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Escritos de León Trotsky (1929-1940)

Moscú se moviliza

Moscú se moviliza

Moscú se moviliza[1]

 

 

1 de setiembre de 1939

 

 

 

Moscú se moviliza y todo el mundo se pregunta, ¿con­tra quién? Pero en este momento ni el Kremlin lo sabe. Una cosa está clara: el acuerdo germano-soviético ayudó a la derrota de Polonia pero no aseguró en lo más mínimo la neutralidad de la Unión Soviética. El ejército polaco demostró ser más débil de lo que muchos supo­nían. En París y Londres, indudablemente, consideran con interés y sin excesiva alarma la aproximación del ejército alemán a la frontera soviética. La amistad entre Stalin y Hitler necesita distancia.

La derrota total de Polonia puede resultarle fatal al acuerdo germano-soviético. Establecido en los límites en­tre Ucrania y la Rusia Blanca, Hitler propondrá que Stalin dé un carácter más activo a su nueva “amistad”. A la vez, puede volverse hacia París o Londres con la propuesta de que le den al ejército alemán una oportuni­dad de penetrar más hacia el este, prometiendo al mismo tiempo no plantear la cuestión de las colonias durante veinticinco o cincuenta años (Hitler alegremente inter­cambia el tiempo con el espacio). Bajo la presión del doble chantaje, Stalin tendrá que definirse. En vista de que este momento crítico se aproxima, el Kremlin se moviliza. Para mantener ambas posibilidades, las estaciones de radio de Moscú transmiten en ruso noticias favora­bles a las democracias occidentales y en alemán noticias favorables a Alemania. Es difícil imaginar una expresión más simbólica de la duplicidad de la política del Kremlin y del carácter personal de Stalin. ¿Cómo se resolverá este doble juego?

Stalin comprende lo que comprendía hasta el ex káiser Guillermo: que con una guerra prolongada se empuja a Hitler a una gran catástrofe. Pero es una cuestión de límites de tiempo y de ritmo. En su caída al abismo Hitler puede, además de aplastar a Polonia, asestar tales golpes a la Unión Soviética que le cuesten la cabeza a la oligarquía del Kremlin. Y para esos caballeros su cabeza tiene más valor que cualquier otra cosa. Para salvarse pueden verse empujados a marchar junto a Hitler más lejos de lo que pretendían al concluir el pacto.

Es cierto que la gran impopularidad de que goza la alianza con el fascismo se interpone como un obstáculo en este camino. A esto se refería Molotov en su último discurso cuando se quejó de que la “propaganda simplis­ta” (es decir, la que hasta ayer difundía la Comintern contra el fascismo) dio lugar a que hasta en la Unión Soviética se recibiera con descontento el acuerdo germa­no-soviético. Lo atestiguan las ya mencionadas noticias radiales en ruso. Pero Stalin pretende dominar con más purgas a la oposición de su país; los obreros y campesi­nos rusos, a diferencia de Hitler, todavía no están armados. Así, luego de haber comenzado como el comisario de Hitler, Stalin puede convertirse en su semiprisionero y aliado.

Puede Stalin, acaso, dar un nuevo giro total, romper el acuerdo germano-soviético y tirarse a último momento contra Hitler? Para ello haría falta, por supuesto, que Francia e Inglaterra lograran serios éxitos militares en el próximo período y que la ley de neutralidad por la que se rige Estados Unidos sufriera un cambio radical. Pero es difícil que el Kremlin, aun en este caso, entre a la guerra abierta con Hitler. Sin embargo, la concentración de fuerzas importantes en la frontera occidental permitiría a Stalin rechazar las nuevas exigencias de Hitler, absolutamente inevitables.

 Sólo los charlatanes totalmente ignorantes pueden esta­blecer alguna relación entre la orientación de la política de Moscú y las ideas de la clase obrera internacional, las tareas del socialismo, los principios de la democracia, etcétera. En realidad, la política de Moscú está exclusiva­mente determinada por la lucha de la oligarquía gober­nante por la supervivencia. La relación material de fuerzas y la marcha de las operaciones militares en las próximas semanas decidirán los caminos que tomará el Kremlin. Es mejor no decir “qué caminos elegirá” sino cuál será el próximo zigzag.



[1] “Moscú se moviliza”. Socialist Appeal, 15 de setiembre de 1939.



Libro 6