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Escritos Latinoamericanos (compilación, 3ra. edición)

Problemas nacionales

Problemas nacionales

Octavio Fernández

 

Artículo fechado el 2 de abril de 1939. Publicado en tres números de Clave, primera época. En el número 5, febrero del 39, las tesis I a VI bajo el título Problemas Nacionales en la sección Tribuna Libre. En el número 6, marzo del 39, las tesis VII y VIII. En el número 7, abril de 1939, la conclusión del artículo. Esta parte apareció bajo el título “Proyecto de tesis sobre México”, en la misma sección Tribuna Libre. Las dos primeras entregas aparecen sin autor, la última bajo la firma de Octavio Fernández

I. El capitalismo en su etapa imperialista

El capitalismo en su etapa imperialista ha dominado la economía mundial. Al hacerlo, lanzó a la órbita capitalista a los países más atrasados, a las colonias y semicolonias llevando así a los rincones más apartados del planeta la profundización de la lucha de clases. En México bajo el impulso directo de la penetración imperialista yanqui e inglesa se inició el desarrollo industrial del país, que comenzando en la industria extractiva y los ferrocarriles se extendió bien pronto a la industria ligera local, de manera que la industria de transformación estuvo desde su nacimiento deformada por el imperialismo.

En 1910 la pequeño burguesía urbana y local y los primeros estratos de la burguesía nativa, bajo el amparo del imperialismo yanqui vitalmente interesado en la caída de la aristocracia porfirista2 protectora de la penetración inglesa, llevaron adelante la revolución democrático-burguesa. Tanto ellas como el imperialismo necesitaban y necesitan convertir una parte de los millones de campesinos semi esclavos de la gleba en jornaleros, en asalariados, que al mismo tiempo que sean productores de plusvalía hagan posible la existencia de un mercado interior y mano de obra barata con su consecuente desarrollo de la industria. Necesitan además, crear en el campo una base social de pequeños propietarios en que apoyarse. Comenzaron así un simulacro de revolución agraria que vino a ser válvula de seguridad para dar salida al ansia de tierra de los campesinos, que fueron a la revolución tras la consigna de “Tierra y libertad”.

En el año de 1910 el 2 por ciento de la población rural poseía el 80 por ciento de la tierra. Al empezar 1938, 21.332 propietarios, o sea el 9 por ciento del total de 2.167.671 propietarios agrarios, poseen 101.061.156 hectáreas sobre las 131.594.550 censadas, o sea el 76.7 por ciento de la tierra censada. El 81 por ciento de la población rural no posee nada. Tal es la obra de 27 años de revolución burguesa.

II. Las clases en el campo

Grandes propietarios latifundistas: 297 poseen haciendas con valor de más de $ 700.000 y con valor total de 445.5 millones de pesos, o sea el 18 por ciento del valor total de las propiedades en el campo. Entre ellas hay 26 predios con valor de 40 millones que no se explotan. Estas haciendas son casi todas mayores de 10.000 hectáreas y engloban cerca de 70 millones sobre un total de 131 millones de hectáreas censadas.

Campesinos y hacendados ricos: poseen 6.544 haciendas con valor de 50.000 hasta 700.000 pesos y con valor total de $ 983.258.249 o sea el 37 por ciento del total del valor de las propiedades agrarias, agrupando 20 millones de hectáreas.

Campesinos medios: poseen 35.129 predios con valores de 5 mil hasta 50 mil pesos y con valor total de 513 millones de pesos.

Campesinos pobres: 244.108 poseen predios menores de una hectárea. Campesinos miserables y hambrientos en extremo ya que sus parcelas son menores de una hectárea. El rendimiento medio de cada hectárea es de 63,17 pesos y el 17 por ciento de las cosechas del país se pierde.

Jornaleros: 2.780.260 jornaleros forman el germen del proletariado rural que la revolución proletaria tendrá que despertar y poner en acción como la brigada de choque de la lucha de clases en el campo. A ellos se agregan los numerosos ejidatarios y pequeños propietarios que combinan el cultivo de sus parcelas con el trabajo asalariado.

III. El movimiento agrarista

La burguesía nativa y la pequeña burguesía han realizado una gran demagogia sobre el problema de la entrega de la tierra a los campesinos. La realidad es que mientras 21.332 señores de la tierra poseen el 76.7 por ciento de la tierra, millones de campesinos sólo poseen su miseria e ignorancia. La burguesía atenta a formarse una base social en el campo ha creado una capa de pequeños propietarios a quienes les ha entregado algo de tierras (ejidatarios). Los resultados alcanzados son miserables, sólo 1.422.713 campesinos han recibido tierras con una superficie total de 19.316.505 hectáreas de las cuales no llegan a siete millones las de tierras laborables.

De ellas la mitad no se cultivas por falta de ayuda económica y por carencia de una preparación adecuada y por las condiciones de atraso legadas por el latifundismo.

La burguesía nativa es incapaz de terminar la revolución agraria. Tanto ella como su aparato estatal y el imperialismo se encuentran ligadas a la propiedad agraria como uña y carne y no pueden afectarla mas allá de los limites en que lo han hecho sin afectarse simultáneamente. Las tierras que se afectan en La Laguna pertenecían en su mayor parte a españoles e ingleses.

Además el imperialismo, el yanqui principalmente, ha ganado con las medidas tomadas en La Laguna y Yucatán ya que el algodón y el henequén que son los principales productos de esas tierras constituyen las principales materias primas vegetales que exporta México. La incorporación de esas tierras al cultivo intensivo e industrializado, beneficia al mercado de exportación y al imperialismo.

El reparto de tierras proporciona ganancias a la burguesía nativa y a los inversionistas. Los bancos al refaccionar a los ejidatarios vienen a ser los usufructuarios de las ganancias que tocaban antes a los antiguos propietarios. El reparto de La Laguna permitió al gobierno despolitizar a los trabajadores que eran una amenaza, amenaza que desapareció al ser convertidos en pequeños propietarios pendientes del ombligo de los banqueros nacionales y extranjeros.

IV. El problema agrario, motor que empuja al proletariado hacia el poder

La burguesía nativa ha sido y sigue siendo incapaz de resolver el problema agrario. Millones de jornaleros y una imponente masa de campesinos pobres, pequeños propietarios y ejidatarios esperan la revolución para que resuelva sus problemas. La no existencia de un partido revolucionario capaz de conducir a estos campesinos a la lucha ha hecho posible que el PRM y el cardenismo capitalicen el descontento y el ansia de tierra de las masas campesinas, utilizándolo al mismo tiempo como alimento político para el pueblo.

Todo el desarrollo de la revolución mexicana incluso con sus etapas de Zapata y demás caudillos agraristas, confirma el hecho de que los campesinos constituyen una enorme fuerza revolucionaria, pero incapaz de hacer cristalizar una política propia. Durante veintisiete años han marchado a rastras de la población urbana y rural, y de los políticos profesionales emanados de la pequeño burguesía agraria. De que esta situación cambie depende en gran parte el futuro de la revolución proletaria en México.

Sólo el poder de la dictadura proletaria dará toda la tierra a los que inútilmente la han esperado. El atraso semi-feudal de los millones de campesinos, su ansia de tierra, el hambre y la miseria, las gigantescas proporciones del problema agrario en una palabra, agudizadas hasta el extremo por el imperialismo, el atraso del país y su carácter semicolonial, en lugar de ser factores que hagan imposible la dictadura del proletariado, son el motor de la inevitable alianza obrera-campesina que llevarán al poder al proletariado.

La política Stalin-Lombardista que abandona a los campesinos en manos de la burguesía y su partido actual el P.R.M., es una política de saboteo y traición a la revolución. Divorcia al proletariado de la fuerza capaz de llevarlo al poder. Ante esa política sólo hay una correcta: trabajar incansablemente por la Alianza revolucionaria del proletariado con y a la cabeza de los campesinos explotados; lucha irremediable por arrancar a estos de las garras de la burguesía, del P.R.M. y del imperialismo, creando una vasta red de sindicatos agrícolas, bajo la influencia del Partido de la revolución socialista.

V. El desarrollo industrial

Los capitales invertidos en la industria han saltado en el quinquenio 1930-1935 de 979,5 millones a 1.872,8 millones de pesos o sea un aumento de 91%. El valor de la producción también aumentó enormemente, pues de 900,3 en 1930 llegó a 1.718,6 millones de pesos en 1935 con aumento de 90%. En cambio el monto total de los salario sólo subió de 181 a 212,9 en 1935 o sea un aumento de sólo 18,76%

Paralelamente las exportaciones subieron de 458,6 a 775 millones de pesos en el mismo tiempo y las importaciones de 180,9 en 1932 a 465,1en 1936 con un aumento de 156 por ciento.

Superficialmente las cifras parecen demostrar la teoría menchevique de la consolidación de una burguesía nacional nacida del crecimiento de la industria y del comercio interior y exterior y de una balanza comercial que aumentara la riqueza nacional, base de la política del partido stalinista y de los reformistas del tipo de Lombardo. “Apoyo a la burguesía nacional a quien el crecimiento y consolidación de la economía ‘nacional’ empujan dialécticamente a un choque con el imperialismo, deviniendo entonces en revolucionaria y antimperialista y colocando al proletariado como una simple fuerza de oposición y de apoyo a la burguesía nacional”. De ellas se desprende también la teoría de la democracia económica que deduce del aumento de inversiones, producción, exportaciones, etc. un aumento ininterrumpido y progresivo del nivel de vida de los trabajadores con tendencia a la estabilización.

Tales cosas son falsas. Desde su nacimiento la burguesía fue producto de la transformación iniciada por el imperialismo con sus inversiones de capital en minas y ferrocarriles. Los últimos datos prueban que los Estados Unidos refuerzan de día en día su hegemonía y que sus inversiones se concentran en las minas, transportes, industrias de montaje, radio eléctricas y de elaboración textil. Las inversiones de los Estados Unidos saltan de 185 millones en 1900 a más de 2000 millones de dólares hoy día. Igualmente el papel del imperialismo ingles es enorme y apenas va a la zaga del yanqui.

La mayor parte de los capitales invertidos corresponden a las industrias extractivas y productoras de materias primas y semi-elaboradas. De los 1.872,8 millones invertidos, el 55.3 % o sea 1.036 les corresponden.

Todas ellas están en manos principalmente de capitalistas yanquis e ingleses y su aumento progresivo prueba que México está transformándose en un grado cada vez mayor en país productor de materias primas, en país semi-colonial.

La plata, oro, plomo, cobre, antimonio y otros minerales constituyen el 73% de las exportaciones. El algodón, henequén, ixtle y cueros el 20%. El crecimiento de las industrias extractivas que proporcionan la casi totalidad de materias exportables (93%) forman la base de la prosperidad actual del país. Sobre ellas se levantan la “democracia” cardenista y las ilusiones en el progresismo de la facción en el poder. Este crecimiento significa nada menos que el aumento de la penetración imperialista y la subordinación del país cada vez más al imperialismo. La prosperidad general a base del crecimiento en la industria extractiva hizo posible la “democracia” que atravesamos.

VI. El desarrollo del proletariado

El imperialismo no puede desarrollar la industria sin desarrollar al proletariado. El crecimiento de la pequeña industria también lo aumenta y la población se desplaza del campo a la ciudad. En 1921 la población rural era de 9.869.276, en 1930 de 11.012.091 con aumento absoluto de 1.114.815. la población urbana es respectivamente de 4.465.504 y 5.540.631 en 1921-1930 con aumento absoluto de 1.075.127. La población urbana creció en un 2.42 por ciento. “Mientras en 1921 la población urbana era el 31.05%, en 1930 era el 33.47 por ciento y la rural el 68.95 por ciento y el 66.53 por ciento respectivamente”.

Este crecimiento demuestra que el desarrollo es hacia el fortalecimiento de las posiciones del proletariado. En el Distrito Federal se localiza el nudo vital del país, su población se ha triplicado en 30 años (541.516 en 1900 y 1.229.576 en 1930) y es hoy el 6.3% del total de la población del país. Si en la revolución mexicana iniciada en 1910 las cosas se decidieron en el campo, en el futuro las ciudades y entre ellas el Distrito Federal con sus 165.355 proletarios industriales (1930) (cálculo para 1937, más de 200.000) jugarán el papel decisivo y los campesinos vendrán a consolidar los resultados obtenidos. El Distrito Federal será a México lo que Petrogrado fue para Rusia en 1917.

El ejército de la revolución crece. En el año de 1921 el proletariado industrial era de 620.292 y en 1930 de 850.040 con un aumento absoluto de 230.167 (37% en nueve años) y constituía el 16.46% de la Población Económicamente Activa. Mas de 300 mil proletarios trabajan en la pequeña industria cuya producción no pasa de 10.000 pesos anuales. [Hoy, por el monto de las inversiones, producción y salarios puede afirmarse obreras se encuentran centenares de miles de domésticos (semi proletarios) y una pequeña burguesía urbana que en 1930 llegaba a 479.8783.

El desarrollo industrial de los últimos años ha colocado al proletariado a los sitios vitales de la economía. Su localización facilita enormemente su papel de futuro líder de los millones de jornaleros, campesinos pobres y pequeños propietarios explotados. En el campo y la ciudad los [...] domésticos (semi-proletarios) constituyen una poderosa masa que el proletariado deberá y podrá movilizar para la revolución.

El los últimos tres años ha habido un despertar del movimiento obrero. En algunos casos y pese a la traición de dirección de sus líderes el proletariado ha sido inconscientemente el impulsor de acciones en el campo (La Laguna).

Actualmente todos los trabajadores de la industria extractiva, de los transportes y casi todos los de la industria de transformación importante están organizados sindicalmente. En las industrias de carácter federal los trabajadores sindicalizados pasan de trescientos mil y puede calcularse el efectivo total de los sindicatos en más de 650.000 trabajadores. Los principales son la C.T.M. dirigida por Lombardo Toledano plagada por stalinistas, que controlan a la mayoría del proletariado, la C.G.T. y la C.R.O.M.

VII. Carácter imperialista de la lucha

El proletariado ha sido enfrentado por el destino histórico desde sus primeros pasos al imperialismo yanki e inglés. La lucha en México es desde su génesis antimperialista. Entregados los dirigentes de las centrales obreras principales en manos de la burguesía nativa agente del imperialismo y sin la existencia de un partido obrero revolucionario que acaudille la lucha, ésta se estanca y no puede ir adelante. El único camino revolucionario es la lucha por la eliminación de la dirección actual, reformista y traidora en la C.T.M., fascistizante descarada como en el caso de la C.G.T. reformista enmascarada como la C.R.O.M. La C.T.M., (Confederación de Trabajadores de México) entregada en manos de la sub-burguesia. La C.R.O.M. (Confederación Regional Obrera Mexicana) dirigida por Morones y que ha sido instrumento reaccionario de Calles cuando sus intentonas fracasadas de junio y diciembre de 1935. La C.G.T., (Confederación General de Trabajadores), en realidad deslizándose hacia el fascismo. Esta lucha es imposible de consumar victoriosamente sin la formación del partido obrero revolucionario de las masas de México que recoja la herencia del marxismo revolucionario y luche a muerte contra el reformismo por medio de la penetración paciente y prudente, leninista, de las organizaciones obreras creando una potente Oposición Sindical Revolucionaria.

VIII. El fascismo

A los imperialismos yanky e inglés les basta por el momento con la actual dictadura militar-policíaca (bonapartista) cubierta con manto democrático. No son por el momento partidarios del fascismo en México. En cambio Alemania, Italia y el Japón financian en un grado cada vez mayor la formación de grupos fascistas (Confederación de la Clase Media, Veteranos de la “democracia“ que no realiza la revolución agraria, y demócrata Mexicano, Frente Constitucional Democrático). Para ello recogen la rebaba que han dejado los movimientos desde 1910, los ladrones sin fortuna y los católicos fanáticos asuzados por los curas. El fascismo se apoya en algunos sectores reaccionarios de la burguesía (Cámaras de Industria, Cámaras de Comercio, Industriales de Monterrey, etc.) pues estos abrigan la ilusión de que la acción de Hitler y Mussolini les daría la posibilidad de un crecimiento y una consolidación que el imperialismo yanky nunca les permitirá.

El fascismo criollo debe basarse indistintamente en un imperialismo u otro. A falta de una gran burguesía existe el imperialismo. A falta de una pequeña burguesía urbana existen los campesinos que hambrientos y desesperados ya se están cansando de la “democracia” que no realiza la revolución agraria, y que sólo esperan a alguien que los guíe a la lucha. Puede ser por lo consiguiente, masa de fascismo si el proletariado no sabe atraerlos hacia él. Sin embargo el fascismo mexicano como el de toda América Latina será muy diferente del de sus maestros europeos. La pequeña burguesía citadina tiene menos experiencia política que la europea. Por lo tanto los candidatos al fascismo tendrán que recurrir más a los métodos militares que a la demagogia. Desde su origen, el “fascismo” mexicano tendrá muchos más rasgos bonapartistas que los regímenes de Hitler y de Mussolini. Por otra parte, su beneficiario no será el capital financiero “nacional” que no existe, sino el capital extranjero. En México como en toda Latinoamérica, víctima del imperialismo el fascismo no puede ser más que un sub-fascismo. La lucha anti-fascista aquí como en toda América Latina es en gran parte una lucha por la realización de la revolución agraria.

IX. Carácter internacional de la lucha

La liberación de las masas del campo y de la ciudad, la liberación del país del yugo del imperialismo y del atraso del precapitalismo, sólo es posible a través de la lucha contra los imperialismos, yanky e inglés, y sus agencias las burguesías nativas verdaderos dueños de las tierras, minas, industrias y transportes. La revolución resolverá tareas nacionales, pero su desenvolvimiento dialéctico lleva al terreno de la revolución internacional. El proletariado de cualquiera de los países semi-coloniales de América Latina puede llegar al poder antes que el de Norte América, pero para derrotar al imperialismo necesitará ligar íntimamente su lucha a la del resto del proletariado y las masas oprimidas del Continente.

La victoria final, la instauración del socialismo solo puede venir como consecuencia de la instauración de la dictadura proletaria en los Estados Unidos de Norte América. En la etapa que tenemos por delante, la consigna de Los Estados Unidos Soviéticos de América Latina debe ser la que una, aliente, y levante a las masas de estos países semi-coloniales para la lucha contra el enemigo común: el imperialismo yanqui e inglés y sus agentes, las sub-burguesías nacionales. La revolución en la América Latina semi-colonial puede ser la señal para la revolución en Norte América y ambas, al final se ensamblaran coronando su triunfo por la formación de los Estados Unidos Soviéticos Socialistas de América.

La lucha tiene que ser organizada en toda América. Hay que centralizar la acción revolucionaria de los partidos bajo la bandera de la IV Internacional. Ante el nacionalismo reaccionario y traidor de los stalinistas hay que alzar el internacionalismo revolucionario que liberara a los pueblos de América.

X. El cardenismo

El ensamblamiento y la combinación de las formas económicas antiguas y modernas, el salto por encima de las etapas intermedias y la resolución de las tareas históricas que le corresponden a una clase por otra, constituyen en México como en los demás países semi-coloniales las características generales de su desarrollo histórico. La independencia llevada adelante en el año de 1810 por los gérmenes de la futura burguesía, fue al final de cuentas realizada por los terratenientes y el clero en 1821. En el año de 1857 el movimiento de Reforma en lugar de dar paso a la revolución burguesa se coronó con el fortalecimiento del latifundismo y su consolidación política.

En 1910 se inició la revolución democrático burguesa. A través de ella, la pequeño burguesía urbana y rural que la condujo llegó a convertirse en la sub-burguesía nacional de hoy. A partir del año de 1928 ésta se entregó políticamente en una forma completa en manos del imperialismo yanky. Con la crisis mundial de 1929 los gobiernos adoptaron necesariamente las formas de dictaduras militar-policíacas (bonapartistas) descaradas. Las deportaciones, los encarcelamientos y los asesinatos de obreros revolucionarios y de campesinos que luchaban por la tierra estuvieron a la orden del día. En el terreno económico se realizó un reajuste del nivel de vida de los trabajadores mientras se declaraba la suspensión de las dotaciones de tierras por “estar ya resuelto el problema agrario”. Tras los diferentes presidentes que se sucedieron, solo existió la realidad de la dictadura bonapartista de Calles y las fracciones reaccionarias del imperialismo. A la falta de repartos de tierras, las masas fueron distraídas con una fobia anti-clerical pequeño burguesa.

El fin del año de 1934 marca la salida de la crisis, comienza la prosperidad económica del país y con ella el advenimiento del bonapartismo basado en la pequeño burguesía democrática. Los beneficios obtenidos por el imperialismo y la burguesía nacional dieron margen para un alza de salarios, para reformas tales como el pago del séptimo día y el salario mínimo, y para tolerar hasta cierto grado el movimiento huelguístico que coincidiendo con la ola de huelgas norte americanas que se extendió hasta México. Para detener el movimiento campesino, se recomenzó el simulacro de reforma agraria que bajo las contradicciones de facción cardenista hubo de hacerse más amplio.

La situación actual

Bajo esas condiciones cristalizó el bonapartismo pequeño burgués democrático actual, clásica democracia de país semi-colonial. Una vez más a pesar de su debilidad y su atraso el movimiento obrero demostró ser el factor progresivo determinante y bajo su presión directa la facción cardenista rompió con la camarilla militar policíaca de Calles, y apoyándose sobre la pequeña burguesía urbana y rural se desplazó cada vez más hacia la izquierda.

Los trabajadores petroleros, con su lucha contra las empresas imperialistas empujaron al gobierno a expropiar los bienes de las compañías; expropiación que se realizó claro está, con todos los defectos y debilidades correspondientes a las contradicciones de clase en que se mueve el estado mexicano. La expropiación fue posible debido a la situación de crisis del imperialismo mundial, al rompimiento de la solidaridad anglo-yanky que ante el México semi-colonial siempre había existido, en virtud de la guerra inminente, y al hecho de que tal como la medida se llevó a cabo, asegura al imperialismo yanky, la disponibilidad monopolística del petróleo mexicano en caso de guerra.

La expropiación de las compañías petroleras ha enseñado hasta dónde pueden llegar los sectores de la izquierda de la burguesía nativa, y dónde se detienen. El proletariado, carente de una dirección revolucionaria tuvo que conformarse con el papel de segundo actor y no tomó las posiciones que debía y podía haber tomado. La administración imperialista fue sustituida por una administración capitalista nacional, organizada a base de funcionarios sindicales burocratizados e incorporados al carro de la burguesía. Ante ello, los trabajadores deben alzar la lucha por la creación de Comités obreros en cada sección, comités que realicen el control obrero de la industria petrolera, que participen en la administración y planeamiento de la producción. De esta manera, al mismo tiempo que se sientan las bases de un incipiente poder obrero sobre la industria, se educa, se capacita, se encauza al proletariado hacia las futuras luchas que le darán el poder completo sobre la industria. El gobierno actual como cualquier otro poder burgués no importa cuán progresista sea, es incapaz de llevar adelante la expropiación a todas las demás industrias controladas por el imperialismo. Por ello se debe levantar la consigna de la extensión de la expropiación de las otras industrias, de la creación de comités de fábricas y de control de la industria por los trabajadores. Tales medidas se pueden ligar a la creación de comités de control de precios y a las consignas de toda la tierra a los campesinos y su explotación colectiva, enfrentando al actual sistema de crédito y refacción, el refaccionamiento planeado y racional a través de los bancos controlados por los obreros. El no pago de indemnización es, claro está, consigna simultánea a la expropiación de las propiedades imperialistas en el campo y la ciudad. El apoyo a la expropiación y el empuje para llevarla adelante y transformarla es al mismo tiempo, la actitud justa, que se complementa indisolublemente con el planteamiento de las consignas revolucionarias antes mencionadas.

Como parte inseparable de la lucha anti-imperialista debe realizarse, so pena de representar un papel chauvinista y reaccionario, la lucha irreconciliable por el internacionalismo proletario y por la revolución socialista y contra los fascismos “feroces” y los imperialismos “democráticos”, “caritativos” y defensores de la democracia de América.

Para el stalinismo el VII Congreso de la ex-Internacional Comunista fue un nuevo “hágase la luz”. El camino hacia el oportunismo más descarado estaba abierto, Del tercer período, del Plan Sexenal de Calles, Rodríguez, del fascista Cárdenas, etc., etc. pasaron a la alianza con todos, el apoyo a todos los altos y bajos políticos, incluso los más corruptos, a cambio de puestos en la maquinaria estatal.

El minúsculo Partido Comunista saltó de unas cuantas docenas a “miles” según afirma su voz oficial, acarreando naturalmente, la desproletarizacion completa del partido que pasó a convertirse en una masa de ex reaccionarios, ex católicos, pequeños burgueses carreristas, patrioteros y sobre todo, vividores y sinvergüenzas de toda calaña que arrastra pequeños grupos, capas de empleados, de la burocracia estatal, aristocracia obrera y campesinos sinceros que todavía creen que el partido todavía representa la tradición de la revolución de Octubre y la tradición bolchevique, que no conocen pero que presienten con instinto de clase. El llamado P.C. ha llegado a ser el partido de la pequeña burguesía carrerista, hoy “izquierdista”, mañana derechista furiosa.

En los últimos tiempos, toda lucha seria del proletariado de la C.T.M. ha motivado el nacimiento de oposiciones en el seno de los sindicatos, oposiciones que desde su aparición han sido anti-stalinistas y que en su desarrollo se transforman en anti-marxistas sino existe un núcleo revolucionario que encauce el coraje anti-stalinista por la vía de la lucha por un reagrupamiento marxista revolucionario. Son hechos que afirman irrefutablemente el ocaso del stalinismo, su liquidación como fuerza que a despecho de todas sus traiciones y aventuras había capitalizado la atracción que el Octubre Rojo y el marxismo-leninismo ejercen sobre las masas. La tarea central en México como en todo el mundo es la construcción de la sección mexicana de la CUARTA INTERNACIONAL. A través de todas las vicisitudes, de las altas y las bajas, el movimiento de creación de los cuadros del futuro partido tiene que realizarse.

El enemigo al frente es poderoso, la burocracia obrera de las diferentes centrales, los pequeño burgueses, radicalizantes, el stalinismo infiltrado por todos los poros de la maquinaria estatal de la cual dispone para su lucha “anti-trotskista”, la burguesía nativa, el imperialismo y los fascistas. Cúmulo de factores adversos, pero no tan poderosos como la marcha de la historia que a la postre los superara.

 

1. Artículo fechado el 2 de abril de 1939. Publicado en tres números de Clave, primera época. En el número 5, febrero del 39, las tesis I a VI bajo el título Problemas Nacionales en la sección Tribuna Libre. En el número 6, marzo del 39, las tesis VII y VIII. En el número 7, abril de 1939, la conclusión del artículo. Esta parte apareció bajo el título “Proyecto de tesis sobre México”, en la misma sección Tribuna Libre. Las dos primeras entregas aparecen sin autor, la última bajo la firma de Octavio Fernández

2. Grupo de terratenientes encabezados por Porfirio Díaz. Se mantuvo en el poder desde las últimas décadas del siglo pasado hasta el año 1910 en que fue derrotado por la revolución.

3. Consta así en la redacción original.