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Clásicos de León Trotsky online

IV. El burocratismo y la revolución

IV. El burocratismo y la revolución

 

1. Las condiciones esenciales que además de obstaculizar la realización del ideal socialista muchas veces constituyen para la revolución una fuente de pruebas penosas y graves peligros son suficientemente conocidas. Ellas son: a) las contradicciones sociales internas de la revolución que, en la época del “comunismo de guerra”, eran automáticamente reprimidas pero que, bajo la NEP, se desarrollan fatalmente y tratan de encontrar una expresión política; b) la amenaza contrarrevolucionaria que representan para la república soviética los Estados imperialistas.
 
2. Las contradicciones sociales de la revolución son contradicciones de clase. ¿Cuáles son las clases fundamentales en nuestro país? Ellas son: a) el proletariado; b) el campesinado; c) la nueva burguesía, con el sector de intelectuales burgueses que la recubre.
 
Desde el punto de vista económico y político, el primer lugar lo ocupa el proletariado organizado en Estado y el campesinado que proporciona los productos agrícolas, predominantes en nuestra economía. La nueva burguesía desempeña principalmente el papel de intermediario entre la industria soviética y la agricultura, así como entre los diferentes sectores de esa industria y las diferentes ramas de la economía rural. Pero no se limita a ser un intermediario comercial sino que parcialmente asume también el papel de organizador de la producción.
 
3. Haciendo abstracción de la rapidez del desarrollo de la revolución proletaria en occidente, la marcha de nuestra revolución estará determinada por el crecimiento proporcional de los tres elementos fundamentales de nuestra economía: industria soviética, agricultura, capital comercial e industria privada.
 
4. Las analogías históricas con la gran Revolución Francesa (caída de los jacobinos) que establecen el liberalismo y el menchevismo, y con las que intentan consolarse, son superficiales e inconsistentes. La caída de los jacobinos estaba predeterminada por la falta de madurez de las relaciones sociales: la izquierda (artesanos y comerciantes arruinados), privada de la posibilidad de desarrollo económico no podía constituir un apoyo firme para la revolución; la derecha (burguesía) crecía inevitablemente; además, Europa, económica y políticamente más atrasada, impedía que la revolución se extendiera más allá de los límites de Francia.
 
En todos estos aspectos, nuestra situación es incomparablemente más favorable. En nuestro caso, el centro, juntamente con la izquierda de la revolución, es el proletariado, cuyas tareas y objetivos coinciden totalmente con la realización del ideal socialista. El proletariado es políticamente tan fuerte que, al permitir dentro de ciertos límites, la formación a su lado de una nueva burguesía, hace participar al campesinado en el poder del Estado no por intermedio de la burguesía y de los partidos pequeños burgueses, sino directamente, cerrando de ese modo a la burguesía el acceso a la vida política. La situación económica y política de Europa no solamente no excluye sino que hace inevitable la extensión de la revolución a su territorio. Mientras que en Francia la política de los jacobinos, a pesar de ser la más clarividente, era incapaz de modificar radicalmente el curso de los acontecimientos, entre nosotros, donde la situación es infinitamente más favorable, la justeza de una línea política trazada según los métodos del marxismo será por largo tiempo un factor decisivo para la salvaguardia de la revolución.
 
5. Aceptemos la hipótesis histórica más desfavorable para nosotros. Si se produjera un rápido desarrollo del capital privado, esto significaría que la industria y el comercio soviéticos, incluida la cooperación, no aseguran la satisfacción de las necesidades de la economía campesina. Además demostraría que el capital privado se interpone cada vez más entre el Estado obrero y el campesinado, y adquiere una influencia económica, y por lo tanto política, sobre este último. Es evidente que semejante ruptura entre la industria soviética y la agricultura, entre el proletariado y el campesinado, constituiría un grave peligro para la revolución proletaria, un síntoma de la posibilidad de triunfo de la contrarrevolución.
 
6. ¿Cuales son las vías políticas que podrían conducir a la victoria de la contrarrevolución si las hipótesis económicas que acabamos de exponer se realizaran? Podría haber varias: la caída del partido obrero, su degeneración progresiva, una degeneración parcial acompañada de escisiones y de perturbaciones contrarrevolucionarias. 
 
La realización de una u otra de esas eventualidades dependerá sobre todo de la rapidez del desarrollo económico. En el caso en que el capital privado llegue poco a poco, lentamente, a dominar al capital soviético, el aparato soviético sufriría posiblemente una degeneración burguesa con las consecuencias que eso acarrearía para el partido. Si el capital privado creciera rápidamente y llegara a ponerse en contacto, a soldarse con el campesinado, las tendencias contrarrevolucionarias activas dirigidas contra el partido probablemente prevalecerían.
 
Si exponemos en forma cruda esas hipótesis, no es evidentemente porque las consideremos históricamente probables (por el contrario, su probabilidad es mínima) sino porque sólo esa manera de plantear el problema permite una orientación justa y, en consecuencia, la adopción de todas las medidas preventivas posibles. Nuestra superioridad, en cuanto marxistas, reside en nuestra capacidad de distinguir y de captar las nuevas tendencias y los nuevos peligros, aún en el caso de encontrarse todavía en estado embrionario.
 
7. La conclusión de lo que acabamos de decir referido al aspecto económico nos remite al problema de las “tijeras”, es decir a la organización racional de la industria, a su coordinación con el mercado campesino. Perder el tiempo en esta situación específica significa reducir nuestra lucha contra el capital privado. Y ésta es la tarea principal, la clave esencial del problema de la revolución y del socialismo.
 
8. Si el peligro contrarrevolucionario surge -como hemos dicho- de ciertas relaciones sociales, esto no significa que, con una política justa no se pueda prevenir ese peligro (aun en condiciones económicas desfavorables para la revolución), disminuirlo, alejarlo, aplazarlo. Ahora bien, lograr aplazar un peligro puede ser la salvación de la revolución, al lograr asegurarle ya sea un viraje favorable para la economía interna o el contacto con la revolución victoriosa europea.
 
Por eso, sobre la base de la política económica indicada anteriormente, es necesaria una determinada política del Estado y del partido (incluida una determinada política dentro el partido) que tenga por objeto contrarrestar la acumulación y el reforzamiento de las tendencias dirigidas contra la dictadura de la clase obrera y alimentadas por las dificultades y los fracasos del desarrollo económico.
 
9. La heterogeneidad de la composición social de nuestro partido refleja las contradicciones objetivas del desarrollo de la revolución, con las tendencias y peligros que se derivan de ello:
 
- las células de fábrica, que aseguran la vinculación entre el partido y la clase fundamental de la revolución, representan una sexta parte de los efectivos del partido;
 
- pese a todos sus aspectos negativos, las células de las instituciones soviéticas aseguran al partido la dirección del aparato del Estado; también su importancia es considerable; los viejos militantes participan en gran medida en la vida el partido a través de estas células;
 
- las células rurales dan al partido una cierta vinculación (muy débil aún) con el campo;
 
- las células militares realizan la vinculación del partido con el ejército y, a través suyo, con el campo (sobre todo);
 
- finalmente, en las células de las instituciones de enseñanza, todas esas tendencias e influencias se mezclan y entrecruzan.
 
10. Por su composición de clase, las células de fábrica son, por supuesto, fundamentales. Pero como sólo constituyen una sexta parte del partido y sus elementos más activos fueron retirados, para ser afectados al aparato del partido o del Estado, el partido no puede, por desgracia, apoyarse únicamente (o ni siquiera preferentemente) en ellas.
 
11. Las tendencias contrarrevolucionarias pueden encontrar apoyo en los kulaks, los intermediarios, los revendedores, los concesionarios, en una palabra, entre elementos mucho más capaces de absorber el aparato de Estado que el propio partido.
 
Sólo las células campesinas y militares podrían estar amenazadas por una influencia más directa y hasta por una penetración por parte de los kulaks. Sin embargo, la diferenciación del campesinado representa un factor capaz de contrarrestar esta influencia. La no admisión de los kulaks en el ejército (comprendidas las divisiones territoriales) debe no sólo seguir siendo una regla inviolable, sino también convertirse en un factor esencial de la educación política de la juventud rural, de las unidades militares y sobre todo de las células militares.
 
Los obreros asegurarán su papel dirigente en las células militares oponiendo políticamente las masas rurales laboriosas del ejército con los sectores renacientes de los kulaks. Esta oposición deberá igualmente ser explicada. El éxito de esta acción evidentemente dependerá, en definitiva, de la medida en que la industria estatal logre satisfacer las necesidades del campo.
 
Pero cualquiera que sea la rapidez de nuestro desarrollo económico, nuestra línea política fundamental en las células militares debe estar dirigida no sólo contra la nueva burguesía, sino ante todo contra el sector de los kulaks, único apoyo serio y posible de todas las tentativas contrarrevolucionarias. Desde este punto de vista, es necesario un análisis más minucioso de los diferentes elementos del ejercito desde el punto de vista de su composición social.
 
12. Es indudable que por medio de las células rurales y militares se infiltran y se infiltrarán en el partido tendencias que reflejan más o menos el campo, con las características especiales que lo distinguen de la ciudad. Si no ocurriera así, las células rurales no tendrían ningún valor para el partido. 
 
Las modificaciones del estado de ánimo que se manifiestan en esas células constituyen para el partido un aviso o una advertencia. La posibilidad de dirigir a esas células según la línea del partido dependen de la justeza de la dirección general del partido así como de su régimen interno y, finalmente, de nuestros éxitos en la solución del problema decisivo.
 
13. El aparato de Estado es la causa principal del burocratismo. Por una parte, absorbe a una gran cantidad de los elementos más activos del partido y enseña a los más capaces los métodos de administrar a los hombres y las cosas pero no la dirección política de las masas. Además acapara en gran medida la atención del aparato del partido, a quien influye con sus métodos administrativos.
 
Esa es la causa, en gran medida, del burocratismo del aparato, que amenaza con separar al partido de las masas. Precisamente este peligro es ahora el más evidente e inmediato. En las condiciones actuales, la lucha contra los otros peligros debe comenzar con la lucha contra el burocratismo.
 
14. Es indigno de un marxista considerar que el burocratismo es sólo el conjunto de los malos hábitos de los empleados de oficina. El burocratismo es un fenómeno social en tanto que sistema determinado de administración de los hombres y de las cosas. Sus causas más profundas son la heterogeneidad de la sociedad, la diferencia de los intereses cotidianos y fundamentales de los diferentes grupos de la población. El burocratismo se complica debido a la carencia de cultura de las masas. Entre nosotros, la causa esencial del burocratismo reside en la necesidad de crear y sostener un aparato estatal que una los intereses del proletariado con los del campesinado en una armonía económica perfecta de la que aún estamos muy lejos. La necesidad de mantener permanentemente un ejército es también otra causa importante del burocratismo.
 
Es evidente que los fenómenos sociales negativos que acabamos de enumerar y que alimentan ahora al burocratismo podrían, si continuaran desarrollándose, poner en peligro a la revolución. Ya mencionamos anteriormente esta hipótesis: el creciente desacuerdo entre la economía soviética y la economía campesina, el fortalecimiento de los kulaks en el campo, su alianza con el capital comercial e industrial privado serían, dado el nivel cultural de las masas trabajadoras del campo y en parte de la ciudad, las causas de los eventuales peligros contrarrevolucionarios.
 
En otros términos, el burocratismo en el aparato de Estado y en el partido es la expresión de las peores tendencias inherentes a nuestra situación, de los defectos y de las desviaciones de nuestro trabajo que, en ciertas condiciones sociales, pueden socavar las bases de la revolución. Y en este caso, como en muchos otros, la cantidad, en un nivel determinado, se transformará en calidad.
 
15. La lucha contra el burocratismo del aparato estatal es una tarea excepcionalmente importante, pero que exige mucho tiempo, y más o menos paralela a nuestras otras tareas fundamentales: la reconstrucción económica y la elevación del nivel cultural de las masas.
 
El instrumento histórico más importante para la realización de todas estas tareas es el partido. Evidentemente, el partido no puede prescindir de las condiciones sociales y culturales del país. Pero, en cuanto organización voluntaria de vanguardia de los mejores elementos, los más activos, los más conscientes de la clase obrera, puede, en mucha mayor medida que el aparato de Estado, prevenirse contra las tendencias del burocratismo. Para ello, debe ver claramente el peligro y combatirlo sin descanso.
 
De allí la enorme importancia de la educación de la juventud del partido, basada en la iniciativa personal, si se quiere modificar el funcionamiento del aparato de Estado y transformarlo.