaciones y calculando que serían la tercera o cuarta fuerza del país. Se llama a terminar con la dispersión provocada por los anuncios del PC o el PSD de hacer acuerdos con fuerzas no socialistas y a unirse en base a un programa, contra todo pacto con los partidos patronales y por una interna única. Sin embargo, inmediatamente después del 1° de Mayo, el MAS comienza a llamar a concurrir al acto que realizará en el Luna Park para “oír la voz del socialismo”. El llamado incluye entre otras consignas: “por la suspensión del pago de la deuda, por la segunda independencia, por toda la verdad, por una Argentina socialista sin generales ni capitalistas”. Al acto concurren 15.000 personas y el MAS sacará la conclusión que esto lo ha convertido en una de las “tres grandes fuerzas de la izquierda” (junto al PC y el PI). Allí se destaca la participación de una delegación de Madres y Abuelas, docentes, estatales de Córdoba, de la construcción de Neuquén y estudiantes. Después de este acto el MAS se comenzará a identificar como “El partido del no pago”.
A fines de julio SS refleja el evidente crecimiento de Alfonsín en las internas radicales de Córdoba y Santa Fe con el triunfo de Renovación y Cambio. En esta última provincia también adhieren al alfonsinismo una parte del activismo sindical de la Intersindical de San Lorenzo (1969-1976) entre los que se encuentran ceramistas, molineros y petroquímicos. El periódico denuncia que Alfonsín es una trampa, al mismo tiempo que identifica al PJ con el isabelismo, ya que prepara una nueva entrega y represión, frente a lo cual el MAS llama a conformar “un partido que continúe y supere el peronismo que realmente siente el pueblo trabajador y que es opuesto al isabelismo. Un partido que sea realmente de los trabajadores, que enfrente consecuentemente al imperialismo y la oligarquía y que se apoye en la movilización popular. Un partido socialista y revolucionario”(53). Aunque los pronósticos siguen apostando al triunfo del peronismo, los SS comienzan una mayor denuncia de Alfonsín.
Por otro lado, a pesar de que SS denuncia a las direcciones del PC, PSU, PSA y Solano Lima por conformar un frente (COLINA, Convergencia para la Liberación Nacional) para votar al PJ, continúa llamando a la formación de un Frente Socialista(54).
En agosto, el MAS dice que “levantará miles de candidatos luchadores” llamando a realizar asambleas para elegir pre candidatos. Según el SS, en ellas participaron 15.000 personas, entre ellos peronistas, radicales, comunistas y socialistas, por lo cual “el Frente socialista” es una realidad(55). En ellas son “votados” luchadores barriales, sindicales y militantes del MAS.
Luego se realizará en la Federación de Box, el “Congreso de 1983” (3 y 4 de septiembre). En realidad, un acto de aclamación de la fórmula presidencial, donde
94 congresales “votan” frente a una barra de “3.000” personas, a Zamora presidente y Silvia Díaz vice, quienes representan el perfil electoral del MAS: Zamora, los derechos humanos y el “No pago”, Silvia Díaz, las reivindicaciones de la mujer (aborto, divorcio, guarderías). Los trabajadores quedarán en un segundo o tercer plano.
Para el 15 de septiembre, SS anuncia que ya hay abiertos 500 locales y que su tirada llega a 100.000 ejemplares.

El programa del MAS

Moreno escribió, en mayo de 1983, un material de formación del partido: “1982, comienza la revolución”56 donde al mismo tiempo que reafirma el triunfo de la “revolución democrática”, centra la política en el crecimiento electoral y en el apoyo a las luchas. Allí plantea que en la “situación revolucionaria” abierta hay que levantar las “tres consignas de transición” para impulsar la “movilización revolucionaria de las masas hacia el triunfo de la revolución socialista”: contra el imperialismo, todo se concentra en el no pago de la deuda externa(57) (desligado del conjunto del programa transicional antimperialista); contra el régimen, por una Asamblea Constituyente libre y soberana (desligada de las tareas democráticas estructurales y sin señalar su carácter democrático burgués)(58); en relación al genocidio, por una comisión parlamentaria investigadora junto a los organismos de derechos humanos y sindicatos. Estas tres consignas tomaban tareas centrales para el movimiento de masas pero, en realidad, este no era un programa para desarrollar la movilización revolucionaria de las masas ni para que el movimiento obrero acaudille la alianza obrera y popular y desarrolle su organización independiente, sino un programa para “profundizar la democracia” con un contenido cada vez más electoral.
Por otro lado, como ocurre entre los materiales internacionales y los nacionales, tampoco hay correspondencia en general en lo planteado en materiales como “1982,...” y la política formulada en los periódicos. Haciendo una revisión de los SS de la época, podemos ver la aplicación de algunas de estas consignas:

1) Con respecto al régimen y al gobierno

El MAS denuncia, correctamente, desde sus inicios, la concertación entre los militares y la Multipartidaria y que, más allá de los roces reales, los partidos de la Multipartidaria posaban de opositores para “disfrazar la concertación” y fortalecerse como partidos. Sin embargo, su adaptación al régimen y lo limitado de los objetivos que planteaba el triunfo de la “revolución democrática” para Moreno, se evidencia en que esta denuncia termina reiteradamente en un llamado a todos los partidos (incluidos los que estaban concertando) a la unidad para exigir elecciones en 30 días. De esta forma, según el MAS, se “desenmascaraba” frente a las masas a los partidos que estaban por “recuperar la democracia” de inmediato y cuáles no. La consigna central del MAS hasta enero de 1983 será ¡Que se vayan ya! ¡Elecciones en 30 días!
Desde esta perspectiva denuncian que el acto que realizaría la Multipartidaria el 16 de diciembre, la “Marcha por la Democracia y la Reconstrucción Nacional”, era para que “los militares se queden” y llaman correctamente, a no concurrir a este acto, luego del cual los militares acordaron realizar las elecciones a fines de 1983(59). Pero al no ubicarse desde una política independiente, al mismo tiempo que realiza esta denuncia correcta, plantea una subordinación de los trabajadores a este acuerdo, ya que frente al paro general del 6 de diciembre llamado por las CGT, luego de decir que fue un “parazo” que demostró que los trabajadores estaban unidos contra la dictadura y de denunciar a la Multipartidaria por no apoyarlo, llama a los trabajadores y sectores populares a “recuperar la democracia y alcanzar el socialismo” y a continuar el paro pero sólo por medidas económicas (ya que con los dirigentes sindicales no hay acuerdo político para que los militares “se vayan ya”). Los llamados posteriores a seguir el camino de este paro general, continuarán subordinándose cada vez más a las reivindicaciones sindicales.
Cuando comienzan las afiliaciones, en enero de 1983, la consigna de ¡que se vayan ya! pasa cada vez más a un lugar secundario, hasta que directamente deja de plantearse. En una nueva adaptación al régimen, sistemáticamente, desde febrero de 1983 hasta julio del mismo año, y de forma intermitente hasta poco antes de las elecciones, la consigna central de gobierno pasará a ser: ¡que asuma el Congreso del ‘76!(60) (con algunas variantes, como que asuma directamente el PJ o la UCR, o que se sume la CGT para designar un gobierno provisorio que llame a elecciones, combinando la exigencia con la denuncia a los partidos por no asumir su responsabilidad). Frente a las dos potentes huelgas generales de marzo y octubre de 1983(61), el MAS sigue subordinando “el poder de los trabajadores” a que asuma... el Congreso del ‘76. Un ejemplo de adaptación al democratismo burgués extremo lo podemos encontrar en un SS que da como ejemplo “educativo” del gobierno democrático que deberíamos tener a la elección de un Congreso cada uno o dos años para que elija un Presidente (por supuesto, revocable). Con respecto a la Asamblea Constituyente sólo se planteará esporádicamente y para la propaganda, llegando al colmo de plantear la necesidad de “modificar o agregar” a la vieja reaccionaria Constitución de 1853(62) o crear una “nueva” para asegurar los intereses de los trabajadores y la independencia nacional(63).

2) Con respecto al genocidio y las FF.AA.

Moreno planteaba correctamente que la lucha contra el genocidio “va objetivamente en contra de estas Fuerzas Armadas”. Sin embargo, no tuvo un programa transicional y una política de clase para desarrollar esta lucha.
Las Madres de Plaza de Mayo ya eran en 1982 la institución más reconocida en su lucha por los desaparecidos. Pero, como plantea Moreno, bajo la influencia de la Iglesia, tenían una consigna sin ninguna perspectiva: ¡Aparición con vida! Por otro lado, se negaban a unir sus reclamos a los del movimiento obrero, especialmente cuando las movilizaciones comenzaban a ser más masivas y crecían los conflictos obreros. A principios de 1983, Alfonsín ya hablaba de “excesos” de las FF.AA. y de “juicios a los comandantes”. Contra esta política el MAS responde con la consigna: “¡Que se sepa toda la verdad!” a la que luego se agregó el planteo de investigar lo sucedido a través de una Comisión Investigadora parlamentaria para luego realizar “tribunales populares”. Además de estar muy lejos de un programa transicional que apuntara a la destrucción de las FF.AA. y a los problemas democráticos más estructurales, ya que ni siquiera se planteaba “juicio y castigo a los culpables”, esta política dejaba una de las más importantes tareas democráticas que debía tomar el movimiento obrero y de masas en manos de un organismo de familiares (quienes pueden dar impulso a la lucha pero no llevarla hasta el final) para luego dejarla en manos de los políticos burgueses (los mismos partidos que estaban sosteniendo a las FF.AA.). Por otro lado, el MAS no luchó por una política de clase dentro de los organismos de derechos humanos, coexistiendo pacíficamente en el CELS a través de Zamora y Parrilli con centroizquierdistas como H. Verbitsky, peronistas como E. Mignone y demócratas cristianos como C. Mac Donell(64).
Tanto en el terreno del programa y la política como en el análisis del golpe se evidencia que el MAS no había sacado ninguna conclusión sobre el PST de los ‘7065.
El MAS continúa sosteniendo la visión de “guerra de aparatos” (la guerrilla y el isabelismo) que ya había planteado el PST, sin denunciar que el principal objetivo del golpe fue destruir (y hacer desaparecer físicamente) a lo central de la vanguardia obrera y sus organizaciones más combativas, las comisiones internas y cuerpos de delegados. Como se ve en un artículo de SS de mayo de 1983 titulado “La verdadera historia de la guerra sucia”, en donde se analiza todo el proceso de los ‘70 alrededor de las reivindicaciones y críticas parciales de la guerrilla, por ejemplo se plantea que su principal error fue no haber depuesto la lucha armada cuando empezó la Triple A. Partiendo de afirmar que “como socialistas nos hemos opuesto toda la vida al terrorismo y la violencia individual”, denuncia que “los guerrilleros argentinos fomentaron y provocaron, primero, la guerra de aparatos y luego el golpe militar. Así les fue y así el perjuicio que provocaron al pueblo”(66).
En relación con las FF.AA. la consigna central es su “democratización”, basada en la crisis de las bases con sus oficiales demostrada luego de Malvinas y en oposición a la política de quitar el servicio militar obligatorio y profesionalizar las fuerzas de los partidos burgueses(67). Aunque la crisis era real, la política de “democratización” desligada de castigar a los culpables del golpe y el genocidio y de la organización y acción independiente del movimiento obrero, linda más con una “reforma” de las instituciones del Estado que con su destrucción. Las consecuencias de que el movimiento obrero no haya tomado este reclamo hasta el día de hoy, se evidencia en que a pesar del odio generalizado de la población y de las grandes movilizaciones, sólo se han logrado avances muy relativos y contradictorios en este terreno. Aunque muy probablemente el MAS no hubiera logrado revertir esta situación en el caso de tener una política correcta, sí podemos afirmar que como mínimo, habría contribuido a formar un sector de vanguardia en una concepción clasista del golpe y de la política a levantar.
En septiembre, es promulgada la Ley de amnistía que venían impulsando hace tiempo los militares con la aprobación del PJ y la UCR. Luego de denunciar este hecho, el MAS propone una Ley sobre desaparecidos, que parta de la nulidad de la ley de amnistía, para formar una Comisión bicameral que junto a Madres y Abuelas investigue “toda la verdad”.
Un párrafo aparte merece la ausencia durante esta época de la reivindicación y el reclamo por los asesinados por la Triple A y desaparecidos del PST durante la dictadura. Significativamente, estos no son mencionados en los SS hasta enero de 1984 (luego de asumir Alfonsín). Internamente se justificaba esta ausencia con que su mención podía hacer peligrar la legalidad electoral.

3) En relación con el movimiento obrero

La política hacia el movimiento obrero se centra en el apoyo a las luchas y en la participación en las “normalizaciones” de los sindicatos. Se apostaba a que la crisis política del peronismo y la “revolución democrática” se reflejaría en los sindicatos: “No sabemos en qué momento se reflejará la revolución democrática triunfante en el seno del movimiento obrero y específicamente en el movimiento sindical. Puede ser después de la crisis política del peronismo, durante esa crisis o, no lo descartamos, antes de esta crisis abierta, como consecuencia de las elecciones internas sindicales o de grandes luchas, que harán que surja a nivel de delegados y comisiones internas una nueva dirección del movimiento obrero y sindical argentino”(68). Para Moreno, la derrota de 1976 no había sido histórica y no se encuentran referencias a qué consecuencias tenía para el movimiento obrero el haber sufrido el asesinato y la desaparición de lo mejor de su vanguardia forjada en el ascenso revolucionario desde el Cordobazo y la pérdida de la tradición de la formación de las coordinadoras fabriles (éstas, que fueron las experiencias más avanzadas del movimiento obrero, directamente no son nombradas), a lo que ahora se sumaba la derrota frente al imperialismo y la política de “desmalvinización” (de la cual Alfonsín fue su máximo exponente, declarando que la guerra había sido “un carro atmosférico”). Por el contrario, se apuesta a que la tradicional combatividad y organización sindical de la clase obrera argentina, facilitaría su recuperación. Luego de la “revolución democrática” sólo se le atribuía al movimiento obrero la tarea de una “revolución democrática” en los sindicatos(69), alejado de las verdaderas tareas democráticas y antimperialistas que aún estaban pendientes.
Relegando al movimiento obrero a este papel, incluso se subordina esta “revolución democrática” en los sindicatos a la burocracia sindical “opositora”. Durante los primeros meses, la CGT Azopardo (Triaca) es caracterizada como colaboracionista y la de Brasil (Ubaldini) como opositora, dada la ubicación que ambas centrales sindicales sostuvieron durante la dictadura. A partir de esto, se embellece al ubaldinismo que, a pesar de ser criticado por su participación en los actos del Papa y en la marcha de la Multipartidaria, es llamado a encabezar la “revolución democrática” y se le propone un formar “agrupaciones o listas contra los colaboracionistas” que, junto a la organización de cuerpos de delegados e internas serían las bases para una dirección sindical combativa(70). En este marco, se llamará a reclamar el retiro de los interventores y a realizar asambleas obreras para elegir comisiones normalizadoras amplias y representativas que garanticen las elecciones sindicales.
Los SS reflejan los numerosos conflictos que se comienzan a desarrollar a partir de 1983, en su mayoría por reclamos salariales. Junto al apoyo a estas huelgas, entre las que se destacó la de Volkswagen, y el llamado a unificar los conflictos, la consigna central del MAS es el llamado a la formación de listas opositoras acompañadas de la elección de cuerpos de delegados y comisiones internas. Las primeras elecciones se realizaron en Marítimos y Portuarios (2/83), donde gana una lista ligada a Lorenzo Miguel (CGT Brasil). Continuando la política de embellecimiento de la CGT Brasil se analiza que, aunque son viejos dirigentes, fueron votos antidictatoriales (¡!) contra la CGT Azopardo(71).
A mediados de marzo de 1983 se produce un giro. El MAS denuncia que la CGT Brasil, luego de ser favorecida en las “normalizaciones” de los portuarios, UF y SUPE, comienza a dialogar con los militares. Son los comienzos del pacto sindical-militar. En mayo, Alfonsín (luego de promover un “Pacto de la Moncloa”), denuncia públicamente el pacto(72), donde a cambio de otorgar el control de las normalizaciones a Lorenzo Miguel, los militares se aseguran para el próximo gobierno peronista la continuidad de la cúpula militar y el silencio sobre los desaparecidos. El MAS llama a rechazar el pacto pero al mismo tiempo llama a hacer la experiencia con la Multipartidaria y las CGTs exigiéndoles que cuando asuman el próximo gobierno establezcan la verdad sobre los desaparecidos y garanticen la reorganización democrática de los sindicatos(73). Cerca de las elecciones, el MAS denunciará primero el pacto isabelino-militar(74) y luego, al constatar la participación radical en las fraudulentas elecciones en Comercio y Bancarios, el pacto militar-sindical-radical. Sin embargo, la política para la formación de las listas opositoras será ambigua ya que dependía de si los dos sectores de la burocracia iban unidos o si la “Verde” (CGT Brasil) se encontraba en la oposición. Esta ambiguedad se repite en el caso de los radicales, ya que por un lado el MAS denunciaba que eran parte del pacto(75), y por otro planteaba que los sindicalistas que se inclinaban por Alfonsín, reflejaban el odio a los dirigentes sindicales del PJ con el isabelismo, a la vez que veía una mayor posibilidad de democracia en los sindicatos durante el gobierno radical. Hacia las CGT por otro lado, se alternaba la denuncia de colaboracionismo con el llamado a “cambiar de actitud” y unificarse para unir los reclamos. Cuando finalmente éstas se unifican, el MAS denuncia que esta unidad está al servicio de defender los privilegios y no de unir las luchas. La misma lógica de la “revolución democrática”, el posibilismo y la falta de una política para desarrollar organizaciones independientes (como las antiguas coordinadoras) hizo que el MAS no aprovechara la crisis en la que se encontraba la burocracia para desarrollar una vanguardia clasista. Por el contrario, educó a los nuevos sectores avanzados que surgían en la falta de delimitación a los de la burocracia peronista o del radicalismo, en pos de unirse contra los burócratas identificados por las masas como más “totalitarios”. En este marco, se llama a la unidad de peronistas, radicales, comunistas y socialistas para llevar adelante la tarea de elegir delegados combativos, centrada en un programa democrático (renovación de los cargos cada dos años, que los dirigentes ganen lo mismo que un trabajador, por elección de cuerpos de delegados y comisiones internas) y antipatronal para los sindicatos.
Con esta política el MAS participa en las elecciones de la Unión Ferroviaria del FFCC Mitre en julio de 1983, donde gana la lista Verde con el apoyo del PC y del PSA por 8 votos a la lista Marrón “Unidad y lucha”, formada por el MAS junto a peronistas, radicales y comunistas expulsados de su partido. En la UF del Sarmiento gana el sindicato con la lista Naranja, formada por socialistas y peronistas (con Carlos “Pollo” Marín, militante del MAS, como presidente). También participa en las luchas y elección de delegados del Banco Provincia y en bancarios en general (con la lista 3 Verde), en Sanidad (donde surge el cuerpo de delegados del Italiano, del que formará parte Vilma Ripoll), en Telefónicos (donde se conforma la Lista Rosa con Nelsa Bou Abdo, Claudio Marín y Luis Rebollo, en la UOCRA Neuquén (donde Evaristo Selesky tras ganar las elecciones ocupa el sindicato que no quería entregar la burocracia sindical), en la UOCRA de La Plata con la Lista Blanca.

4) En relación con la universidad

La política universitaria, también centrada en el proceso electoral que se desarrolló entre mayo y junio del ‘83, tendrá como ejes la lucha contra los interventores, el arancelamiento y el intento de reimplantación por parte de peronistas, radicales y comunistas de la Ley Taiana(76), y por el gobierno de una Asamblea universitaria de estudiantes, docentes y no docentes con mayoría estudiantil. La Juventud Universitaria del MAS llamó a conformar Listas Socialistas con el siguiente programa: 1) Fuera la dictadura de la universidad. Que asuma el gobierno docente, no docente, estudiantil; 2) aumento del presupuesto educativo en base al no pago de la deuda externa y la reducción del presupuesto militar; 3) por una Argentina socialista. Aquí también se utilizaban los ejemplos del PSOE, Francia y Grecia para “agitar” la idea del socialismo. Aquí también los “frentes” fracasan. El único lugar donde se concretará uno es en Filosofía, junto al PO, ya que acuerdan levantar el punto del “socialismo”. El ascenso arrollador de Franja Morada dirigida por la corriente alfonsinista Renovación y Cambio(77) dio en la universidad su primer golpe al MAS, ya que aunque se presentó en numerosas facultades en todas obtuvo una muy baja votación.

El triunfo de Alfonsín y el fracaso del "proyecto socialista"

El 10 de noviembre aparece el primer SS pos electoral, titulado “¿Por qué ganó Alfonsín?”. En él se analiza que “Alfonsín fue una aspiradora” (sacó el 52% de los votos) del voto de la clase media y de una franja considerable del movimiento obrero. La explicación de este fenómeno era que el movimiento obrero deseaba un gran cambio democrático y por ello votó contra los “totalitarismos” y los burócratas sindicales. Se llega a plantear que “Este voto a Alfonsín es la expresión electoral de las grandes luchas que, por las mismas aspiraciones, viene realizando el pueblo trabajador desde hace un año y medio”(78). Sin embargo, esto se debía no a las virtudes de Alfonsín sino al fracaso del PJ, representado por “abogados del gran capital” y burócratas isabelistas. Frente a esto, SS declara apoyar las aspiraciones pero no compartir las ilusiones. Sin embargo, justificándose en estas últimas, tendrán al principio una política de denuncia-exigencia hacia el gobierno, como se puede ver en el mismo periódico bajo el título: “Exijamos a Alfonsín que cumpla”. Incluso se llega al colmo de llamar a “exigir una Asamblea Nacional Constituyente para reformar la Constitución de 1853 y garantizar que el pueblo pueda controlar al gobierno”(79).
Siguiendo la lógica de la continuación de la “revolución democrática”, el MAS propone “profundizar la democracia en el país y en los sindicatos”. Se analiza el resultado electoral como pérdidas y ganancias de los partidos, pero no como un triunfo del régimen democrático burgués que logró despertar las ilusiones de las masas en el mecanismo electoral. Como sucede frecuentemente, los análisis en las revistas internacionales no coinciden con la política expresada en el SS. En diciembre de 1983, la Revista internacional publica un análisis del proceso que llevó a la victoria “apabullante” de Alfonsín. En este caso, se analizan las “tres olas” (Malvinas, la caída de la dictadura y las movilizaciones pos marcha de la Multipartidaria) y los “tres diques” (el Papa, la Multipartidaria y las elecciones) de la revolución en Argentina. Allí se reconoce que el dique electoral es el “primer éxito importante” de la burguesía, logrando reemplazar el régimen militar por un régimen democrático burgués, estableciendo “aparentemente” el bipartidismo e impidiendo “la aparición de un polo obrero y socialista revolucionario con influencia de masas”. Sin embargo, al continuar la crisis irreversible del PJ, el pago de la deuda externa y dada la conciencia, tradición y organización sindical de la clase y las aspiraciones de mejoras, era muy poco probable que se estableciera una prolongada estabilidad del régimen. Sobre todo porque los tres diques lograron neutralizar o desviar y confundir a las masas “pero no han sido una derrota objetiva, en la lucha. Y si no hay una derrota en la lucha, en las calles, no puede haber un retroceso prolongado, una retirada de la revolución en la cual la burguesía vuelva a tomar la ofensiva”80. Pero justamente la profundidad de las derrotas sobre el movimiento obrero que el mismo morenismo minimizaba, con el golpe de 1976 y la guerra de Malvinas, fueron las que permitieron el surgimiento de grandes expectativas democráticas en las masas y que a pesar de la crisis de los viejos partidos éstas afluyeran a ellos, surgiendo incluso un gran sector militante, pero que al mismo tiempo se haya alejado de toda perspectiva la idea de “revolución” (de la que SS por otro lado, no habla), permitiendo a la burguesía “tomar nuevamente la ofensiva” e instalar su “dique” por más de dos décadas.
Con respecto a la izquierda, SS plantea que la polarización (entre el PJ y la UCR obtuvieron el 92% de los votos) “parecería haberla borrado del mapa” ya que entre el PC, el MAS, el PO, el PSP y el FIP no se llegó al 2% de los votos, lamentándose que si se hubiera dado el frente socialista se habría superado el 3% y obtenido representación parlamentaria. A su vez, plantea que a diferencia del resto de la izquierda, el MAS fue el único que fue votado por la totalidad de sus afiliados (60.000 votos) (81), en especial en los barrios obreros, donde una pequeña franja de vanguardia resistió “mejor que otros a la aspiradora” alfonsinista. A estos votantes y a los que inevitablemente romperían con el PJ y la UCR, ahora el MAS les propone construir “un partido socialista obrero, revolucionario e internacionalista”, destacando entre sus tareas la de encabezar las luchas obreras y populares para recuperar la dirección de los sindicatos.
La realidad era que el triunfo de la “contrarrevolución democrática” había arrasado incluso con muchos de los “miles de asambleístas” que había reunido el MAS en sus “500 locales”, reduciendo al partido repentinamente al viejo esqueleto del PST, más una pequeña franja de nuevos militantes ganados durante la guerra de Malvinas y el proceso electoral, aunque ahora tenía figuras políticas y sindicales más reconocidas. Esta derrota marcó un nuevo giro hacia “un partido de vanguardia” que, nuevamente buscando la “oportunidad”, se propone insertarse en las crecientes luchas sindicales y en la “reorganización sindical” (ahora favorecida por la derrota política de la burocracia). Después del fracaso de la “construcción electoral” una circular interna plantea que el partido recién empieza a orientar su actividad hacia las luchas del movimiento obrero y que muchos militantes no están ni en fábricas ni oficinas (82), por lo cual se plantea un giro hacia la estructuración. Por otro lado, se plantea, aunque de forma aislada, la variante de PT: los luchadores y activistas del PJ podrían formar un PT sin capitalistas ni burócratas que se defina porque la clase trabajadora gobierne y con democracia interna (83). También por primera vez y en oposición a los juicios militares individuales propuestos por Alfonsín, se plantea la consigna de “tribunales y jurados populares para los secuestradores y asesinos” formados por las organizaciones obreras y populares junto a las Madres (recordemos que hasta el momento planteaban Comisión parlamentaria investigadora)(84).
Como veremos en un próximo artículo, este nuevo giro pragmático impuesto por las condiciones objetivas (es decir, el fracaso electoral), aunque más hacia la izquierda que el proyecto inicial, al no ser el producto de las conclusiones de esta experiencia, impidió encauzar a la nueva vanguardia (o sectores de ella) hacia la construcción de un verdadero partido revolucionario. Por el contrario, la construcción como “partido de vanguardia” durante 1984, en las luchas y elecciones sindicales, culminará con la inauguración de un nuevo y prolongado “frente estratégico”, pero esta vez con otro tipo de reformismo, el stalinismo.

Primeras conclusiones

Para muchos trabajadores, integrarse al MAS en sus orígenes, significó un avance en su conciencia, rompiendo con los partidos burgueses y abrazando “en general” las ideas del socialismo. Sin embargo, el estudio de las fuentes de la época demuestra que el MAS, desde sus inicios, aunque se reivindicaba trotskista (y tuvo políticas de izquierda frente a importantes acontecimientos de la lucha de clases), fue un proyecto centrista (es decir, que osciló entre el marxismo revolucionario y el reformismo) más oportunista que su antecesor, el PST. Gran parte de las desviaciones y los errores cometidos, así como la baja calidad de los cuadros formados en esta época, pueden atribuirse a la negativa de la vieja dirección del PST a sacar lecciones de la política levantada durante los ‘70, especialmente luego de 1974, cuando esta organización comienza a ubicarse como “pata izquierda” de los partidos del régimen y de la burocracia sindical que estaban en la “oposición”. La visión nacional-trotskista; la falta de estrategia revolucionaria y la ubicación como “extrema izquierda” de la oposición; el desprecio por la teoría marxista; la lógica de justificar cualquier política y táctica en función de contraponer lo “abstracto” (refiriéndose al programa revolucionario) a lo posible o “concreto”; la denigración del programa fundamentada en la baja conciencia política de las masas; el abandono del impulso de acciones y organizaciones independientes de las masas, que comenzó durante los años ‘70, se desarrollará extremadamente durante el MAS. El proyecto del MAS surgió de una adaptación a las “transiciones a la democracia” implementadas por el imperialismo, basada en una visión impresionista y ecléctica de la situación internacional, y al ascenso electoral de la socialdemocracia internacional, acompañado de una revisión de la teoría de la revolución permanente (adoptando la teoría de la “revolución democrática” formulada por Nahuel Moreno), en función de adaptarse pragmáticamente a las “oportunidades” que le brindaban los distintos escenarios y espacios dentro del régimen burgués. La falta de una estrategia revolucionaria, es visible en el eclecticismo en sus análisis, en el programa y la política y en su práctica militante centrada en los procesos electorales y las luchas sindicales. De esta forma, el MAS no sólo no contribuyó al surgimiento o al desarrollo de una organización obrera independiente, sino que constituyó un obstáculo para la construcción de un verdadero partido revolucionario.

Notas:

1. Publicado en Revista Lucha de Clases Nro. 6, junio de 2006, pp. 189-212.
2. Desde 1988 en un frente con el PC, Izquierda Unida.
3. Todas las corrientes conservan un sector minoritario de dirigentes y cuadros que integraron el viejo PST. La mayoría de estas corrientes reivindica de conjunto la tradición morenista, incluso en sus aspectos más oportunistas, llevándolos a niveles aún más lindantes con el reformismo.
3 En Latinoamérica las “transiciones pos–contrarrevolucionarias” se dieron de forma preventiva (Brasil, Uruguay) o de forma más convulsiva, como desvíos de ascensos o jornadas revolucionarias (Perú, Argentina, Bolivia). Para profundizar sobre este tema ver: Laura Lif y Juan Chingo, “Transiciones a la democracia. Un instrumento del imperialismo norteamericano para administrar el declive de su hegemonía”, Estrategia Internacional N° 16, invierno de 2000, p. 19.
4 Ver “América Latina. Presiones para ‘caracterizarla’”, Unidad Socialista N° 4, Año 1, 8/1977, pág. 11.
5 Se encuentran elementos de este análisis en J.L. Gabriel, “El retorno de Mario Soares”, Estrategia Socialista N°9, Año 2, junio de 1983, p. 32.
6 Con estos términos, Moreno se refería a las que denominaba como “revoluciones de febrero” que según él definía, eran las revoluciones no dirigidas por un partido revolucionario, que habían tomando un carácter “inminente” (podían triunfar en cualquier momento y lugar) desde 1943 con la derrota de los nazis por la URSS, y “generalizado” después de la derrota yanqui en Vietnam (que según Moreno abrió la época más revolucionaria de la humanidad) (Estrategia Socialista N° 2, Año 1, junio de 1982). Por otro lado, deducía de este enfrentamiento una supuesta “ley” entre la revolución y la contrarrevolución: “La ley más general que rige en esta época de revolución inminente, y en forma paroxística desde que ella se generalizó a mediados de la década pasada, es la que podríamos llamar la paradoja o efecto contradictorio de la contrarrevolución imperialista. Significa que las contraofensivas y los golpes contrarrevolucionarios no logran efectos aplastantes duraderos y rápidamente producen el resultado contradictorio de aumentar las contradicciones y agravar la crisis, esto es, avivar la revolución. La plena vigencia de esta ley es la que interna más y más a la humanidad en la época de la revolución inminente y generalizada” (Estrategia Socialista N° 3, Año 1, 9/82).
7 Ver “Manifiesto de la LIT (CI)”, Documentos de Estrategia Socialista, enero de 1982.
8 Para Moreno: “el surgimiento del fascismo y de los regímenes contrarrevolucionarios plantearon la necesidad de una verdadera revolución democrática efectuada por el proletariado acompañado por el pueblo. Esta revolución democrática, cuyo contenido es voltear al régimen contrarrevolucionario burgués, se transforma por lo tanto en una tarea de la clase obrera y del pueblo trabajador, aunque cuando se logre derrotar al régimen contrarrevolucionario sean los partidos burgueses, pequeñoburgueses o reformistas los que se encaramen al gobierno” (“Argentina: una revolución democrática triunfante”, Informe presentado al CEI de la LIT, marzo de 1983). Moreno seguirá desarrollando y reivindicando esta teoría-programa hasta su muerte en 1987, planteando que esta “revolución democrática” era una primera etapa necesaria contra todo tipo de totalitarismo, incluso en los estados obreros. Para justificar esta revisión cuestionó la política que Trotsky sostuvo frente a la Segunda Guerra Mundial, sosteniendo que la principal disyuntiva no era entre el fascismo y la revolución proletaria sino entre la democracia burguesa y el fascismo. Para profundizar la polémica con esta teoría-programa ver M. Romano, “La LIT y el legado teórico de Nahuel Moreno”, Estrategia Internacional N° 3, 12/93-1/94, p. 125.
9 Como acaba de declarar el PSOE, como homenaje al 75° aniversario de la proclamación de la II República, también quiere homenajear a los que hicieron posible la Transición democrática “quienes, con su esfuerzo en favor de los derechos fundamentales y de las libertades públicas, hicieron posible el régimen democrático instaurado con la Constitución de 1978” (Libertad digital, 14/4/2006).
10 Opción N° 6, 10/78.
11 Ídem.
12 El MDB, posteriormente PMDB, jugaba el rol de “opositor” dentro del bipartidismo digitado por la dictadura militar.
13 Según Opción, la experiencia de grandes sectores con el populismo trabalhista y con el MDB, la resistencia y la recomposición del movimiento sindical “crean condiciones para el nacimiento de un PS de masas... En el seno mismo del MDB existe una ‘tendencia socialista’ con numerosos diputados y organismos de base intermedios ‘pro-PS’”. Las elecciones de noviembre de 1978 sirven para propagandizar el PS con los candidatos del MDB que se definan por construirlo (Opción N° 3, 5/78).
14 Opción N° 6, 8/78.
15 Opción, Año 4, N° 28, 5/81.
16 Esta crítica, en general correcta, no incluía la táctica electoral sostenida por la OCI y apoyada por el morenismo. Ver Panorama Internacional N° 19, Año VI, titulado “La traición de la OCI”, enero de 1982.
17 A la que los militantes del MAS llamarían “la Internacional”. Sus principales partidos se encontraban en Argentina, Brasil y en menor medida, España.
18 La Brigada Simón Bolivar (BSB) fue convocada y organizada por el PST colombiano en apoyo a la revolución nicaragüense. Según Moreno, en la Escuela de Cuadros de 1982, ésta llegó a tener 1.500 voluntarios inscriptos (colombianos, panameños, ecuatorianos, bolivianos, argentinos y chilenos). La BSB ingresó por el “frente sur” (a pesar de las maniobras del FSLN) donde tuvo varios muertos, ocupó el puerto de Bluefields y llegó a la capital Managua durante la caída de Somoza. La brigada promovió la fundación de sindicatos, la ocupación de tierras y la organización de milicias populares y denunció a los burgueses que formaban parte junto a los sandinistas de la Junta de Gobierno. El sandinismo decidió al poco tiempo la expulsión de la BSB y su entrega a la policía panameña. El apoyo del mandelismo (SU) a esta medida definió la ruptura del morenismo con esta corriente internacional.
19 “Necesidad de construir una dirección y una organización internacionales”, Tesis de fundación de la LIT (CI) en Correo Internacional N° 3, Año 1, febrero de 1982.
20 Fundamentado en “la escasa cohesión de esta gran corriente de masas” donde “las juventudes, incluso, le daban un dinamismo y una plasticidad potencialmente mayores” y que desde allí la “izquierda socialista” (el morenismo) podría organizar y orientar el proceso de resistencia a la derechización del PSOE (Opción N° 2, Año 2, 4/79).
21 N. Moreno, Escuela de cuadros, Venezuela 1982, Bs. As., Crux Ediciones, 1991, p. 40.
22 Correo Internacional, N° 5, 4/82. En Escuela de cuadros Moreno también se refiere al “error político” que cometió el PST español por concurrir a la manifestación de defensa del régimen español (“que mantenía un elemento clave de continuidad con el franquismo, aunque con profundas reformas democrático burguesas”) frente al golpe de Tejero (op. cit., p. 138).
23 Debido al cambio en la situación, a partir de enero de 1982, el PST decide cambiar el nombre de su periódico de Opción a Palabra Socialista (PS) aunque manteniendo su numeración. El PS saldrá mensualmente hasta el 16 de agosto de 1982 con los números 35 al 42.
24 PS N° 37, 4/82.
25 Estrategia Socialista, N° 3, 9/82.
26 Se da como ejemplo que en el Banco Nacional de Desarrollo una asamblea por Malvinas impuso al gerente el reconocimiento de la Interna (PS N° 39, 15/5/82).
27 Incluso Política Obrera (antecesor del Partido Obrero) llamó a concurrir a las misas para “cambiar su contenido”, es decir, llamó a capitular a los “capituladores” teniendo en cuenta lo que esta misma organización declaró en Política Obrera N° 330 extra, 15/6/82: “La venida del Papa y el apoyo de Galtieri al mismo tuvo dos objetivos directos. Primero, ayudar a desmovilizar el sentimiento patriótico nacional pregonando la paz por sobre la soberanía. Segundo, buscar una paz con ‘honra’, que le permitiera salvar la ropa al régimen y reanudar sus lazos con el imperialismo. Toda la clase burguesa acompañó esta política de apaciguamiento y capitulación frente al imperialismo [...]. La Multipartidaria de partidos burgueses es cómplice total del gobierno en la actual capitulación” (Tendencia Cuarta Internacional N° 5, Año II, octubre-noviembre de 1982).
28 Durante esta semana, la Junta Militar (formada por la Marina, la Aeronáutica y el Ejército) se había disuelto, sin nombrar un reemplazante para el cargo vacante de presidente. Se produce un vacío “relativo” ya que Nicolaides reemplaza a Galtieri como Jefe del Ejército y el 22 de junio se hace cargo del Poder Ejecutivo. Luego será el que nombrará como presidente a R. Bignone. Moreno denominó a esta situación indistintamente como una “crisis revolucionaria” o “vacío de poder”, por no aparecer nadie que llene ese vacío y estar planteado el problema del poder.
29 PS N° 41, 20/6/82.
30 En el ‘75, luego del Rodrigazo, el morenismo planteaba: “Contra el gobierno peronista debemos levantar la consigna de que el movimiento obrero gobierne el país para sacarlo de la crisis. Como éste es un planteo muy abstracto debemos bajarlo al nivel de la actual crisis político- institucional, señalando que la Asamblea Legislativa [es decir, los partidos burgueses del parlamento y el senado, NdR] elija como presidente a un diputado obrero [es decir, un burócrata, NdR] nombrado por un amplio congreso democrático de la CGT, del movimiento obrero sindicalmente organizado, para que llame enseguida a elecciones de Asamblea Constituyente” (“El peronismo en su crisis definitiva”, Documentos y análisis del PST, p. 17).
31 Ver “Argentina: una revolución democrática triunfante”, op. cit. La crítica también es reproducida en “1982, empieza la revolución”.
32 N. Moreno, “1982, empieza la revolución”, Cuadernos de formación N° 2, mayo de 1983. En marzo de 1983, Moreno había aclarado que la revolución democrática es “una revolución política en cuanto a los objetivos históricos que logra y al carácter del gobierno que impone. Toda revolución política es un cambio abrupto, una caída de un régimen retrógrado y el surgimiento de un nuevo régimen más progresivo en cuanto a las libertades democráticas” (“Argentina: una revolución democrática triunfante”). Mostrando nuevamente la falta de correspondencia entre los materiales internos y externos, en el mismo mes y con un poco más de “realismo”, Solidaridad Socialista dirá que “la Multipartidaria impidió la derrota rotunda y categórica y cambiarla por una retirada ordenada”.
33 Refiriéndose a la definición de situación revolucionaria, Moreno plantea que para Trotsky son necesarias cuatro condiciones: “1) la crisis del régimen capitalista, 2) el vuelco a la izquierda, hacia la salida revolucionaria de la pequeño burguesía, 3) la disposición revolucionaria de la clase obrera [en realidad, Trotsky plantea a las acciones independientes] y 4) la existencia de un partido revolucionario de masas y, a veces, de órganos de poder”. Sin embargo, para Moreno, las dos últimas no son necesarias: “las condiciones para el triunfo revolucionario, para estas situaciones revolucionarias específicas, eran las dos primeras: la crisis del régimen y el vuelco de la pequeño burguesía a la izquierda, hacia la revolución. “Argentina: una revolución democrática triunfante”, op. cit.
34 Palabra Socialista N° 41, 7/82.
35 “Boletín Interno” N° 96, 4/8/82.
36 Cerca de las elecciones, cuando ya era claro el crecimiento de los partidos burgueses y el fracaso de formar el “gran Partido Socialista”, Moreno cambió esta formulación por la de ganar una amplia vanguardia en el camino de construir un “partido socialista revolucionario de masas”. (“1982,...”, op. cit., p. 41)
37 “Argentina: una revolución democrática triunfante”, op. cit.
38 Esta política fue sistemáticamente planteada desde 1977, sólo que con otros nombres, en los periódicos Unidad Socialista, Opción y Palabra Socialista (todos pertenecientes al PST en la clandestinidad). Por ejemplo, en Opción N° 8 de octubre de 1978, bajo el título de “Coincidencias de dirigentes socialistas”, se plantea que el común homenaje realizado a Alfredo Palacios es un síntoma para avanzar en la búsqueda de coincidencias para cuando se levante la veda “estructurar una amplia y democrática Confederación de todos los partidos y organizaciones socialistas. Ello será el paso previo a la constitución de un Partido Socialista de masas” (p. 9).
39 Que como dijimos arrastraba el prestigio de la participación en Nicaragua y Polonia.
40 Esta solicitada también fue reproducida en el periódico Soberanía Popular dirigido por Raúl Castells.
41 Nótese que se está refiriendo a los partidos de la II Internacional. La denuncia del carácter contrarrevolucionario de estos partidos, por lo menos desde 1977, sólo se hacía en los materiales internacionales y puertas adentro. En los periódicos nacionales, sólo se habla del “viejo PS” de 1896, ocultando los sucesos del 4 de agosto de 1914 y posteriores, incluido el gorilismo y pro-imperialismo que caracterizó en general a la socialdemocracia nativa. La delimitación sólo se realiza en ocasiones alrededor de los socialistas que están con la democracia (como Alicia Moreau de Justo y Héctor Polino), y los colaboracionistas (como Américo Ghioldi) (Opción, N° 19, Año 3, 5/80).
42 En el mismo periódico donde se dice que el objetivo del MAS es “lograr un gobierno socialista que instaure una Argentina Socialista liberada de la explotación del imperialismo, la oligarquía y los grandes capitalistas” se afirma que “No hay democracia moderna posible si en ella no existe un poderoso partido socialista, independiente, autónomo y multitudinario, con decidida vocación de poder” (MAS N° 0, 15/9/82).
43 En Grecia había ganado A. Papandreu con el PASOK en octubre de 1981.
44 Esta felicitación se daba poco después de la escuela de cuadros del PST donde Moreno afirmaba que no había ninguna incompatibilidad entre los Partidos Socialistas y el régimen democrático burgués, que “el grado de degeneración de los partidos socialdemócratas es el summun” y que a Felipe González lo habían hecho entre el stalinismo y el imperialismo mundial, “es un hombre de Estado hasta la manija” (Escuela de Cuadros de 1982, op. cit.).
45 En el primer número se llega a criticar a Américo Ghioldi (ex embajador en Portugal de la dictadura) por haber alejado la posibilidad de la unidad de todos los socialistas, al formalizar un frente entre su partido, el Partido Socialista Democrático, con el Partido Demócrata Progresista (cuya figura, Martínez Raymonda, fue embajador de la dictadura en Italia). En segundo lugar se dice que este frente es la unidad de los colaboracionistas.
46 El PC primero había anunciado la fórmula Íscaro-Rodríguez. El MAS felicita estas candidaturas independientes aunque critica que llamen a un “Frente Nacional Democrático” (SS N° 9, 20/1/83).
47 SS N° 17, 24/3/83.
48 Reflejando esta construcción, la minuta interna “Sobre la situación de construcción del partido”, plantea que una tendencia socialdemócrata golpea al partido debido al bajo nivel de los militantes que, a diferencia de la vieja vanguardia, tienen una concepción burguesa de partido y del parlamentarismo (El activista socialista N° 1, 12/5/83).
49 N. Moreno, “Problemas de organización”, Cuaderno de formación N° 1, Bs. As., julio de 1984.
50 La mayor cantidad de ellos se abrieron en el Gran Bs. As. (Matanza, Morón, Quilmes, San Martín, Tigre, etc.), Córdoba y Santa Fe, pero se llegaron a abrir locales en casi todas las provincias. En Capital la campaña era por 60 locales (en enero de 1983 funcionaban 4, a fines de febrero, 33).
51 En Polonia, el proceso de revolución política fue derrotado por el golpe militar de
Jaruzelski. El MAS hizo una campaña democrática para recolectar 20.000 firmas por el cese de la ley marcial, la libertad de los presos políticos y la legalización de Solidaridad.
52 SS N° 19, 7/4/83.
53 SS N° 34, 21/7/83.
54 SS N° 38, 18/8/83.
55 SS N° 40, 1/9/83.
56 Para una crítica más profunda, ver E. Albamonte y F. Lizarrague, “La estrategia soviética en la lucha por la república obrera”, Estrategia Internacional N° 4/5, julio de 1995, pp. 16-17.
57 Este problema requería en realidad mucha propaganda, teniendo en cuenta la conciencia derrotista dejada por la guerra de Malvinas. Por el contrario, esta consigna era agitada aisladamente, por lo que los militantes del MAS eran llamados “los locos del no pago”. Hay que tener en cuenta que en ese momento se producía la crisis de la deuda mexicana como inicio de una crisis generalizada en Latinoamérica. El MAS llega a plantear un Frente de deudores latinoamericanos y muchas veces alterna el “no pago” con la “suspensión”.
58 Aún así, los SS no plantearán la consigna de Asamblea Constituyente ni siquiera la consigna de gobierno planteada por Moreno de “gobierno socialista u obrero y socialista” (ya que no había organismos de poder de las masas) y seguirán, como ya dijimos, levantando ¡que asuma el Congreso del ‘76!
59 Por el contrario, el Partido Obrero volverá a capitular a la Multipartidaria, llamando a concurrir a este acto.
60 Esta consigna había sido planteada (e inmediatamente abandonada) por el secretario de prensa de la CGT Brasil, proponiendo que los militares se vayan de inmediato y que asuma un gobierno de transición, el Congreso del ‘76. En un primer momento el MAS dice no estar de acuerdo ya que “los partidos peronista y radical, no garantizan para nada aplicar un plan económico al servicio de los trabajadores ni asegurar las libertades que necesita nuestro pueblo”, comienza a plantearla a partir de febrero del ‘83. A pesar de que al mes siguiente Moreno escribe que era un error plantear esta consigna luego de asumir Bignone, y critica el no haber denunciado la contrarrevolución democrática denunciando el carácter reaccionario de la Constitución de 1953 y levantando Asamblea Constituyente, públicamente se sigue levantando la consigna de que asuma el Congreso del ‘76. Siguiendo la lógica “hasta el final” de esta consigna, en El activista socialista N° 1 (12/5/83), un militante llega a plantear que en el local de Caseros votaron la “propuesta de convocar a una concentración o marcha nacional para plantear que el gobierno militar entregue el poder al Congreso de 1973/76”, para que a través de “un acto pacífico... sin consignas agresivas... hacer más conocido al MAS”. Otra minuta critica la no participación en el acto del 16/12/82 de la Multipartidaria, ya que “no es la Multipartidaria lo que frena al movimiento obrero sino que es la propia debilidad del movimiento obrero”.
61 La que según SS es una demostración de la situación revolucionaria.
62 Esta había sido reivindicada por el PST frente a la dictadura y como vimos, según
Moreno, ahora debía ser denunciada.
63 SS N° 27, 2/6/83.
64 Estos llegaron a firmar incluso junto a la APDH (UCR) documentos concesivos hacia los militares.
65 El PST, en 1974, firmó una declaración junto al Grupo de los 8 (compuesto en su
mayoría por partidos burgueses) que bregaba por la formación de un “frente democrático”
contra los ataques de la Triple A y por las libertades democráticas, a la vez que no planteaba una política obrera independiente.
66 SS N° 23,5/5/83.
67 Junto a esta crisis, las huelgas policiales por salarios que se desarrollaban, eran parte para el MAS de la “revolución democrática”.
68 “Argentina: una revolución democrática triunfante”, op. cit.
69 “La crisis total de la burocracia no tiene por qué ser simultánea en el tiempo con la crisis del peronismo como movimiento obrero. Pero la revolución democrática no va a dejar piedra sobre piedra de ninguna de las estructuras totalitarias del país. Tarde o temprano penetrará dentro mismo de las organizaciones obreras y la burocracia, tal cual la conocemos, será aniquilada” (“1982,...”, op. cit., p. 40).
70 PS N° 41, 7/82.
71 SS N° 12, 10/2/83.
72 Esta denuncia será una de las principales causas del posterior triunfo de Alfonsín.
73 SS N° 23, 5/5/83.
74 En esta época se identifica cada vez más al peronismo con el isabelismo.
75 Esto se mantendrá incluso durante la Ley Mucci, del 17 de diciembre de 1983, cuando Alfonsín, ya en el poder, pretende digitar las normalizaciones y dividir a los sindicatos.
76 Esta ley había sido votada durante el gobierno de Isabel y entre otros, prohibía la existencia de organizaciones que “atentaran” contra el gobierno democrático.
77 Renovación y Cambio había desplazado recientemente a la Coordinadora Nacional y Popular de la dirección de la Franja.
78 SS N° 48, 10/11/83.
79 SS N° 52, 8/12/83.
80 Revista Internacional, 12/83.
81 El MAS obtuvo 42.359 votos a presidente, 56.027 a diputados nacionales y 62.000 a concejales.
82 “Circular interna” N° 30, 1/12/83.
83 SS N° 51, 1/12/83.
84 SS N° 52, 8/12/83.



Estudios e Investigaciones