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Escritos de León Trotsky (1929-1940)

Algunas ideas sobre la etapa y las tareas de la Oposición de Izquierda

Algunas ideas sobre la etapa y las tareas de la Oposición de Izquierda

Algunas ideas sobre la etapa y las tareas de la Oposición de Izquierda[1]

 

 

28 de julio de 1931

 

 

 

1. La marea revolucionaria es ahora innegable. En ciertos países los partidos comunistas se fortalecen. El flujo elemental de fuerzas deja de lado los problemas estratégicos y los pone en segundo o tercer lugar. Los obreros se inclinan hacia los comunistas porque los consideran el partido más intransigente. En el mismo sentido presionan los éxitos económicos de la URSS, reconocidos por un sector importante de la prensa burguesa, lo que los hace aún más convincentes para los trabajadores.

2. Aunque parezca paradójico a primera vista, esta situación política general golpea no sólo a la Oposición de Derecha sino también a la de Izquierda. Eso explica, en última instancia, las capitulaciones en Austria, la falta de crecimiento en algunos países, el debilita­miento de la actividad, etcétera. Más allá de cualquier motivo local, específico y personal, hay una razón general de esta situación: el alza espontánea, que todavía no ha planteado los problemas de estrategia revolucionaria, ni ha resuelto totalmente las contradic­ciones de la Comintern y de sus secciones en esta nueva etapa histórica. Es evidente que, en estas condiciones, una fracción que no se reduce a nadar a favor de la corriente sino que estudia críticamente la situación y plantea conscientemente los problemas estratégicos tiene inevitablemente que retroceder, durante un pe­ríodo determinado; dentro de esta fracción se manifes­taran sentimientos de impaciencia que, en casos aisla­dos, asumirán la forma de la capitulación.

3. En determinadas situaciones se puede triunfar también con una mala política. Dada la profundización de la crisis y su prolongación, con la consiguiente desin­tegración de la socialdemocracia y la desmoralización de los gobiernos, no está excluida la posibilidad de que triunfe el Partido Comunista Alemán, aun con la polí­tica de la dirección de Thaelmann. Pero, lamentablemente, sólo se trata de que no está excluida. No son muchas las posibilidades reales de que se logre esa victoria. Por supuesto, si se libran batallas, la Oposi­ción de Izquierda tomará parte en ellas, y no será un destacamento muy numeroso pero sí el más resuelto. Creo que la Oposición de Izquierda tendría que redactar una declaración sobre el tema, no pública pero si oficial; por ejemplo dirigir una carta al Comité Central del Partido Comunista Alemán en la que se afirme que, sin renunciar en un ápice a sus posiciones, la Oposición de Izquierda de conjunto y cada uno de sus militantes están dispuestos a poner sus fuerzas a disposición del partido para cualquier misión o tarea que sea necesario cumplir. Una declaración de este tipo, más allá de sus consecuencias inmediatas, sería de gran valor educativo y redituaría beneficios en el futuro.

4. Un triunfo en Alemania tendría una importancia internacional decisiva. Dijimos que no está excluida la posibilidad, aun con la dirección actual. Pero todavía queda un largo camino por recorrer hasta la victoria. También esta vez la característica fundamental de la situación en Alemania es la contradicción entre la profundidad de la situación revolucionaria y la fuerza del partido. Trotsky se refirió a este tema en su folleto sobre las últimas elecciones al Reichstag [El vuelco de la Internacional Comunista y la situación en Alemania]. Las contradicciones de la situación política analizadas en este folleto se han agudizado. El partido, que se debilitó durante varios años por una ofensiva inoportuna, aplica una política esencialmente defensiva y expectante. Se plantea una perspectiva muy real: la situación objetiva puede cambiar en favor de la burgue­sía antes de que el alza semiespontánea permita al Par­tido Comunista lanzar una ofensiva decisiva.

5. En España, se presenta la misma desproporción. Durante el desarrollo de la revolución, en el ascenso favorable al proletariado, la Comintern deja pasar los meses, pone al descubierto su debilidad y su bancarrota, alimenta al anarco-sindicalismo, le da a la bur­guesía la posibilidad de consolidarse, preparándole así a la revolución una salida no al estilo ruso sino al estilo alemán (1918-1919).

6. Ahora no estoy muy enterado de lo que ocurre en China, pero también allí los errores evidentes de los últimos años -la ignorancia de la situación real del país, la negación de las tareas democrático-revolucionarias, el desconocimiento al proletariado, el traspaso del centro de gravedad a la guerra campesina- prepa­raron un desenlace trágico. Chiang Kai-shek empieza destruyendo los hogares campesinos mientras las ciu­dades están tranquilas. En este caso su victoria amena­zaría a los comunistas con un exterminio terrible y un nuevo debilitamiento de la revolución por un prolon­gado período.

7. Evidentemente, el desarrollo económico de la URSS está entrando en una fase crítica. El "cuadro variado" de la ejecución del plan quinquenal (según la expresión del propio Stalin) implica el desequilibrio de las proporciones también dentro de los marcos for­males del plan. Sin embargo, el nudo del asunto reside en si se logra, y en qué medida, establecer las propor­ciones necesarias entre los elementos del plan y los procesos económicos espontáneos y semiespontáneos. Desde el principio previmos que las contradicciones y desproporciones que se acumulaban -ante la falta de una regulación constante y directa- irrumpirían en el tercero, el cuarto o el quinto año. Ahora nos acercamos a esta etapa.

8. De acuerdo con las condiciones objetivas, hemos entrado en una época de revoluciones y de guerras revolucionarias. En estas condiciones, el Ejército Rojo constituye un factor histórico de enorme importancia. En la balanza de la historia el peso del Ejército Rojo es mayor que el del fascismo alemán y mayor aún que el del fascismo polaco. La situación general de Europa justifica plenamente la ofensiva revolucionaria; pero esto plantea con excepcional agudeza el problema del pan, de la carne, de los caballos, de la avena y -después- del estado de ánimo del campesinado y también de la clase obrera. La planificación y la regulación discordantes y burocráticas llevan, en un momento crítico, a una situación en la que la economía, poderosa por sus posibilidades intrínsecas, es sumamente débil en la realidad.

En una política a largo plazo hay que prever también la peor variante, más aún teniendo en cuenta que las condiciones presentes la hacen muy probable. ¿Cuál es? El proletariado alemán no toma el poder en la próxima etapa. El Partido Comunista Español no logra asumir a tiempo su papel de dirigente de la clase obrera. El capitalismo consigue la ventaja de un respiro, y a través del fascismo, de la "democracia" o de una manera combinada, supera la crisis. Por cierto, la decadencia del capitalismo es irreversible; pero incluso la pacificación coyuntural de China puede dar base para una operación en gran estilo. De ninguna manera se puede excluir teóricamente de antemano un nuevo resurgimiento industrial.

La etapa que estamos viviendo se caracteriza por el hecho de que el capitalismo se hundió aun más profundamente en el marasmo de la crisis, mientras que la Unión Soviética avanzó en una proporción que crece constantemente. El peligro consiste en que en la próxima etapa el mundo puede presentar un panorama hasta cierto punto opuesto. Más específicamente: el capitalismo saldrá de la crisis y en la Unión Soviética estallarán todas las contradicciones y desproporciones producto de la presión burocrática, como lo reveló el último discurso de Stalin.

Naturalmente, todos estos planteamientos son hipotéticos. Así como en la planificación económica hay que tener en cuenta las variantes máximas y mínimas, en los pronósticos políticos hay que tomar las mejores y las peores variantes. Hemos analizado la peor va­riante posible. La realidad se desarrollará en algún punto entre la mejor y la peor de las variantes, aunque podemos temer que se acerque más a la peor que a la mejor. ¿Qué significa esto para el desarrollo del comu­nismo? Un período de profundas crisis internas, de crítica, de verificación de experiencias pasadas, de discu­sión del pasado. ¿Qué hizo efectivamente la Oposición de Izquierda hasta ahora? Muy poco. Hay una gran cantidad de trabajos críticos que ni el proletariado occidental, ni siquiera su vanguardia, ni la vanguardia de esta vanguardia, han asimilado ni comprobado con su propia experiencia. En varios países existieron, durante años, grupos de oposición que a veces no tenían nada en común con el bolchevismo y sólo com­prometían a la Oposición de Izquierda simpatizando con ella. En la última etapa nuestro trabajo se redujo en gran medida a purgar las filas de la Oposición de ele­mentos accidentales, ajenos y verdaderamente perni­ciosos. A la vez, nosotros mismos cometimos no pocos errores, lo que constituye el precio inevitable del apren­dizaje. No hay nada sorprendente en el hecho de que los obreros no hayan acudido presurosos al llamado de los grupos de la Oposición de Izquierda de los dis­tintos países. La actual marea revolucionaria beneficia a los obreros avanzados y pone en segundo plano los problemas estratégicos. Como ya dijimos, todo esto explica por qué la Oposición de Izquierda se encuentra en muchos casos fuera de la corriente principal del movimiento. Pero hay que explicar que esta situación es coyuntural. En varios países, primero en Alemania o en España, se plantearán con excepcional urgencia los problemas de la estrategia revolucionaria. Gran parte de lo que dijo la Oposición en el pasado, que ahora parece olvidado -hasta por la propia Opo­sición- mañana saldrá a la luz, adquirirá vida nueva­mente y resultará otra vez sumamente pertinente.

Defendemos ideas y métodos absolutamente correctos con medios inadecuados, primitivos. La Comintern defiende ideas equivocadas valiéndose de una técnica "norteamericana". Pero a la larga es la idea correcta la que triunfa.

De aquí se sigue otra conclusión. En esta etapa nuestra fuerza reside en la apreciación correcta, en la concepción marxista, en el pronóstico revolucionario acertado. Tenemos que presentarle a la vanguardia proletaria estas cualidades principalmente. Actuamos en primer lugar como propagandistas. Somos demasiado débiles para pretender responder a todas las cuestiones, intervenir en todos los conflictos específicos, formular en todas partes las consignas y respues­tas de la Oposición de Izquierda. La búsqueda de tal universalidad, dadas nuestra debilidad y la inexpe­riencia de muchos camaradas, llevará a menudo a con­clusiones apresuradas, a consignas imprudentes, a soluciones equivocadas. Si damos pasos en falso en los problemas específicos impediremos que los obreros aprecien las cualidades fundamentales de la Oposición de Izquierda. De ninguna manera quiero decir con esto que tenemos que permanecer marginados de la lucha real de la clase obrera. Nada por el estilo. Los obreros avanzados sólo pueden comprobar las ventajas revolu­cionarias de la Oposición de Izquierda en la experiencia viva, pero hay que aprender a seleccionar los proble­mas más vitales, candentes y principistas, y combatir por ellos sin dispersarse en bagatelas y detalles. Me parece que éste es el papel fundamental que ha de jugar ahora la Oposición de Izquierda.



[1] Algunas ideas sobre la etapa las tareas de la Oposición de Izquierda. De un boletín interno de la Liga Comunista de Norteamérica, sin número ni fecha, del año 1931. Firmado "G. Gourov". Los argumentos que presenta Trotsky a favor de que en determinadas circunstancias se diera la posibilidad de que una revolución obrera pudiera tomar el poder sin un partido marxista revolucionario fueron retomados y continuados poco más de un año después en La situación de la Oposición de Izquierda del 16 de diciembre de 1932, reproducidos en Escritos 1932-1933.



Libro 2