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Escritos de León Trotsky (1929-1940)

La situación de la Oposición de Izquierda

La situación de la Oposición de Izquierda

La situación de la Oposición de Izquierda[1]

 

 

16 de diciembre de 1932

 

 

 

El fruto más importante del viaje a Copenhague fue, indudablemente, la reunión de militantes de la Oposición provenientes de muchos países. Originalmente teníamos la intención de convocar a una decena de camaradas de los países más cercanos a Dinamarca para poder tomar las medidas de seguridad necesarias. Pero en definitiva llegaron veinticuatro camaradas (dos con demora), entre ellos los dirigentes más importantes de varias secciones. También vinieron algunos simpatizantes, lo que llevó a treinta la cifra total de participantes.[2]

Si Stalin informó por radio a la policía capitalista que se celebraba una conferencia “trotskista” en Copenhague, mintió. El viaje a Copenhague se produjo en forma accidental, y por eso tomó a la Oposición de Izquierda por sorpresa. Los preparativos de la conferencia se encontraban en sus primeras etapas.[3] Ni siquiera podía plantearse en Copenhague la cuestión de la aprobación de una plataforma o de tesis programáticas. Las secciones europeas no estaban plenamente representadas, y no todos los camaradas asistentes tenían plenos poderes. Desgraciadamente, no hubo conferencia y, dadas las circunstancias, no pudo haberla.

Ni que decir tiene que, de todas maneras, los camaradas que concurrieron aprovecharon la oportunidad de conocerse y discutir en forma privada los problemas más apremiantes y candentes. Esta reunión imprevista de veinticuatro bolcheviques leninistas de siete países europeos quedará indudablemente registrada como un acontecimiento importante en la historia de nuestra fracción internacional.

La Oposición de Izquierda creció en forma considerable. Los cuadros de dirección conocen la historia de la Oposición de Izquierda en los distintos países, se orientan libremente en las cuestiones teóricas y políticas y todos juntos, y cada uno por separado, encarnan una experiencia política importante. Las consultas, que se prolongaron por espacio de varios días, sirvieron para unir sólidamente a los camaradas, hecho que rendirá frutos durante todo nuestro trabajo futuro. Sin caer víctimas de un optimismo excesivo, podemos decir con certeza que quienes participaron en la consulta derivaron de la misma nuevas fuerzas y confianza.

 

La sección española

 

Hubo un problema que echó un cono de sombra sobre toda la consulta: la situación de la Oposición española. Si bien existían ciertos matices de opinión divergentes dentro de la Oposición de Izquierda Internacional respecto de los males y errores de la Oposición española, éstos pasaron a segundo plano ante el sentimiento generalizado de preocupación. Todos los participantes coincidieron plenamente en la necesidad de una discusión franca y completa con los camaradas españoles, y en que esta vez la misma no debe quedar restringida a los dirigentes de la Oposición. Para que la Oposición española retorne a la buena senda es necesario que todos los militantes de las secciones se familiaricen con los problemas en debate.

Sería criminal de nuestra parte mantener los ojos cerrados ante la verdadera situación, o querer embellecerla. Si oportunamente no logramos una claridad total, mediante una discusión franca de todos los problemas en disputa -y ya son muchos los que se han acumulado-, la marcha violenta de los acontecimientos bien puede separarnos en campos diferentes.

Desgraciadamente, la sección española no estuvo representada en el encuentro. Ciertos problemas de último momento, obviamente fortuitos, se encargaron de impedirlo. Pero me tomo la libertad de afirmar con toda convicción que si los camaradas dirigentes españoles se encerraran menos en su entorno y mostraran mayor interés en su organización internacional, habrían encontrado el camino a Copenhague sin la menor dificultad.

Pero he ahí, precisamente, la principal desgracia de la Oposición española. Sus dirigentes se han obstinado en mantenerla alejada de la vida y luchas intestinas de otras secciones, quitándole así todo acceso a la experiencia internacional, que es irremplazable. En la medida en que la posición oficial de la sección española la obligó a intervenir en los problemas internacionales, separados tanto de la experiencia de otras secciones cuanto de la opinión de su propia organización, se dejaron guiar por vínculos, simpatías y antipatías personales.

Debemos afirmar con toda claridad que en demasiadas ocasiones sustituyeron el análisis marxista de la situación y las diferencias por el psicologismo y el sentimentalismo pequeñoburgués. Así ocurrió en el caso de la Federación Catalana (Maurín),[4] cuando varios camaradas barceloneses fincaron sus esperanzas en las “relaciones personales amistosas” en lugar de librar una lucha de principios contra el nacionalismo pequeñoburgués, lo que frenó el desarrollo de la Oposición de Izquierda en la etapa decisiva. Así también ocurrió en el caso de Landau, a quien, para sorpresa de todos, Comunismo[5] puso en la lista de simpatizantes después de demostrar su inutilidad total, quedar en minoría y finalmente abandonar la Oposición de Izquierda. Así ocurrió con las diferencias en el seno de la sección francesa, donde los camaradas españoles coincidieron en privado que las ideas y métodos de Rosmer[6] eran inútiles pero si bien no lo apoyaron directamente en público, lo hicieron indirectamente con el argumento de que “les resultaba más simpático” que sus adversarios. Así ocurrió en el caso de Mill,[7] a quien los camaradas de la dirección española tuvieron a bien elegir como representante suyo en el Secretariado Internacional cuando este individuo ya había demostrado plenamente su incapacidad política. Jamás observamos de parte de Madrid y Barcelona el menor intento de buscar un fundamento de principio, una explicación política para todos estos problemas.

Los mismos rasgos se revelaron de manera no menos crítica y dolorosa en la vida interna de la organización española. La crisis que estalló en su dirección tomó por sorpresa no sólo a la Oposición Internacional sino también a la sección española. Los miembros del Comité Central renunciaron uno tras otro. La dirección quedó, de hecho, exclusivamente en manos de Lacroix.[8] Entonces, nuevamente para sorpresa de todos, resultó que el camarada Lacroix no estaba en el Comité Central, que incluso durante un tiempo estuvo fuera de la Oposición, y que la dirección se había trasladado a Barcelona. ¿Por qué? ¿Cuáles son las diferencias? ¿En qué se basa la crisis? Nadie lo sabe, por lo menos nadie que no integre el estrecho círculo de los iniciados. Una organización revolucionaria de ninguna manera puede tolerar semejante régimen, que no le traerá sino derrotas. Sus actitudes de abstención respecto de las polémicas en torno a problemas de principios y de reemplazo de las diferencias políticas por evaluaciones personales han hecho víctimas a los camaradas españoles de conflictos personales y “revoluciones palaciegas” inevitables.

El Comité Central de la sección española no habría podido cometer semejantes arbitrariedades subjetivas en el terreno político si hubiera estado sujeto al control de su propia organización. Pero las cosas no sucedieron así. Varios dirigentes de la Oposición española se han defendido en más de una ocasión con el pretexto del insuficiente nivel teórico y político de la organización. ¡Excusa inaceptable, por cierto! El nivel de una organización se incrementa tanto más rápidamente cuanto más inmediata sea su participación en todas las discusiones, cuanto menos traten los dirigentes de pensar, actuar y comportarse como guardianes de la organización.

La primera premisa para la democracia del partido es que exista una completa información. La etapa inicial debe ser el estudio de los documentos internacionales referidos a la Oposición española: el Comité Central español debe imponerse la obligación de hacer circular estos documentos entre todos los miembros de la Oposición; todo bolchevique leninista debe estudiar meditar y juzgar no sólo la experiencia con Mill sino también la esencia de la crisis del Comité Central español. Los miembros de la Oposición española aprenderán mucho más con ello que con una decena de artículos abstractos sobre el centralismo democrático y las buenas relaciones “humanas”

 

Los bordiguistas

 

El encuentro discutió profundamente el problema del grupo italiano Prometeo (bordiguista).[9] No se trata de hacer una evaluación de principios de esta agrupación. La experiencia de muchos años demostró que las diferencias entre el grupo Prometeo y la Oposición de Izquierda Internacional son totalmente irreconciliables. En cuestiones tales como la utilización revolucionaria de las consignas democráticas o la política del frente único,[10] los bordiguistas no concuerdan con nosotros sino con los stalinistas (en la medida en que los stalinistas atraviesan una fase ultraizquierdista, no oportunista). Para la Oposición Internacional y, en primera instancia, para su sección alemana, asumir siquiera una sombra de responsabilidad por las posiciones tácticas de los bordiguistas equivaldría a atarse la soga al cuello. La unidad de ninguna manera es la salvación absoluta. Bajo ciertas circunstancias, una ruptura abierta y honesta, es decir sobre bases de principios, resulta necesaria no sólo para garantizar la libertad de acción de ambos bandos sino también para posibilitar una unificación real, no ficticia, en el futuro.

Ningún participante del encuentro negó que los bordiguistas constituyen una agrupación revolucionaria honesta, que no se le debe poner en el mismo plano que a las camarillas podridas de Landau y Cía. Pero es un hecho que las condiciones de su existencia en la emigración permiten a este grupo aferrarse cómodamente a posiciones que nosotros, sobre la base de nuestra experiencia internacional colectiva, consideramos profundamente sectarias y dañinas. Tres años de trabajo conjunto con los bordiguistas no han rendido absolutamente ningún fruto positivo. Los bolcheviques leninistas, con el nombre de Nueva Oposición Italiana, no lograron, a pesar de sus numerosos intentos, influir sobre los bordiguistas. Por su parte, éstos no han podido ganarles militantes a la Oposición de Izquierda Internacional. Es un hecho muy aleccionador. Si a pesar del contacto permanente de dos fracciones no existe la menor fusión de ideas, ninguna penetración e influencia recíprocas, la única conclusión que podemos extraer es que estamos ante dos agrupaciones diferentes separadas por una divisoria tajante. El trabajo en común sólo serviría para paralizarlas.

Desde la óptica marxista, el hecho de que los bordiguistas no encuentren partidarios para sus posiciones fuera de Italia, y por tanto sean una secta puramente nacional, demuestra que el valor de este grupo es nulo. No puede realizarse la política de la revolución internacional “en un solo país”. Los mismos bordiguistas lo comprenden. Es por eso que se aferran con todas sus fuerzas al rótulo de la Oposición de Izquierda Internacional; esta ficción les permite enmascarar su propio aislamiento nacional. Pero nosotros no tenemos por qué sustentar la máscara. Por el contrario, en éste, como en tantos otros casos, tenemos que proclamar abiertamente la verdad. Ello surge de la conocida entrevista de la propia fracción bordiguista.

Cuando la crítica de ideas fracasa es necesario recurrir a la prueba de los acontecimientos. En lugar de obstruirnos y paralizarnos mutuamente, de embrollar nuestras profundas diferencias con roces y peleas organizativas cotidianas, es un millón de veces preferible separarnos oportuna, pacífica y amistosamente, permitiendo así que el curso ulterior de la lucha revolucionaria determine la justeza de las respectivas líneas.

Esperar la conferencia oficial para terminar de separarnos de los bordiguistas seria caer en un formalismo superfluo y dañino. En vista de las dificultades excepcionales que acechan a la Oposición de Izquierda Internacional, no podemos decir con certeza si la próxima conferencia podrá reunirse en lo inmediato. Es posible que en Alemania se produzcan acontecimientos importantes antes de que podamos convocar la reunión. Sería imperdonable dejar sin solución un problema que a todos les resulta tan claro y maduro.

El encuentro tuvo autoridad suficiente en el sentido de que representó las posiciones reales de la Izquierda Internacional. Se pronunció a favor de la liquidación inmediata del vínculo ficticio entre los bolcheviques leninistas y los bordiguistas. Esperamos que las secciones nacionales ratifiquen la posición del encuentro, trasformándola así en una resolución definitiva.

 

La sección francesa

 

La mayor parte del trabajo de preparación del encuentro recayó, como de costumbre, sobre la sección francesa, que contó con una amplia representación en Copenhague. Si las secciones francesas de la Segunda y de la Tercera Internacional revelan estrechez nacional, la sección francesa de la Oposición Internacional se caracteriza por una gran iniciativa internacional. La Liga trabajó activamente para establecer contacto con casi todas las demás secciones y aportó a su desarrollo comentando todos los problemas de la Internacional en las páginas de sus periódicos.

El desarrollo interno de la Liga chocó, hasta hace muy poco, con dificultades enormes. Los intentos de asimilar a los distintos grupúsculos, especialmente numerosos en Francia, no condujeron a nada. La resistencia de Treint[11] provocó el fracaso del último intento de este tipo. Es de lamentar que recientemente Treint haya demostrado falta de perspectiva política, es decir de capacidad para diferenciar lo importante de lo banal, lo circunstancial de lo permanente, al igual que la paciencia necesaria como para progresar en la organización hasta ocupar el lugar que le corresponde por sus indudables cualidades positivas. Sólo el crecimiento de la Liga, y en primer término la ampliación y consolidación de su base obrera, creará las condiciones que permitirán utilizar y asimilar a individuos tan obstinados e indisciplinados como Treint. El grupo que Treint dirige en la actualidad es tan inservible como los de Rosmer, Souvarine, Landau, Spartakos, Weisbord,[12] etcétera. Su propia existencia condena a todas estas agrupaciones casuales, carentes de sólidas bases principistas independientes, a quedar fuera del movimiento obrero. Guardan con la política revolucionaria la misma relación que el teatro de aficionados con el arte dramático, es decir, sólo sirven para divertir a los propios participantes y sus parientes más cercanos.

Sea como fuere, la propia Liga ha superado la etapa de lucha interna ininterrumpida y ha obtenido la indispensable unidad de criterios y métodos. Sin el menor ánimo de minimizar este avance, debemos recordar que con una base obrera tan estrecha la unidad política no se caracterizará por su gran duración. Existe sólo un camino para garantizar que no haya una recaída en la enfermedad interna, y éste es el de dirigir todos los esfuerzos, toda la atención hacia las bases, hacia los obreros en el partido, en los sindicatos, en las fábricas.

Los camaradas dirigentes de la Liga son plenamente conscientes de que en el próximo período deberán concentrarse en los problemas sociales de Francia y del movimiento obrero francés. Esto se refiere tanto al trabajo teórico como práctico. La Liga que cobija en su seno a valiosos cuadros dirigentes, debe adquirir ahora una sólida base proletaria.

 

Nuevas discusiones sobre el problema de “fracción” o “segundo partido”

 

La sección británica está discutiendo si es preferible restringirse al trabajo interno en el Partido Comunista o crear vínculos independientes con los obreros de fuera del partido. Este problema, que todas las secciones han enfrentado en diversas ocasiones, no está basado en principios. Si la envergadura y carácter de nuestra lucha dependiera únicamente de la situación de “fracción”, caeríamos en el doctrinarismo. La transición de la “propaganda”, de la educación de los cuadros, a la “agitación”, a la influencia sobre las masas mediante los cuadros, siempre provocó dificultades y diferencias en el seno de organizaciones revolucionarias jóvenes, aun sin que éstas hayan debido enfrentar el dilema “fracción o partido”. La respuesta al problema dependerá de las fuerzas y de la situación verdaderas. Pero, puesto que todas nuestras secciones, incluso la más joven, la británica, le han quitado cuadros muy valiosos al partido, debemos buscar lo más rápidamente posible nuestros propios puntos de apoyo en las organizaciones obreras aunque, naturalmente, sin abandonar ni un solo instante la lucha por la unificación de las filas comunistas.

La tendencia de ciertos camaradas (como los franceses) a interpretar el papel de la fracción en el sentido de que la Oposición no debe dar un solo paso fuera de los límites del partido es completamente falsa. Nuestra relación con la Comintern no consiste en renunciar a la actividad independiente sino en el carácter y sentido de dicha acción. Sería ridículo de nuestra parte comportarnos como integrantes de las organizaciones oficiales de la Comintern. Debemos formular una política que nos abra las puertas de la Comintern. Para ello tenemos que fortalecernos, y no lo haremos si nos atamos las manos frente a la burocracia stalinista con una disciplina falsa y artificial. Hay que acercarse a los obreros en el lugar en que se encuentren, a la juventud, enseñarles el abecé del comunismo, construir células en las fábricas y sindicatos. Pero debemos hacer todo esto de manera tal que los comunistas corrientes vean que para nosotros no se trata de construir un partido nuevo sino de reanimar la Internacional Comunista.

Urbahns[13] constantemente clama por la creación de un nuevo partido en Alemania, pero cuando llegan las elecciones llama a votar por el Partido Comunista que, según sus propias palabras, se ha “terminado de desintegrar”. ¿Quién lo entiende? La contradicción es tanto mas flagrante cuanto que Urbahns, en la época en que todavía no había roto con la izquierda internacional ni proclamado la creación de un segundo partido, formaba listas de candidatos independientes en todas las elecciones. Con tamañas “maniobras”, Urbahns sabe cómo cerrarle el camino tanto al Partido Comunista existente como al partido nuevo y desconocido. No es de extrañar que en pocos años liquidara su propia organización, cuyos mejores elementos han pasado a las filas de nuestra sección alemana. Pero nada altera a este estratega, que clama por un nuevo partido con una determinación inversamente proporcional al terreno que le va quedando bajo los pies.

Nuestros camaradas belgas, cuya posición se fortalece consecuentemente, en vísperas de las últimas elecciones parlamentarias, propusieron al partido oficial, la preparación de listas conjuntas, declarándose dispuestos a aceptar las candidaturas con menos posibilidades de resultar electas. La propuesta obedecía al propósito político de apoyar las candidaturas comunistas oficiales con los votos de los trabajadores que sólo confían en la Oposición. Era una medida táctica totalmente correcta, fácil de explicar a cualquier trabajador comunista. Aunque el partido rechazó la propuesta, la Oposición belga llamó a los obreros a votar por sus candidatos. Ni qué decir tiene que esta medida fue tan acertada como aquélla. Si el partido oficial no pudo obtener los votos del obrero que confía en Lesoil pero no en Jacquemotte,[14] la culpa es suya y no de la Oposición.

También en este campo los camaradas españoles han hecho caso omiso de las experiencias de la izquierda internacional. En su última conferencia se declararon inesperadamente a favor de la participación independiente en las elecciones. De lo dicho más arriba se desprende con toda claridad que tampoco somos fetichistas a este respecto. En ciertas circunstancias, la Oposición de Izquierda puede y debe presentar candidatos propios. Pero el motivo no puede ser una falsa búsqueda de “independencia” sino la verdadera relación de fuerzas, y así hay que plantearlo en el trabajo agitativo; no se trata de quitarle puestos electivos al partido oficial sino de levantar la bandera del comunismo allí donde el partido no puede hacerlo. Queda claro que: dada la relación de fuerzas imperante, las candidaturas independientes de la Oposición deben constituir la excepción, no la regla.

Pero quizás la situación particular de España justifica la táctica de la Oposición española, dirigida en los hechos a la construcción de un partido nuevo. Supongamos que es así. ¿Por qué, entonces, los camaradas españoles no tratan de explicarnos estas condiciones y enriquecernos con su experiencia? ¿Creen acaso que no puede ser comprendida la situación española fuera de las fronteras del país? En tal caso tendríamos que preguntarnos para qué tenemos una organización internacional.

 

La sección alemana

 

El problema de nuestras relaciones con la RGO[15] fue el centro de la discusión sobre el informe de la sección alemana. Esperamos poder escribir próximamente un artículo especial para aclarar este problema de excepcional importancia. Las diferencias en el seno de la dirección surgieron -al menos aparentemente- en relación con la huelga de los transportistas de pasajeros de Berlín.[16] Todavía resulta difícil de juzgar si la polémica es coyuntural o si obedece a diferencias más profundas. En todo caso, los participantes de la reunión consideraron que los camaradas de la dirección alemana se apresuraron demasiado en llevar el problema a las páginas de Die Permanente Revolution[17] y en darle a la polémica un tono excesivamente duro.

Naturalmente, cuando las diferencias son profundas y duraderas la discusión abierta se hace inevitable y necesaria. Aunque debilite temporalmente a la organización, es incomparablemente más fructífera que la lucha organizativa tras las bambalinas o las “insinuaciones” indirectas en la prensa, que a nadie benefician y cuyo único resultado es envenenar la atmósfera. Pero para nosotros debe seguir siendo totalmente inadmisible entrar en discusiones públicas cuando no hay una verdadera necesidad política para hacerlo. El objetivo de Die Permanente Revolution es influir sobre los sectores que están fuera de la organización. La discusión puede y debe iniciarse en una publicación destinada exclusivamente a la circulación interna (boletín, periódico de discusión, etcétera), así no lesionamos la democracia interna y al mismo tiempo evitamos poner armas innecesarias en manos de nuestros enemigos. Ni por un instante podemos olvidar que la Oposición de Izquierda actúa en condiciones increíblemente difíciles; podemos afirmar con toda certeza que las mismas no tienen precedentes históricos. Basta recordar que los stalinistas denunciaron por radio a la policía capitalista la “conferencia trotskista” de Copenhague. Semejante situación impone una triple responsabilidad a los dirigentes de la Oposición. El precedente de luchas internas que a menudo derivaron en rencillas personales debilitó seriamente la autoridad de la Oposición alemana; esta herencia pesada aún subsiste. Tanto mayor es, pues, la obligación de mantener la unidad organizativa y la solidaridad de la dirección, evitando en lo posible los métodos de discusión que agudicen artificialmente las diferencias y tiendan a envenenar la atmósfera.

Los informes de los camaradas alemanes, así como composición de la delegación, demostraron más allá de toda duda que existe en las filas de la Oposición alemana un núcleo importante de comunistas obreros, políticamente idóneos y a la vez ligados a las organizaciones de masas. Es una gran hazaña, de la cual tenemos que partir para seguir construyendo. En primer lugar debemos asegurarnos que la composición de la dirección sea más proletaria y esté más ligada a las masas.

Debido a las circunstancias particulares de su origen, la Oposición de Izquierda estuvo integrada durante un período (el de su decadencia) por individuos y grupúsculos de carácter mayoritariamente intelectual o semintelectual, carentes de posiciones políticas claras y de raíces en la clase obrera. Desacostumbrados al trabajo serio y faltos de responsabilidad, sin vínculos estrechos con nada y con nadie, nómadas políticos sin bagaje, portadores de algunas fórmulas vulgares, unas cuantas frases críticas ingeniosas y la costumbre de intrigar, de pueblo en pueblo y de país en país esos “militantes de la Oposición” –cuya expresión más acabada es Landau- durante mucho tiempo frenaron su desarrollo y la comprometieron a los ojos de los obreros conscientes. En purgar a la Oposición del “landauismo” empleamos gran parte de los últimos cuatro años, y no caben dudas de que en este terreno, como en otros, hemos tenido éxito. Pero el verdadero triunfo sobre el espíritu de la intriga y la rencilla mezquina sólo se concibe en el marco de la construcción de una dirección de proletarios firmes, ligados a las masas y que se sientan los amos de su propia organización. Nuestra sección alemana está totalmente madura para esa importante reforma interna. Sólo resta desear que la próxima conferencia de la Oposición alemana se convoque y realice bajo ese signo.

 

La Oposición de Izquierda en la URSS

 

El año pasado se produjeron cambios muy importantes en la situación de la Oposición en la Unión Soviética. La tendencia general puede resumirse en la palabra “ascenso”

Muchos cientos, tal vez miles, de ex capituladores han vuelto a la senda de la Oposición; son los elementos que en la primavera de 1928 creían honesta pero prematuramente en un cambio de principios de la política oficial. Los lugares de exilio y encarcelamiento se llenan constantemente de tales “reincidentes”. No es necesario decir hasta qué punto este hecho fortalece la autoridad de los militantes de la Oposición que ni por un instante desertaron de sus banderas.

En la vieja generación de bolcheviques, inclusive en los que hasta ayer eran stalinistas fervientes, se puede observar la decadencia total de la autoridad de Stalin y su grupo y un giro resuelto hacia una mayor atención y estima a la Oposición de Izquierda. Es muy significativo que precisamente la Vieja Guardia bolchevique[18] que participó activamente en las cuestiones internas del partido en vida de Lenin, pero luego se dejó asustar por el espectro del “trotskismo”, ahora, después de su experiencia con el régimen stalinista, comienza a descubrir dónde está la verdad. ¡Es un síntoma muy importante!

Pero mucho más importante es el proceso en curso entre los obreros, principalmente en la juventud. Así como, en su momento, la burocracia zarista tachaba de “socialistas”, a todos los obreros insatisfechos, a los activistas y a los huelguistas, los enviaba a prisión o a Siberia y de ese modo les permitía conocer a los verdaderos socialistas, hoy la burocracia stalinista arresta y exilia a cantidades cada vez mayores de obreros insatisfechos y de activistas tachándolos de “trotskistas” y empujándolos a la senda de la Oposición de Izquierda.

En cuanto a la organización ilegal de los bolcheviques leninistas en la URSS, sólo se han dado los primeros pasos hacia su reorganización. Mientras la mayoría de las secciones occidentales de la Oposición poseen cuadros dirigentes importantes y bien cohesionados sin haber ganado todavía una base de masas, en la URSS, donde existe una base poderosa, los cuadros de la Oposición de Izquierda siguen expuestos a los golpes implacables del aparato, lo que dificulta aun más la construcción de una dirección centralizada. Pero el crecimiento evidente e indiscutible de la Oposición de Izquierda, la ampliación del círculo de sus partidarios en la clase obrera y la corriente de simpatía que alcanza inclusive a partes del aparato son la mejor garantía de que en un futuro inmediato se podrá volver a crear una organización centralizada.

Todas las secciones extranjeras pueden colaborar directa e indirectamente en la renovación y fortalecimiento de los bolcheviques leninistas rusos. Debemos tomar contacto con los ciudadanos soviéticos que viven en el extranjero, fundamentalmente con los jóvenes estudiantes; tenemos que aprovechar todas las oportunidades y posibilidades de enviar a la URSS la literatura de la Oposición, sobre todo el Biulleten[19] ruso. Debemos contactar a los obreros extranjeros que viajan a Rusia o viven allí; los turistas del exterior han de utilizarse para enviar literatura, mantener la correspondencia y recoger información política; en los puertos hay que establecer contacto con los marineros rusos a fin de ejercer una influencia política directa sobre ellos y de enviar literatura. Naturalmente, estas formas de trabajo exigen una atención y precauciones excepcionales; es necesario elegir cuidadosamente a los intermediarios para impedir la infiltración de agentes de policía, de enemigos de clase o de provocadores stalinistas. El trabajo sistemático en las áreas mencionadas más arriba puede resultar de inestimable valor para nuestros camaradas de la URSS. ¡Y no es necesario explicar la importancia que tendrá para todas las secciones de la Oposición de Izquierda el rápido crecimiento de los bolcheviques leninistas en la URSS!

 

El rol histórico de la Oposición de Izquierda

 

En una carta anterior decíamos que, dadas ciertas circunstancias históricas, el proletariado puede triunfar inclusive con una dirección centrista de izquierda.[20] Se me informa que muchos camaradas interpretan esta posición de modo tal que minimizan el papel de la Oposición de Izquierda y restan importancia a los errores y pecados del centrismo burocrático. Ni qué decir tiene que difiero totalmente con semejante interpretación.

La estrategia del partido es un elemento sumamente importante para la revolución proletaria. Pero de ninguna manera es el único factor. Con una relación de fuerzas excepcionalmente favorable, el proletariado puede llegar al poder inclusive bajo una dirección no marxista. Así ocurrió, por ejemplo, en la Comuna de París y, más recientemente, en Hungría.[21] El grado de desintegración del bando enemigo, su desmoralización política, la ineptitud de sus dirigentes, pueden darle al proletariado durante un período una superioridad decisiva, aunque su dirección sea débil.

Pero, en primer lugar, nada hay que pueda garantizar una coincidencia tan “afortunada” de las circunstancias; es la excepción, no la regla. En segundo lugar, como lo demuestran los dos ejemplos citados anteriormente - París y Hungría -, la victoria obtenida en semejantes condiciones resulta sumamente inestable. Debilitar la lucha contra el stalinismo en base a que en ciertas condiciones hasta la dirección stalinista seria incapaz de impedir la victoria del proletariado (así como la dirección de Thaelmann[22] no pudo evitar que aumentara el número de votantes comunistas) sería poner cabeza abajo la política marxista.

Además, hay que comprender dialécticamente, no de manera mecánica, la posibilidad teórica de una victoria bajo una dirección burocrática. Ni el partido oficial en su conjunto, ni su aparato, son inmutables e inmodificables. Si la actitud original de Neumann-Remmele-Thaelmann[23] –“primero los fascistas, después nosotros”- se hubiera mantenido, es muy posible que los fascistas hoy estuviesen en el poder. La resistencia que cundió en el partido, por débil que haya sido, creó la perspectiva de una guerra civil, asusto a la gran burguesía y obligó a Hitler[24] a embarcarse en el camino “constitucional”, lo que, obviamente, lo ha debilitado. Al mismo tiempo, no cabe duda de que el papel decisivo en el cambio de posición del partido oficial lo desempeñó la Oposición de Izquierda, aunque sólo sea por haber planteado clara y llanamente el problema del fascismo ante la clase obrera. Modificar nuestra política, adaptarnos a los prejuicios de los stalinistas en lugar de apelar a los comunistas equivaldría a imitar a los centristas desesperados del SAP, que se pasan de Rosenfeld a Thaelmann[25], luego se queman los dedos y se cambian de bando...

Si lo antedicho es cierto para el caso de Alemania, donde la extraordinaria presión de las circunstancias sobrepasa circunstancialmente a la política de derrota de los stalinistas, ¿qué diremos de los países donde el Partido Comunista oficial está en decadencia constante, como Francia o Gran Bretaña? (El Partido Comunista británico pasó de quince mil a tres mil militantes en el curso de diez meses).

Todos estamos de acuerdo en que levantar la consigna aventurera de oponer un segundo partido al existente, que es de lo que nos acusan los stalinistas, nos cerraría el camino hacia los obreros comunistas. Pero oscurecer las diferencias con el centrismo a título de facilitar la “unidad” sería no sólo suicidarnos políticamente sino también encubrir, fortalecer y alimentar todos los rasgos negativos del centrismo burocrático y, por ese solo hecho, ayudar a las tendencias reaccionarias que alberga en su seno contra las tendencias revolucionarias.

Si los años recientes algo han demostrado, es la rectitud de principios de la Oposición de Izquierda, su capacidad de sobrevivir, su derecho a desempeñar un gran papel histórico. El encuentro casual, improvisado, en Copenhague atestiguó que los cuadros de la Oposición comprendieron su misión y ven claramente cuál es su camino. Esperamos con firmeza que el encuentro de un gran impulso al desarrollo de las secciones.

 

Posdata: Debido a la gran distancia, nuestra sección griega no pudo participar en la consulta. Pero en el camino muchos camaradas pudieron reunirse con un número apreciable de bolcheviques leninistas atenienses y recibieron una impresión muy favorable. Basta decir que la sección griega ha tomado la tarea de transformar próximamente su periódico, Paliton Takseon,[26] en un diario. ¡Qué lejos están de esto las demás secciones!

Por razones parecidas -la gran distancia y, para muchos, también las dificultades materiales y policiales- los representantes de la Liga Norteamericana, los de la Oposición de Checoslovaquia, Bulgaria, Suiza, Polonia y otros grupos no pudieron participar en el encuentro.

La convocatoria de una verdadera conferencia, con representantes de todas las secciones de la Oposición de Izquierda Internacional queda planteada, pues, para el futuro.



[1] La situación de lo Oposición de Izquierda, publicado en el Boletín Interno de la Liga Comunista de Norteamérica, Nº 9, 1933. Firmado “G. Gourov”. Cuando Trotsky fue a Copenhague en noviembre de 1932 pronunció una conferencia sobre la revolución rusa (publicada en Leon Trotsky Speaks, New York, Pathfinder Press, 1972), un discurso transmitido a EE.UU. por radio y realizó un cortometraje propagandístico (ver Escritos 1932). Además, tuvo la oportunidad de reunirse con varios dirigentes europeos de la Oposición de Izquierda. En esta Carta informa a las distintas secciones de la Oposición de Izquierda Internacional sobre dichas reuniones.

[2] En Copenhague se hallaban presentes, entre otros: Francia: Pierre Naville, Denise Naville, Gerard Rosenthal, Raymond Molinier, Pierre Frank y Jeanne Martin des Pallieres; Bélgica: León Lesoil; Italia: los emigrados A. Feroci y Julien y Lucienne Tedeschi; Holanda: Henricus Sneevliet; Inglaterra: Harry Wicks; EE.UU.: B.J. Field y Esther Field (ninguno de los dos representaba a la sección norteamericana; Alemania: Anton Grylewicz, Eugene Bauer, Georg Jungclas, Bruno, Hippe, Snhneeweiss, Erich Kohn y tres o cuatro estudiantes de Hamburgo, y los secretarios de Trotsky Jan Frankel y Oskar Fischer. Trotsky también tuvo una reunión con Senin Sobolevicius, activista europeo oriental que actuaba en Alemania.

[3] Se refiere a una preconferencia internacional celebrada en París en febrero de 1933. Se la llamó preconferencia porque existía el plan de convocar a una conferencia internacional más amplia, mejor preparada y con mayor autoridad, para fines de 1933. Por distintas razones la conferencia internacional se celebró en julio de 1936, en Ginebra.

[4] Joaquín Maurín: dirigente del Partido Comunista Español, expulsado en 1929 por simpatizar con la Oposición de Derecha Bujarinista, organizó la Federación Catalana, que Trotsky consideraba un obstáculo para la revolución española. Andrés Nin, dirigente de la Oposición española, trató durante mucho tiempo de ganar a Maurín, amigo personal suyo. Luego Nin rompió con la Oposición de Izquierda Internacional y junto con Maurín fundó el Partido Obrero de Unificación Marxista (POUM). Al estallar la guerra civil en 1936, Maurín, diputado por el POUM, fue arrestado y encarcelado por las tropas franquistas. Puesto en libertad, se fue al exilio y abandonó toda actividad política.

[5] Kurt Landau: por un breve lapso, miembro de la Oposición de Izquierda en Austria y Alemania; los stalinistas españoles lo asesinaron durante la guerra civil. Comunismo era el periódico de la Oposición española.

[6] Alfred Rosmer (1877-1964): sindicalista revolucionario francés y colaborador de Trotsky en Francia durante la Primera Guerra Mundial. Elegido al CEIC en 1920, permaneció en ese puesto y en la dirección del PCF hasta su expulsión en 1924. Fue dirigente de la Oposición de Izquierda y miembro del Secretariado Internacional hasta 1930, cuando renunció por sus diferencias con Trotsky. Ambos retomaron su amistad personal en 1936. Fue autor de varios libros sobre historia del movimiento obrero. sus recuerdos sobre Trotsky en París, 1915-1916, forman parte de la antología Leon Trotsky The Man and his Work (Pathifinder,1969).

[7] M. Mill: había sido elegido por la Oposición rusa como miembro del Secretariado Administrativo de la Oposición de Izquierda Internacional, en virtud de sus conocimientos del idioma ruso, especialmente. En 1932 fue removido del cargo a causa de sus maniobras e intrigas y luego se convirtió en agente stalinista. Trotsky lo describe como europeo oriental, pero Isaac Deutscher afirma qua era norteamericano (El profeta desterrado).

[8] Henri Lacroix: dirigente español, rompió con la Oposición de Izquierda e ingresó al PS a fines de l933.

[9] La Fracción de Izquierda italiana, llamada bordiguista (por su dirigente Amadeo Bordiga, 1889-1970, expulsado de la Comintern por “trotskista” en 1929), se caracterizaba por su extremo sectarismo, tanto durante como después de su vinculación con la Oposición de Izquierda. Publicaba el periódico Prometeo.

[10] El frente único: táctica utilizada por los bolcheviques rusos antes de la Revolución y luego elaborada por el Segundo Congreso de la Comintern. Mediante esta táctica, la clase obrera, a pesar de estar dividida en organizaciones revolucionarias y reformistas, lucha en forma unificada contra el enemigo de clase; la misma también le permite al partido revolucionario acercarse en la lucha a las bases de otras organizaciones obreras y, si la lucha triunfa, ganarlas. Los bolcheviques siempre insistieron en que era premisa indispensable para emplear esta táctica que el partido revolucionario conservara su independencia política y el derecho de criticar a los demás integrantes del frente único. Trotsky explica la táctica del frente único en La lucha contra el fascismo en Alemania

[11] Albert Treint (n. 1889): dirigente del PCF, apoyó a la Oposición conjunta de Trotsky y Zinoviev. Fue expulsado en 1927 y colaboró con diversos grupos comunistas, entre ellos la Liga Comunista francesa, a la que perteneció durante varios años. Luego se unió a un grupo sindicalista.

[12] Boris Souvarine (n. 1893): fundador del PCF y autor de una de las primeras biografías de Stalin. Rompió con el stalinismo en la década del 20 y se volvió antileninista en los años 30. Trotsky lo consideraba el prototipo del cinismo y el derrotismo que caracteriza a los que reniegan del bolchevismo. Spartakos (Espartaco) era el periódico de un grupo griego, reconocido como sección afiliada a la Oposición de Izquierda. Albert Weisbord (n. 1900): expulsado del PC de EE.UU. en 1929, organizó un pequeño grupo, la Liga Comunista de Lucha, que se proclamó partidaria de la Oposición de Izquierda Internacional a principios de la década del 30 aunque su política vacilaba entre la Oposición de Izquierda y la de Derecha. Luego rompió con el marxismo y fue dirigente de la Federación Sindical Norteamericana (AFL, la primitiva central obrera).

[13] 13 Hugo Urbahns (1890-1946): dirigente del PC Alemán, expulsado en 1928. Fue fundador de la Leninbund, que mantuvo vínculos con la Oposición de Izquierda hasta 1930.

[14] León Lesoil (1892-1942): fundador del PC Belga expulsado en 1928, junto con otros dirigentes, por oponerse a las medidas tomadas contra la Oposición soviética. Fue uno de loa fundadores de la Oposición belga, que dirigió hasta su muerte en un campo de concentración nazi. Jean Jacquemotte: líder del PC Belga.

[15] RGO: iniciales en alemán de la Oposición Sindical Revolucionarla, pequeña federación sindical organizada por el Partido Comunista Alemán (KPD) en 1929 para oponerla a la ADGB, la federación sindical más grande del país, que estaba dirigida por los socialdemócratas. A fines de 1930 la ADGB tenía casi cinco millones de miembros, mientras que la RGO apenas llegaba a los 150.000. La máxima conquista de la RGO, sección alemana de la Profintern, dirigida desde Moscú, fue lograr que los sindicalistas del KPD se mantuvieran aislados de la gran mayoría de trabajadores organizados.

[16] La huelga de trabajadores del tránsito de Berlín, realizada en noviembre de 1932, fue una respuesta a los últimos recortes salariales. La huelga se inició pocos días antes de la última elección del Reichstag después de la cual se produjo el nombramiento de Hitler como canciller, y en ella participaron hasta los nazis. El comité central de la huelga, elegido por una conferencie de delegados, estaba integrado por miembros de la RGO, la ADGB, la NSBO (Organización de Fábrica Nazi), y algunos independientes. Después de las elecciones del Reichstag, la mitad de los huelguistas volvió al trabajo, aceptando así la reducción del salario, y el comité levantó la huelga.

[17] Die Permanente Revolution: periódico de la Oposición alemana desde julio de 1931 hasta febrero de 1933. Fue reemplazado por Unser Wort (Nuestra palabra), publicado en el exilio.

[18] Los bolcheviques de la Vieja Guardia eran los militantes que entraron al partido antes de la revolución de 1917. Aunque era un título honorario, Lenin solía utilizar el término para referirse peyorativamente a los veteranos que no aprendían nada o seguían aferrados a viejos esquemas.

[19] Biulleten Opozitsi (Boletín de la Oposición): publicación en idioma ruso fundada por Trotsky en 1929, salió a la luz en París entre 1929 y 1931, y luego en Berlín hasta que los nazis lo prohibieron a principios de 1933. Luego sucesivamente en París (1934), en Zürich (1935), París (hasta 1939) y Nueva York (hasta 1941, año en que dejó de aparecer.)

[20] Referencia a una carta dirigida a las secciones, fechada el 28 de julio de 1931, que llevaba el título Algunas ideas sobre la posición y tareas de la Oposición de Izquierda. Firmada “G. Gourov” (ver Escritos 1930-1931)

[21] La Comuna de París fue el primer ejemplo de gobierno obrero. Se mantuvo en el poder exactamente setenta y dos días, desde el 18 de marzo hasta el 28 de mayo de 1871, y fue derrocada después de una serie de cruentas batallas. La Hungría soviética se proclamó el 21 de marzo de 1919, cuando el gobierno capitalista del conde Karolyi entregó el poder voluntariamente a los soviets, fue derrotada el 1º de agosto de 1919 por ejércitos contrarrevolucionarios al mando de Francia y sus aliados.

[22] Ernst Thaelmann (1886-1945): dirigente y candidato presidencial del PC Alemán, partidario de la política del Kremlin que permitió la victoria de Hitler. Fue arrestado por los nazis en 1933 y ejecutado en el campo de concentración de Buchenwald en 1945.

[23] Heinz Neumann (1902.-¿1937?) y Hermann Remmele (1880-1937): junto con Thaelmann, integrantes de la dirección del PC Alemán durante los años en que los nazis llegaron al poder. En 1933 huyeron a la URSS. Remmele fue ejecutado por la GPU en 1937 y Neumann arrestado el mismo año. Posteriormente desapareció.

[24] El objetivo que buscaba Adolf Hitler (1889-1945) y su Partido Nacional-socialista era destruir el gobierno capitalista democrático instaurado en Weimar en 1919. Pero hasta tanto Hitler fue elegido canciller en enero de 1933, los nazis siempre subrayaron que su lucha por el poder se enmarcaba en la Constitución de Weimar. Las elecciones parlamentarias del 6 de noviembre de 1932 mostraron el primer debilitamiento de la fuerza electoral nazi en varios años: obtuvieron once millones setecientos mil votos, dos millones menos que en las elecciones del 31 de julio de 1932.

[25] El SAP (Partido de los Trabajadores Socialistas) alemán: fundado en octubre de 1931 cuando la socialdemocracia expulsó a una serie de diputados parlamentarios de izquierda, encabezados por Max Seydewitz y Kurt Rosenfeld (1877-1943), también conocido defensor de los derechos civiles. En 1932 se produjo una ruptura en la Oposición de derecha alemana (KPO, también llamada brandlerista) y un ala encabezada por Jakob Walcher ingresó al SAP. Cuando Seydewitz y Rosenfeld rompieron con el SAP, los ex brandleristas coparon la dirección. Al decir que el SAP pasa “de Rosenfeld a Thaelmann” se refiere a la política electoral centrista del SAP en 1932. En 1933 el SAP aceptó trabajar con la Oposición de Izquierda por una nueva internacional, pero rápidamente cambió de posición y fue adversario de la Cuarta Internacional.

[26] Paliton Takseon (La lucha de clases): periódico de los arque-marxistas, sección griega de la Oposición de Izquierda Internacional.



Libro 3