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Boletín de Novedades (Agosto 2012)

"Siempre ha habido un aprecio por el CEIP"

"Siempre ha habido un aprecio por el CEIP"

¿Cuáles son los objetivos del Museo Casa de León Trotsky?

Derivan de la misma casa donde Trotsky vivió prácticamente el último año y medio, antes de ser asesinado, y, como tal, fue constituida como museo de sitio. La casa expresa, de la manera más cercana a los últimos días, la vida cotidiana contenida en los objetos que la amueblan; ello le da su atractivo. A su constitución como museo de sitio, se le añadió —de allí su nombre oficial—, el de ser un instituto del derecho de asilo. Se concibió como tal, para ser un espacio que salvaguardara los principios en torno a los cuales se expresara su historia y, una defensa de los valores del derecho de asilo. Como museo de sitio e instituto del derecho de asilo, se conformaron sus objetivos.

Las actividades programadas hoy, le dan cabida al tema del derecho de asilo (por sus diferentes eventos: conferencias, presentaciones de libros, mesas redondas), y lo mismo atañe a la complejidad de la biblioteca (sus archivos, fondos bibliográficos, folletería). En conjunto, son una serie de actividades que, incluso, llevaremos hasta la promoción de investigaciones y debates muy actualizados, en el futuro próximo.

Está, además, de manera relevante, la presencia del mismo Trotsky que, además de inspirar la creación del instituto del derecho de asilo y sus actividades, representa al personaje universal que completa una época y una historia que, no es solamente parte de la historia de México; también lo es por sus grandes dimensiones que explican la revolución bolchevique en Europa y su impacto en la vida política y cultural del siglo XX. De ahí que mantengamos, desde esta segunda instancia, todo lo relacionado con el pensamiento de Trotsky. Para nosotros da sentido, y desde el museo se genera, la idea de sostener una continuidad y contemporaneidad culturales del intelectual, el político y el asilado. Los objetivos del museo son por ello los de dar forma a un espacio cultural que acepta y promueve los valores que nacen de las complejidades de la búsqueda, de la compresión de cómo se organizan los hombres, incluso, podría decirse, la misma idea de utopía y su actualidad, como propuesta de un mundo que, si no existe, siempre promete ser mejor que el presente, que así late. En términos muy vastos, son estos los propósitos. En realidad, está en la disciplina de su propia memoria el sentido de su organización.

¿Qué opina de la obra de León Trotsky?

La obra de Trotsky es, evidentemente, la obra de uno de los grandes pensadores del siglo XX; sin la menor duda. Es la obra concluyente, también, de toda una tradición de pensamiento crítico que corre a lo largo del siglo XIX. La revolución de 1917 y los temas que preocuparon a Trotsky, lo hicieron uno de los grandes pensadores al interior de las tradiciones del pensamiento particularmente derivado del marxismo, al interior de las corrientes del pensamiento de izquierda. Pero es, también, simultáneamente, más allá de la tradición del materialismo histórico, o el socialismo científico, uno de los grandes teóricos, concluyentes, de la serie de observaciones, investigaciones, y preocupaciones, que envolvieron los procesos más dinámicos de todo el siglo XIX; como fueron los periodos de las revoluciones en ese siglo, como fueron las críticas a lo que hoy llamamos modernidad pero que, de manera clara denominamos capitalismo. En la obra de Trotsky encontramos a uno de los mayores representantes de las grandes corrientes del pensamiento libertario. Es también, a su vez —no me da ningún temor decirlo—, una de las expresiones del pensamiento radical del propio liberalismo, que nace desde prácticamente fines del siglo XVIII, con la gran tradición del racionalismo y su crítica a la forma de la organización social industrializada en Occidente, especialmente en la historia de Europa, que integra, igualmente, el asunto de las sociedades coloniales de la época (el capitalismo no se puede entender sin el colonialismo).

Una de sus mayores aportaciones la encontramos cuando habla de los dinámicas históricas del capitalismo, que deben ser contempladas bajo la perspectiva de un desarrollo desigual y combinado, y así alcanzar su composición de modernidad. Él integra la idea de que, no sólo la complejidad de las sociedades más avanzadas, que en su época, se pensaba, eran las europeas, eran la únicas que definían el progreso a un nivel planetario: para él, de igual manera estaban incluidas aquellas otras consideradas precapitalistas. Es decir, el crecimiento material no conlleva un modelo jerarquizado por su secuencia, sino que, a partir de las capacidades y complejidades de las propias sociedades, o bien, desde una perspectiva de las propias culturas nacionales, pueden encontrarse las soluciones a los problemas que deben resolverse. Esto lo demostró con el caso de la propia experiencia soviética inicial, y de paso rompió con las concepciones del positivismo de la época.

Hay por lo menos dos grandes aportaciones más. Una es la contundente crítica y análisis que hace de lo que puede acabar siendo, a la luz del triunfo de los avances de una nueva organización de la sociedad, si no son acotadas, las inclinaciones autoritarias de la burocracia. Advirtió que, si el Estado surgido desde una participación consciente para ajustar los problemas que haya que resolver no limita, en su constitución, a la burocracia, caerá en el autoritarismo, aun a pesar del proyecto socialista. Y en esto, creo, Trotsky se hace uno de los grandes previsores de las dinámicas de las sociedades para el siglo XX, lo que me lleva al concepto que, inevitablemente, lo liga, en términos inmediatos, a la idea de la revolución permanente.

En el trasfondo del planteamiento de la revolución permanente, creo que la actualidad de Trotsky es haber podido observar que, cuando las cosas se pretenden detener, se contraría un proceso natural de evolución, de cambio —como se quiera decir—, de un elemento que es característico de la naturaleza humana, que el cambio es un proceso que está dado por la propia naturaleza de las cosas, que cuando el cambio se interrumpe, guarda la fuerza del pensamiento autoritario. Esto hace pensar en Trotsky como uno de los grandes pensadores del antiautoritarismo. Creo que en sus escritos es comprensible entender que una preocupación profunda, más allá de conceptos, categorías, de análisis, de coyunturas, de su propio período de vida, nos proyecta hacia las dimensiones del antiautoritarismo como una condición necesaria para establecer condiciones mas benéficas, más valiosas, más positivas de la vida colectiva.

¿Por qué decidió llevar a cabo la coedición con el CEIP de las obras escogidas y qué expectativas tiene en relación a ello?

León Trotsky pertenece a la tradición de los grandes líderes que nacen, a su vez, de la tradición del mundo escrito. Hoy no se valora esto porque está lleno de líderes que nunca escribieron. El siglo XIX y la primera mitad del XX es un mundo eminentemente de las letras. Trotsky es un autor de publicaciones importantísimas. De ahí que nosotros no podamos concebir a Trotsky fuera de esta larga tradición de la cultura escrita. El Museo mantiene sus vínculos con la vida de Trotsky a través de sus derivaciones llamadas trotskismo, ya sea por la expresión impresa de su pensamiento, ya sea por los problemas en torno a su pensamiento o biografía. El CEIP, desde hace muchos años, mantiene un vínculo casi personal con Esteban Volkov, con el nieto de León Trotsky, lo que ha propiciado que en el museo estemos al tanto de las ediciones que el CEIP hace; siempre ha habido un aprecio por esta editorial. La relación incluye el reconocimiento, por parte del museo, del grupo de editores e intelectuales en su anhelo y trabajo, de años, por reunir las Obras completas de Trotsky. Cualquier expresión de Trotsky en el mundo, se convierte en una expresión importante para el museo. Hay una hermandad, por decirlo de alguna manera, que se establece por la coincidencia de objetivos en ciertos planos. Creo que hay un elemento más que añadir: la crisis contemporánea que vive el mundo, lleva a la búsqueda de soluciones. Y es inevitable que después de lo que fue este sumergirse del pensamiento marxista, durante los años setentas y ochentas, a partir de lo que fueron las propuestas del neoliberalismo, con el nacimiento de lo que se nombró como “thatcherismo” o “reaganismo”, se dé ahora una reemergencia del pensamiento crítico. El mundo justificó el nacimiento del neoliberalismo como un programa de solución a la crisis que se vivía, pero hemos terminado sin salir de ella y sí, con una crisis completa del neoliberalismo. Una de las consecuencias de esto está en la reaparición de opciones que estaban dadas ya antes. Y una es la el propio pensamiento de Marx. Pero Trotsky no reemerge meramente por las obras de Marx, lo hace debido a motivos que tienen una explicación histórica muy clara en el desprestigio absoluto del estalinismo. Trotsky recupera, en esta reemergencia de opciones, expresiones de la revolución de 1917 que fueron hechas a un lado debido a las interpretaciones estalinistas del socialismo, siendo prácticamente el único autor que se salva después de todo. Trotsky puede convertirse de nuevo, en una alternativa para el análisis de la situación contemporánea, en él, posiblemente, hay alguien en donde el marxismo encuentra una expresión reactualizada. Trotsky es, particularmente, uno de los autores que está reemergiendo en los contextos actuales.

¿Qué nos puede contar sobre la presentación del 9 de este mes y el fondo bibliográfico que perteneció a Trotsky?

En realidad es la terminación del catálogo del fondo bibliográfico con el que cuenta el museo. Este fondo bibliográfico está formado, por una parte, por el “fondo Rafael Galván”, el líder electricista, sindicalista mexicano cercano al pensamiento de Trotsky y que, a su muerte, legó a la biblioteca del museo. Añadido a este fondo, se encuentra lo que son las obras que todavía Trotsky tuvo en vida, en esta casa, y que entran en la catalogación. La tercera parte es una serie de donaciones que se han dado a la biblioteca, desde la fundación formal del museo, y que conforman un espacio general de temas Además hay otra parte que es la de la folletería, la de periódicos y revistas íntimamente ligadas a los temas del trotskismo, que llamarían algunos, pero que, en realidad conforman parte de la tradición del pensamiento socialista en un sentido más ámplio y de manera muy especial dentro de lo que son las derivaciones del pensamiento de Karl Marx. La presentación que se acaba de hacer este pasado 9 de agosto, es la presentación de una forma comprensiva del fondo bibliográfico, que reúne cerca de 6000 registros. Para el museo es un asunto muy importante que viene a consolidar, a darle sustancia, a una de las áreas prioritarias de la vida del museo, de la casa de Trotsky.

En momentos que en su país se desarrolla un movimiento como el #soy132 ¿por qué piensa que los jóvenes podrían o deberían acercarse al Museo?

El museo simboliza una historia y la búsqueda de respuestas a las situaciones que se viven en la actualidad. Es siempre la memoria un asunto del presente. El contexto general es que vivimos un mundo en crisis. Se buscan respuestas también en aquello que fueron soluciones anteriormente. Para delante no se están proponiendo soluciones, el capitalismo sólo sigue ofreciendo crisis. En una situación así, es normal que se busquen las respuestas de otros tiempos sobre los mismos temas, como puntos de partida, inicialmente. Es sabio buscar en las tradiciones del análisis ya hecho. ¿Porque puede ser el que habitó esta casa, Trotsky, hoy uno de estos puntos de referencia? Porque Trotsky fue un triunfador en su momento. La revolución de Octubre fue una revolución exitosa. La revolución de Octubre tiene una característica muy singular, fue una revolución pensada, planeada. No fue una revolución que se haya hecho sobre la marcha, de manera espontánea. Es la revolución con mayor carga de pensamiento y de tradición de análisis social y de conciencia de los beneficios de la explicación histórica. Trotsky pertenece al universo de los pensadores de esa revolución. No creo que sea una casualidad que en el museo, se busque por la vía de Trotsky, una clave posible. La búsqueda del pensamiento de Marx, es la búsqueda de la crítica al modo de producción capitalista; es la misma en Trotsky. El pensamiento de Marx es una cúspide en la crítica a la organización social que el capitalismo propone. Son por ello recuperables los clásicos que derivan de esa tradición. Trotsky, indudablemente pertenece al núcleo de los grandes pensadores que continuaron y extendieron un conocimiento dentro de lo que ha sido una forma de plantear la crítica. El pensamiento de Marx pertenece, a su vez, a otra tradición, que viene de más lejos, del pensamiento propuesto por la tradición de los economistas políticos, lo es también de la crítica a la filosofía del Estado de su época, partiendo de Hegel y, por lo tanto, tendríamos que profundizar en las complejidades de la filosofía del cambio desde sus perfiles occidentales originalmente, etc. En el pensamiento y la tradición de la economía política, el entender que la economía no es meramente un problema técnico, sino un principio en el que se discute el orden de las cosas, hace del problema uno que está hurgando en la condición humana, esencialmente. Si la economía está dada por el orden de las cosas, la economía política considera el debate de los intereses que participan en torno a la aportación de la riqueza y su producción, y eso es lo que le permite integrar a sus análisis, de manera comprensiva, primordialmente la vitalidad humana que está presente. La discusión del orden de las cosas es un problema a la vista, y es un problema vital para cada una de las generaciones que se suceden. El pensamiento de Trotsky, que deriva del pensamiento de Marx ,que deriva del pensamiento y la tradición que guarda el análisis de la economía política, es una cúspide del pensamiento occidental en torno al orden de las cosas. No es, entonces, una casualidad que hoy busquen los jóvenes a Trotsky como uno de los autores que puede aclararles mucho lo que está sucediendo. El museo es la casa que habitó hasta su muerte.