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Boletín Nº 1 (Abril 2003)

Por la victoria de Irak - Derrotemos al imperialismo

Por la victoria de Irak - Derrotemos al imperialismo

Salgamos a la huelga contra la guerra. Abajo Blair

 

Liga por una Internacional Comunista Revolucionaria (LRCI),

20 de marzo de 2003

 

La maquinaria de la muerte de EE.UU. y el Reino Unido ha lanzado su cobarde ataque contra Irak. Miles de soldados y civiles iraquíes se enfrentan a la muerte a causa de las bombas y los misiles cruceros que llueven sobre los hogares y los hospitales, los negocios y las oficinas. El salvajismo de la ofensiva de Bush y Blair demuestra lo que los integrantes del movimiento contra la guerra hemos venido diciendo desde hace meses: el grueso de las "armas de destrucción masiva" serán utilizadas abrumadoramente por Bush y por Blair, no por Saddam Hussein.
Por supuesto que Saddam Hussein es un tirano, pero la idea de que George Bush y Tony Blair están invadiendo a Irak para liberar al pueblo iraquí es una mentira cínica, que nadie cree. Sus objetivos reales son: -apoderarse de las segundas reservas petroleras más ricas del mundo. -transformar a Irak en una base militar desde la cual dominar al conjunto de la región.
-imponer un acuerdo en Palestina que fortalezca a Israel, y que debilite, divida y humille a los países árabes, negándole a los palestinos cualquier independencia genuina.
-imponer un nuevo "orden" imperialista en el globo, donde nadie se atreva a desafiar los intereses de Estados Unidos.
Hace directamente a los intereses de los trabajadores y los oprimidos en todo el mundo que George Bush y Tony Blair no logren cumplir estos objetivos. Deben ser derrotados.
Una victoria de Irak le dará confianza a la gente en todo el mundo de que el poderío militar y económico de Estados Unidos no es invencible. La derrota de Bush y de Blair le dará esperanza y confianza al pueblo iraquí. Si, a pesar de Saddam, pueden repeler a los imperialistas, entonces estarán en una posición mucho más fuerte para deshacerse de Saddam por sí mismos.
Es por todo esto que decimos: ¡Victoria para Irak! ¡Por la derrota del imperialismo anglo-norteamericano!

Lancemos el contragolpe ya

El enorme movimiento contra la guerra puso a los guerreristas a la defensiva durante meses. Hemos denunciado la verdad ante millones de personas en todo el mundo: que ésta es una guerra librada por grandes gángsteres imperialistas. Hoy en día, virtualmente todo el mundo odia y se opone al eje del mal representado por la Casa Blanca y Whitehall, la sede del gobierno británico.
Pero ahora que el combate ha comenzado, el movimiento anti-guerra se enfrenta a una tarea más dura. Tan pronto como Blair ganó la votación -por cortesía de los conservadores y aquellos integrantes del laborismo pagados por el gobierno- lanzó un llamado a la unidad nacional ahora que "nuestros muchachos" están en guerra.
Los falsos amigos del movimiento anti-guerra están haciendo exactamente eso. Charles Kennedy y los demócratas liberales inmediatamente se comprometieron a brindar todo su apoyo. El Daily Mirror, un periódico que estaba contra la guerra, expresó su fidelidad al ejército británico ahora que éste está en guerra.
Esto transforma la oposición a la guerra en un gesto vacío. Si había que oponerse a la amenaza de destrucción e invasión, entonces también hay que oponerse a las tropas británicas y norteamericanas que la llevan adelante. Aquellos que dejan de oponerse justo cuando la guerra se transforma en una realidad o son tontos o son hipócritas.
Muchos de los rebeldes del laborismo están haciendo exactamente eso. Defendieron su posición en el parlamento, pero ahí se acabó todo. Ni siquiera los opositores más resueltos se atrevieron a responder "¡No!" en forma desafiante al cínico llamado de Blair a la "fidelidad". Sólo aquellos para quienes la fidelidad con la clase obrera internacional y los pueblos oprimidos del mundo es lo primordial pueden rechazar estos llamados con desprecio.
Los soldados pueden haber sido "nuestros muchachos" antes de que se enrolaran, pero ahora son agentes profesionales de la agresión, la ocupación y la explotación imperialista de Estados Unidos y Gran Bretaña. Muchos son jóvenes de procedencia obrera, que se enrolaron para escapar de la pobreza. Enviarlos a matar y morir por petróleo es el crimen real. Lo mejor que podemos hacer por ellos es instarlos a resistir en forma colectiva las órdenes inmorales e ilegales que emanan de Bush y Blair, que les ordenan cometer crímenes contra la humanidad. Pero los líderes sindicales, los diputados laboristas, los demócratas liberales, ninguno de ellos fueron jamás la columna vertebral del movimiento anti-guerra. Los millones que marcharon el 15 de febrero fueron la juventud, los obreros, los anti-capitalistas, los socialistas, las comunidades negra y asiática y los anti-racistas son la columna vertebral del movimiento. Somos nosotros, estos millones, los que debemos actuar ya para detener la carnicería.
Las marchas de protesta ya no son suficientes. Necesitamos lanzar acciones decisivas contra el carnicero Blair. Los estudiantes secundarios han mostrado el camino. Han organizado magníficas huelgas y protestas contra la guerra. Miles de ellos se han puesto de pie y le han dicho no a la guerra, a pesar de que sus escuelas fueron rodeadas por la policía, a pesar de la presión de sus padres, a pesar de las amenazas con medidas disciplinarias. Han mostrado un coraje y una actitud resuelta que millones de nosotros debemos imitar ahora. Son sobre todo los trabajadores en las fábricas, en los ferrocarriles, en las oficinas y comercios, quienes deben lanzarse a la acción.
Una actitud valiente así es lo último que podríamos esperar de parte de los secuaces de Blair que controlan la TUC, la confederación sindical británica. Su oposición no fue más allá de hacer alguna declaración aguada y darse una vuelta por Downing Street, la residencia del primer ministro. El silencio de los líderes de los grandes sindicatos, la TGWU, el GMB, UNISON (trabajadores estatales) ha sido ensordecedor. Incluso los miembros del denominado escuadrón embarazoso, como la dirigencia del FBU, cancelaron la huelga que habían programado a causa de las presiones para no hacer huelga mientras la guerra está en marcha.
El compromiso de Bob Crow y de Mick Rix, del RMT y de ASLEF (trabajadores ferroviarios y del subte) suena más firme, pero necesitaremos asegurarnos que pasen de las palabras a los hechos. ¿Correrán el riesgo que muchos de sus afiliados ya han corrido? La respuesta es que no lo harán a menos que haya una acción firme de parte de la base de sus sindicatos. Los conductores de trenes de Motherwell que se negaron a mover los trenes de municiones, los bomberos de base que simplemente desecharon la moción de la directiva de detener las acciones, los maestros del este de Londres que pararon cuando empezaron los combates, los empleados públicos y los trabajadores de los gobiernos locales que hicieron lo mismo, todas estas acciones muestran el camino.
La clase obrera todavía puede frenar esta guerra, mostrando su poder de paralizar todos los lugares de trabajo de Gran Bretaña con una huelga general. Los soldados no pueden ser aprovisionados sin los trabajadores del transporte; las órdenes de los militares no pueden ser llevadas adelante, y éstos tampoco pueden funcionar, sin los empleados públicos; los armamentos y los componentes no pueden ser fabricados sin los ingenieros: los barcos no pueden ser cargados sin los portuarios. Por supuesto, Blair declarará ilegal nuestras huelgas, usando las infames leyes anti-sindicales de la Thatcher. Pero si nos lanzamos a la acción en cantidades abrumadoras, los jueces y la policía serán impotentes, y podremos barrer con las leyes anti-sindicales que asfixian la acción de los sindicatos también.
En pocas palabras, podemos volver ingobernable a Gran Bretaña. Podemos echar a Blair del gobierno, hacer que salgan las tropas del Golfo e iniciar una lucha por un mundo socialista en el cual podamos deshacernos de las guerras de una vez para siempre.

Construyamos Asambleas Populares

Para organizar estas acciones necesitamos más que la buena voluntad de los secretarios generales de los sindicatos. Necesitamos asambleas populares en cada ciudad, con delegados elegidos en los sindicatos y en los lugares de trabajo, en las escuelas y universidades, en las barriadas y las comunidades, en las campañas y los movimientos.
Estas asambleas unirán nuestras fuerzas en cada región, permitiéndonos planear y coordinar nuestras acciones, organizarlas para lograr el máximo de efectividad y para asegurarnos que ninguno de nosotros quede aislado. Empecemos entonces a ponerlas en pie a lo largo y a lo ancho del país.
El parlamento votó a favor de esta guerra desafiando abiertamente la voluntad de la mayoría del pueblo británico. Éste desconoce nuestra voluntad sobre la mayoría de las cuestiones: los bajos salarios, las privatizaciones, las becas estudiantiles. Está vendido a los patrones, y no nos deja con más opción que elegir entre pandillas rivales de guerreristas y explotadores.
Nos están coartando la democracia. Las asambleas populares pueden transformarse en la alternativa democrática al parlamento, a cada uno de los municipios corruptos y todos los gobiernos patronales si las construimos, si las hacemos funcionar democráticamente y si se transforman en centros de organización para la lucha por echar a Blair. Las asambleas populares pueden transformarse en el punto de partida para una forma completamente nueva de democracia, la genuina democracia de la clase obrera, comprometida a destruir el dominio de aquellos que libran guerras al servicio de las ganancias. Pueden transformarse en centros de organización no sólo para el movimiento anti-guerra sino para un movimiento para destruir al capitalismo, el sistema que fomenta la guerra, y para abrir el camino al socialismo.

Paralicemos las escuelas, las facultades y los lugares de trabajo. Vayamos a la huelga contra la guerra. ¡Por una huelga general!
Abajo Blair y su régimen. ¡Construyamos asambleas populares! Por la victoria de Irak!