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Naturaleza y dinámica del capitalismo y la economía de transición (compilación)

Control obrero y nacionalización

Control obrero y nacionalización

9 de marzo de 1918[1]

Un corto día de diciembre en Petrogrado, un poco después de un mes que los bolcheviques hubieran capturado el poder, tuve que atravesar la fila de soldados que hacen guardia en los largos corredores del instituto Smolny y fui llevado en presencia de León Trotsky, de apellido Bronstein, Ministro de Asuntos Exteriores de los bolcheviques y mano derecha de Lenin, de apellido Ulianov, el economista y estratega del socialismo ruso. Encontré un hombre de hombros cuadrados de estatura mediana cuyos rasgos de intelectual reforzados por su amplia frente, estaban balanceados por un mentón firme, cuadrado, que transmitía fuerza de voluntad. Después de decirle que estaba más interesado en su programa económico que en su programa de paz, le pregunté: “¿La intención de vuestro partido es expropiar a los propietarios de las plantas industriales en Rusia?”.

“No”, contestó, “no estamos listos todavía para hacernos cargo de toda la industria. Esto vendrá a su tiempo, pero nadie puede decir cuán pronto. Por ahora, esperamos pagarles de las ganancias de una fábrica un cinco o seis por ciento anual al propietario sobre su inversión actual. A lo que apuntamos ahora es al control más que a la propiedad ”.

“¿Qué quiere decir Ud. con ‘control’?”

“Quiero decir que controlaremos que la fábrica esté dirigida no desde el punto de vista de la ganancia privada, sino desde el punto de vista del bienestar social democráticamente entendido. Por ejemplo, no permitiremos que el capitalista cierre su fábrica para hambrear a sus trabajadores hasta la sumisión o porque no le está rindiendo beneficios. Si está fabricando un producto económicamente necesario, debe mantenerse funcionando. Si el capitalista la abandona, la perderá, y será puesto a cargo un directorio elegido por los trabajadores.” “Otra vez, ‘control’ implica que los libros y la correspondencia de la compañía serán abiertos al público, de modo que, de aquí en adelante, no habrá secretos industriales. Si esta compañía tiene éxito por un proceso o dispositivo técnico mejores, será comunicado a todas las otras compañías de la misma rama de la industria, de modo tal que el público extraiga el máximo beneficio posible de este descubrimiento. En este momento, esto se oculta a otras compañías bajo el dictado del motivo de la búsqueda de ganancias, y por años el artículo puede mantenerse escaso y caro para el público consumidor sin necesidad.” “‘Control’ también significa que los requisitos primarios, limitados en cantidad, como carbón, petróleo, hierro, acero, etc., serán asignados a las diferentes plantas prestando atención a su utilidad social. Sobre un stock limitado de materiales de producción, las compañías que producen bienes de lujo pueden reclamar mucho menos que los que producen bienes necesarios.” “No me malinterprete” , agregó, no somos ascéticos. Los bienes de lujo también se producirán, cuando haya suficiente combustible y materiales para todas las fábricas”.

“¿Sobre qué bases repartirá usted un suministro limitado de medios de producción entre los industrias que los solicitan?”

“No como ahora, de acuerdo con las pujas de los capitalistas entre sí, sino sobre la base de datos estadísticos completos y cuidadosamente reunidos”.

“¿Serán libres los comités de obreros o los gerentes electos de manejar la fábricasegún sus propias ideas?”

“No, estarán sujetos a las políticas establecidas por el consejo local de diputados obreros”.

“¿Este consejo tendrá libertad para adoptar estas políticas como le parezca?”

“No, su grado de decisión estará limitado a su vez por las regulaciones hechas para cada tipo de industria por los directorios o los burós del gobierno central”.

“En una conversación la semana pasada con el príncipe Kropotkin”2, dije, “él instaba que cada centro fuera autónomo con respecto a las industrias que funcionan dentro de él. Por ejemplo, permitirle a la ciudad de Moscú ser la dueña y señora de todas las fábricas en y alrededor de la ciudad. ¿Qué piensa Ud. de esto?”

“El comunalismo de Kropotkin”, contestó Trotsky, inclinándose un poco más hacia adelante, “funcionaría en una sociedad simple basada en la agricultura y las industrias domésticas, pero no es para nada adecuado al estado de cosas en la moderna sociedad industrial. El carbón de la cuenca del Donets va a toda Rusia y es indispensable en todo tipo de industria. Ahora, ¿no ve usted que si el pueblo organizado de un distrito pudiera hacer lo que quisiera con las minas de carbón, podría retrasar a toda Rusia si eligiera hacerlo? La independencia total de cada localidad en relación a sus industrias resultaría en fricciones y dificultades sin fin en una sociedad que ha alcanzado la etapa de especialización local en la industria. Incluso podría llevar a la guerra civil. Kropotkin tiene en mente la Rusia de hace 60 años atrás, la Rusia de su juventud.”

“¿Entonces usted es más centralista que federalista?”

“Para nada”, respondió rápidamente, “sobre las cuestiones económicas el grado de centralismo debería corresponderse con la etapa actual del desarrollo de la organización industrial. Pero la regulación unitaria de la producción es algo muy distinto de la centralización que caracterizaba al viejo régimen. No hay ninguna necesidad de una aplanadora que aplaste a las distintas nacionalidades que hay entre nosotros para someterlas a un lenguaje, religión, educación, etc.”

“¿Qué se debería hacer para satisfacer los deseos de las diversas nacionalidades en Rusia, finlandeses, letones, lituanos, pequeños rusos3, georgianos, armenios y tártaros?”

“La única solución es una unión federal tal como ustedes tienen en Estados Unidos. Permitir a cada uno de los estados de la futura Rusia ser libre para hacer su voluntad con respecto al lenguaje, las escuelas, la religión, las cortes, las leyes, los sistemas penales, etc.”

“¿Usted propone que las ganancias obtenidas por una compañía sean divididas entre sus trabajadores?”

“No, el reparto de las ganancias es una noción burguesa. A los trabajadores de una fábrica se les pagarán salarios adecuados. Toda la ganancia no pagada al propietario pertenecerá a la sociedad”.

“¿A la comunidad local o al gobierno central?”

“Será compartida entre los dos según sus necesidades comparativas”.

“¿Qué es lo que será compartido? ¿Todo lo que esté por encima de los costos operativos? ¿O ustedes ahorrarán algo para la depreciación, de modo tal que cuando una planta esté agotada haya dinero suficiente para remplazarla?”

“Oh, por supuesto, lo que será dividido será la ganancia pura”.

“Adhiriéndose a este principio usted puede mantener el equipamiento industrial existente. Pero en algunas ramas -por ejemplo fábricas de motocicletas o tractores-
serán necesarias nuevas fábricas para abastecer las necesidades en expansión del público. ¿De dónde saldrá el dinero para construir esas nuevas fábricas?”

“Podemos imponerles a los capitalistas a quienes les permitimos un dividendo del cinco o seis por ciento sobre su capital la obligación de reinvertir una parte de lo que reciben -por ejemplo el 25 por ciento- en alguna industria”.

“Si en Rusia se les restringen a los capitalistas [las ganancias] al cinco o seis porciento mientras que en otros países pueden esperar un retorno dos o tres veces mayor, ¿no será Rusia despojada de capital?”

“No se les permitirá sacar su capital de Rusia a su voluntad” , dijo Trotsky contundentemente. “Además”, continuó, “¿usted se imagina que el control capitalista va a sobrevivir en todas partes menos en Rusia? Yo espero ver una revolución social después de la guerra en todos los países europeos beligerantes. Mientras están en la trinchera, los soldados piensan muy poco en otra cosa más que en su problema inmediato (matar a tu oponente antes de que éste te mate). Pero cuando regresen a sus hogares y encuentren sus familias desmembradas, probablemente sus casas desoladas, sus industrias arruinadas, y sus impuestos cinco veces más altos que antes, considerarán entonces cómo esta horrorosa calamidad cayó sobre ellos. Estarán abiertos a la demostración de que las peleas de los capitalistas y los grupos de capitalistas por los mercados extranjeros y las áreas ‘coloniales’ explotables, el imperialismo, la diplomacia secreta y la rivalidad armamentística promovida por los fabricantes de municiones, provocaron la guerra. Una vez que perciban que la clase capitalista es responsable de este terrible desastre para la humanidad, se levantarán y le arrancarán el control de sus manos. Seguramente, una Rusia proletaria no puede ir muy lejos en realizar sus objetivos si todo el resto del mundo permanece bajo el régimen capitalista. Pero esto no ocurrirá”.

“A todas partes que voy en Rusia encuentro una caída del 40 o el 50 por ciento en la productividad de los trabajadores en las fábricas. ¿No hay peligro de una insuficiencia de bienes manufacturados si los trabajadores de cada fábrica siguen con su propio ritmo como hasta ahora?”

“La actual baja productividad es una reacción natural que surge de la organización del trabajo característica del viejo régimen. A su tiempo esto será superado por estándares de eficiencia a ser adoptados por cada sindicato por oficio, y se le negarán las ventajas de ser miembros [de éstos] a los trabajadores que no alcancen o no puedan alcanzar esos estándares. Además, la producción colectiva hará un gran uso del sistema taylorista de administración científica4. . Éste no ha sido popular entre el proletariado porque como es aplicado ahora principalmente aumenta las ganancias para los capitalistas con muy pocos beneficios para el trabajador o el público consumidor. Cuando toda la economía de esfuerzo que se logra con éste, se acumula para la sociedad de conjunto, éste será adoptado en forma generalizada y con entusiasmo, y el trabajo prematuro, el trabajo prolongado y el exceso de trabajo se abandonarán porque no serán necesarios”.

Notas:

1. Este texto apareció publicado en A talk with Trotsky, por Edward Alsworth Ross, The Independent (EE.UU.), 9 de marzo de 1918 y fue reimpreso más tarde en Intercontinental Press, pág. 743, 13 de julio de 1981. E. A. Ross (1886-1951) fue un académico liberal que más tarde trabajó para la Comisión Dewey. Traducción especial del inglés para esta edición de In Defence of the Russian Revolution: A Selection of Bolshevik Writings, 1917-1923, Ed. por Al Richardson, 1995, Londres, Inglaterra, pág. 185.
2. Príncipe Peter Kropotkin (1842-1921) fue el principal anarquista partidario de la teoría de que la sociedad debería consistir en unidades comunales libremente asociadas, argumento que planteó en Mutual Aid (Edición inglesa, Londres, 1939).
3. Un término en uso durante ese período en lugar del término ucranianos.
4. El sistema Taylor era el nombre dado a los métodos más extremos de explotación del trabajo planteado por el americano Frederick Winslow Taylor (1856-1915) en su libro Shop Management (1911).