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Libros y compilaciones

por Rossana Cortez y Alicia Rojo

En este volumen 5 de las Obras Escogidas presentamos “Un programa de acción para Francia”, el folleto ¿Adónde va Francia? junto con otros artículos que no pertenecen al folleto (“Ninguna equivocación respecto del Frente Popular”, “Los radicales, agentes de la burguesía en el gobierno”, “El nuevo ascenso revolucionario y las tareas de la IV Internacional”, “SOS. La situación en Francia” y “Se aproxima la hora decisiva: Respecto de la situación en Francia”). Por otro lado, publicamos el Diario del exilio, un escrito biográfico- político, traducido al castellano por primera vez para esta colección.
La mayoría de los textos tienen en común que fueron escritos por Trotsky durante su exilio en Francia, en los convulsivos años ‘30, cuando la crisis económica mundial todavía arreciaba. El nazismo tomaba el poder en Alemania, gracias a la política ultraizquierdista llevada adelante por el Partido Comunista alemán, que igualaba a la socialdemocracia con el fascismo, lo que impidió la realización de un frente único defensivo y posibilitó que el proletariado fuera derrotado sin luchar . El fascismo ya estaba en el poder en Italia. Las tendencias a una nueva guerra mundial crecían y las burguesías de los diferentes países se preparaban para ello. En este escenario, se imponía más que nunca la polarización entre la perspectiva de la reacción fascista o la de la revolución proletaria.
El peligro de la extensión del fascismo a otros países estaba a la orden del día. En Francia la burguesía se aprestaba a descargar el peso de la crisis sobre los trabajadores y el pueblo. Las necesidades del gran capital comenzaron a engendrar las bandas fascistas y la desesperación de las clases medias fue su base. Esta situación llegó a su punto más agudo con el levantamiento de las ligas fascistas del 6 de febrero de 1934 , fecha clave en los análisis de Trotsky. Estas acciones de la derecha encontraron rápidamente la respuesta de los trabajadores, con huelgas y manifestaciones que culminaron en la huelga general del 12 de febrero. La Liga Comunista francesa, la organización de los trotskistas en Francia, planteó desde el comienzo la necesidad de afianzar el frente único de las organizaciones de la clase obrera.
La demanda de unidad que planteaban los trabajadores impulsó a sus direcciones, el Partido socialista francés, SFIO, y el PC a constituir ese frente único. Sin embargo, en sus manos esta herramienta se transformaba en una política de sostenimiento de la democracia burguesa y de freno de las acciones de las masas.
En ese marco, Trotsky escribió “Un programa de acción para Francia” como una respuesta programática que daba contenido al frente único que proponía, confrontándolo con la política del Partido Comunista (PC). La política de este partido venía girando, en concordancia con el giro de la Internacional Comunista, hacia una alianza con los partidos reformistas y las burguesías “democráticas” que priorizaba la defensa de la URSS por sobre la movilización revolucionaria de las masas.
En este escrito Trotsky planteaba que, por la situación política francesa, las acciones de masas y el frente único debían plantear la perspectiva de la revolución proletaria, al mismo tiempo que un programa transicional hacia la toma del poder. Trotsky desarrolla el conjunto del programa y la necesidad de impulsar comités de lucha de las masas y milicias obreras para imponerlo. Este manifiesto programático constituye un antecedente del Programa de Transición , texto fundacional de la IV Internacional escrito en 1938 y generalizado para todos los países.
¿Adónde va Francia? reúne una serie de artículos escritos a partir de los sucesos de febrero de 1934 hasta las grandes huelgas de junio de 1936. En el primer artículo del folleto, “¿Adónde va Francia?”, Trotsky definió la caracterización del régimen político bonapartista que surgió en ese país luego del levantamiento de las ligas fascistas. A partir de esta definición, analizó a las clases medias, base social del fascismo y del Partido Radical y sostenedoras del régimen bonapartista. El fascismo podría crecer a expensas del Partido Radical y su base. Por eso la importancia de la política del proletariado hacia la pequeñoburguesía para arrancársela al fascismo y sobre todo al Partido Radical.
Aquí tomó relevancia el problema de la formación de milicias obreras que a la vez que hagan efectiva la defensa de la clase obrera frente al fascismo, plantee abiertamente el problema del armamento del proletariado, en permanente polémica con las concepciones reformistas del PC, que no buscaba la unidad obrera anticapitalista sino una alianza de colaboración de clases, basada en un programa moderado para no asustar a los radicales, y también polemizando con el PS.
Las tendencias de la lucha de clases que se desarrollaban demostraron rápidamente la ineficacia del intento bonapartista de arbitrar entre las necesidades del gran capital y las masas. Las dificultades para consolidar un régimen estable revelaban la profundidad de la crisis. La burguesía recurrió entonces a las direcciones del movimiento obrero para preservar la estabilidad del Estado burgués, modificando las características del régimen político e incorporando a estas direcciones al gobierno. Se constituirá así el Frente Popular (FP), integrado por el Partido Socialista, el Partido Comunista, el Partido Radical, la Confederación General del Trabajo (CGT), la Confederación General del Trabajo Unitaria (CGTU), dirigida por el PC, además de otras organizaciones como la Liga por los Derechos del Hombre, el Comité de Vigilancia de los Intelectuales Antifascistas, el Movimiento de Acción Combatiente (grupo de veteranos de guerra) y los socialistas que no estaban en la SFIO.
En “Frente Popular y comités de acción”, Trotsky hizo una categórica definición de esta alianza como una coalición del proletariado con la burguesía imperialista, representada en el Partido Radical, que se extendía al terreno parlamentario.
Ante el contundente triunfo electoral del Frente Popular –que formará gobierno con el socialista Léon Blum a la cabeza–, Trotsky buscará establecer un diálogo con las masas que lo apoyaban, planteando que aquél comience por aplicar la democracia en sus propias filas. Cada grupo de ciudadanos que adhieren al FP en la ciudad, el barrio, la fábrica, el cuartel o el campo, junto a las secciones de combate, debe elegir sus representantes en los comités de acción locales. Se proponía que los sectores en lucha dentro del frente tuvieran peso, se unificaran, impulsaran la lucha revolucionaria, desarrollaran el enfrentamiento contra la burguesía y apuntaran a la creación de organismos propios de las masas. Era tarea de los revolucionarios pelear porque los comités de acción tomaran en sus manos la creación de las milicias obreras, el armamento de los obreros, la preparación de la huelga general. En esta dinámica Trotsky no descartaba que los comités de acción se transformaran en soviets.
Los siguientes artículos del folleto: “La etapa decisiva”, “La revolución francesa ha comenzado” y “Ante la segunda etapa” fueron escritos por Trotsky en momentos de las grandes huelgas de junio de 1936 y las ocupaciones de fábricas.
Trotsky definió entonces la apertura de una situación revolucionaria que significaba nuevas perspectivas para la clase obrera francesa. Esta situación ponía aún más al rojo vivo el rol del Frente Popular, que intentaría contener a ese poderoso movimiento de masas con las concesiones mínimas que pudiera obtener de la burguesía.
Las tendencias de las masas se distanciaban cada vez más de la política de las direcciones. Se expresaba abiertamente la perspectiva de la revolución proletaria. El problema del partido revolucionario se volvía clave. Trotsky, mientras denunciaba incansablemente la política de las direcciones de masas, se esforzaba por orientar el trabajo del pequeño grupo de los revolucionarios franceses. Planteó entonces que el lugar de los revolucionarios estaba en las fábricas, allí se decidiría la suerte de Francia.
Los revolucionarios tenían enormes tareas por delante: intervenir en el diálogo profundo que se establecía entre la vanguardia y las capas más explotadas de la clase obrera, trabajar en los sindicatos, denunciar y desenmascarar a las direcciones que traicionaban, impulsar los comités de acción como organismos de organización de las masas trabajadoras.
Los acuerdos convocados por el gobierno para frenar el ascenso comenzaron a dar sus primeros frutos. La burguesía había encontrado en el FP el instrumento para detener y canalizar la movilización obrera pero todavía no podía derrotarla y debió hacer concesiones. De la política de las direcciones dependía que se avanzara, venciendo a la burguesía o que se retrocediera, perdiendo las conquistas obtenidas y abriendo el camino de una derrota de la clase obrera,
Los “acuerdos de Matignon”, firmados en el hotel del mismo nombre entre la Confederación General de la Producción −la patronal francesa−, la CGT y el gobierno del FP significaron, entre otras cosas, el establecimiento de la semana laboral de 40 horas, vacaciones pagas, respeto de los derechos sindicales, contratos colectivos, aumentos salariales. Pero la situación económica general y las necesidades del capital dieron poca vida a estas reformas. En última instancia, las migajas que pudieron obtenerse de la burguesía y su carácter efímero era responsabilidad directa de las direcciones obreras, que impidieron que el ascenso revolucionario se desarrollara y se transformara en una revolución proletaria que estableciera un gobierno de los trabajadores, aboliera la propiedad privada y cambiara las relaciones de producción: “En junio, los obreros han ejercido una grandiosa presión sobre las clases dirigentes, pero no la han llevado hasta el final. Han revelado su poderío revolucionario, pero también su debilidad: la ausencia de programa y de dirección. Todos los cimientos de la sociedad capitalista como sus úlceras incurables han permanecido en su lugar” .
Así, el desarrollo vivo de este proceso revolucionario y las conclusiones que de él se desprenden recorrerán las páginas de este libro que presentamos. Agregamos en esta edición el artículo “Ninguna equivocación respecto del Frente Popular”, una carta de Trotsky al Secretariado Internacional, porque plantea una discusión fundamental en las propias filas del trotskismo francés. Algunos de sus integrantes pensaban que era erróneo exigir la expulsión del Partido Radical del FP porque las masas debían hacer la experiencia con ese gobierno, por eso había que exigir que el FP tomara el poder, ya que sólo su incompetencia en el gobierno incitaría a que las masas tomaran las ideas que impulsaban los trotskistas. Trotsky afirmaba que no plantear la necesidad de la exigencia de la expulsión de los radicales del Frente Popular era una traición, porque no se trataba sólo de la experiencia de las masas, sino de la experiencia de la colaboración política con el enemigo de clase y esa política menchevique era la misma que ya se había expresado en 1905 y 1917 en Rusia y con el Kuomintang en China. En el mismo sentido incluimos otro artículo que polemiza con las posiciones del POI , “Los radicales, agentes de la burguesía en el gobierno”.
En la revista de la juventud del POI habían escrito que el gobierno del Frente Popular será capaz de llevar adelante su programa, bajo la protección vigilante de los obreros franceses. Trotsky plantea que no se debe ocultar a las masas que el programa del FP no es realizable en los marcos del capitalismo o que sus partes realizables siempre serán boicoteadas por los radicales. Y además, la tarea del POI no es proteger al gobierno de coalición entre el proletariado y la burguesía. Por eso hay que atacarlo por su flanco derecho, que son los radicales. La consigna de los bolcheviques-leninistas debe ser: “Fuera los burgueses radicales del gobierno de Blum”.
Los meses siguientes irían confirmando las previsiones de Trotsky sobre las perspectivas para Francia, como también para España. El gran capital exigiría cortar de raíz el peligro del retorno de las huelgas y las ocupaciones de fábrica. El gobierno terminará por reprimir abiertamente a las masas, llevando al estallido al gobierno de Blum, cuyo partido entró en crisis frente a la represión de un ministro socialista contra los trabajadores. La ineficacia del Frente Popular para responder a los intereses estratégicos del capital llevaría a su hundimiento. Y la ausencia de una alternativa de los trabajadores abriría, en el mediano plazo, la perspectiva planteada por Trotsky: el estallido de la guerra daría a la burguesía francesa la mano de Hitler para imponer el fascismo en Francia.

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El Diario del exilio es un diario que, dividido en tres cuadernos rústicos, expresa diversas reflexiones políticas, filosóficas y personales, en un momento de la vida de Trotsky en el que la derechización de la burguesía francesa y la ofensiva estalinista contra él y su familia se estrechaba más aún y cuando ningún país del planeta parecía ofrecerle morada. Como dice su secretario Jean van Heijenoort en su Introducción, Trotsky comenzó a redactar este diario en Domène, en febrero-marzo de 1935, mientras él traducía del ruso al francés, la segunda parte de ¿Adónde va Francia? Al mismo tiempo, Trotsky estaba escribiendo la primera parte de su biografía de Lenin, la única que llegó a completar, La juventud de Lenin . Desde que llegó a Noruega en junio de 1936, “Trotsky dejó marchitar su diario”. Van Heijenoort afirma que las condiciones en que Trotsky escribió el Diario fueron excepcionales, pero que Trotsky, como siempre, produjo una gran cantidad de escritos de todo tipo.
Por otra parte, Rosmer en su Prefacio relata: “Aislado en una pequeña ciudad de Dauphiné, privado casi completamente de visitas y de todo contacto con el exterior, el exiliado, que sin embargo, tiene alguna experiencia en prisiones del Viejo y del Nuevo mundo, conocerá un régimen mucho más duro que los que le habían impuesto hasta ahora, y mucho más insoportable ya que él viene de un período de relativa libertad, de actividad restringida pero real en el seno del movimiento obrero francés. Entonces, y en estas condiciones decide escribir en estos cuadernos, día por día, las observaciones que le inspiran sus lecturas, notas en las que la reclusión lo llevará a comunicar más de sí mismo que lo acostumbrado, y que constituirán este Diario, documento único, y por eso inestimable, en su obra publicada hasta este momento”.
Compartimos las palabras de Erich Fromm: “Si Trotsky escribe sobre acontecimientos políticos, o sobre la autobiografía de Emma Goldman, o bien sobre las historias de detectives de Wallace, su reacción va hasta las raíces, es penetrante, viva y productiva. Si escribe sobre su peluquero, los funcionarios franceses de la policía o el Sr. Spaak, su juicio es profundo y atinado. Cuando tiene una oportunidad de conseguir una visa por parte del recién formado gobierno laborista noruego, que sería la más afortunada salida para sus crecientes dificultades del exilio en Francia, él no vacila ni por un segundo en escribir una afilada crítica al partido laborista noruego. En medio de un inseguro exilio, enfermo, sufriendo la cruel persecución estalinista de su familia, no hay nunca una nota de autocompasión, o aún de desesperación. Hay objetividad, valor y humildad” . Sobre esta edición “Un programa de acción para Francia” se tomó de Escritos de León Trotsky (1929-1940), Buenos Aires, CEIP, 1999 y se cotejó y completó con la versión francesa disponible en Marxist Internet Archive (www.marxists.org), con el título “Programme d´action de la Ligue Communiste”.
La versión del folleto ¿Adónde va Francia? fue tomada de Ediciones Pluma, Bs. As., 1974 y cotejada con la versión francesa publicada en Le mouvement communiste en France (1919-1939), París, Éditions de minuit, 1967. Los artículos “Ninguna equivocación sobre el Frente Popular” y “Los radicales, agentes de la burguesía” se tradujeron especialmente para esta edición de Où va la France? Textes sur la situation française de 1934 à 1938, Pantin, Éditions Les bons caractères, 2007.
El artículo “El nuevo ascenso y las tareas de la IV Internacional” se tomó de Escritos de León Trotsky (1929-1940), Buenos Aires, CEIP, 1999 y se cotejó con la edición francesa de Les bons caractères. El artículo “SOS. La situación en Francia” fue traducido para esta edición de OEuvres Nº 19, octubre-diciembre de 1938, París, Publication de l´Institut Léon Trotsky, 1979.
El artículo “Se aproxima la hora decisiva. Respecto de la situación en Francia” se tradujo para esta edición de Le mouvement communiste en France (1919-1939), París, Éditions de minuit, 1967.
Por último, el Diario del exilio se tradujo de Journal d´exil, Saint-Amand, Gallimard, 1977. El Diario del exilio pudo publicarse por primera vez en 1958 por Harvard University Press porque los manuscritos originales de estos documentos forman parte del Archivo de Trotsky en Harvard University Library, y contó con el permiso de su viuda, Natalia Trotsky para su edición.
Las notas de pie se tomaron de las respectivas fuentes. Algunas se confeccionaron especialmente para esta edición. Sólo hemos aclarado las notas de León Trotsky.
Las notas biográficas finales se tomaron de Où va la France? Textes sur la situation française de 1934 à 1938, Pantin, Éditions Les bons caractères, 2007. La cronología se confeccionó en base a las publicadas en Le mouvement communiste en France (1919-1939), París, Éditions de minuit, 1967 y Où va la France? Textes sur la situation française de 1934 à 1938, Pantin, Éditions Les bons caractères, 2007.

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La edición de este libro estuvo a cargo de Rossana Cortez, junto con un equipo conformado por Andrea Robles y Gabriela Liszt. La traducción de Diario del exilio fue realizada por Rossana Cortez. Ingrid Yang la comparó con la edición en portugués. La corrección de estilo y cotejamiento de textos fue posible gracias a un equipo formado por Nora Dragún, Laura Esquivel, Malena Vidal, Nora Domínguez y Laura Tartaglia. La diagramación estuvo a cargo de Hernán Cardinale. La producción editorial se completó con la participación de Julio Patricio Rovelli.



¿Adónde va Francia? / Diario del Exilio