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Escritos de León Trotsky (1929-1940)

Maria Reese y la Comintern

Maria Reese y la Comintern

Maria Reese y la Comintern[1]

 

 

10 de noviembre de 1933

 

 

 

En su carta abierta, publicada por el periódico Unser Wort;[2] Maria Reese[3] expresa la dura y amarga verdad sobre el partido al que perteneció hasta hace muy poco. La agencia alemana de la burocracia de la Comintern no comprendió nada, no previó nada, no preparó nada. Remplazó el trabajo revolucionario por las frases huecas y la fanfarronería. Año tras año engañó a los obreros y al partido. El Comité Central engañó incluso a su propio aparato. Personas que ocupaban cargos de responsabilidad en el partido, como Torgler, dirigente de la fracción parlamentaria, o la propia Maria Reese, diputada al Reichstag, creyeron honestamente hasta último momento que el Comité Central tenía sus planes, que había preparado las fuerzas de combate necesarias, que la Comintern sabía adónde conducía a los obreros alemanes. Con la llegada de Hitler al poder, y especialmente con el incendio del Reichstag por los agentes de Goering, se hicieron pedazos las ilusiones revolucionarias de los mejores elementos del partido. El Comité Central dejó al partido librado a su suerte, sin dirección, sin consignas, incluso sin explicaciones. No hubo una traición similar de los dirigentes en toda la historia de la lucha revolucionaria. No es difícil imaginar la oscura desesperación de las masas traicionadas y la tremenda impotencia del apara­to partidario.

La actividad en el exilio de Muenzenberg, Heckert y Cía., los informes falsos, la correspondencia mentirosa, los congresos vacíos donde todo era fingido y se hacía con la intención de ocultar la realidad, no podían menos que resultarle a Maria Reese un contraste in­soportable con los acontecimientos internos de Ale­mania. Exigió una discusión sobre lo ocurrido. Trató de que se cambiara la política de la mascarada por la de la movilización revolucionaria del proletariado mundial contra el fascismo. Pero cada intento suyo tropezó con una pared en blanco. Entonces sacó sus conclusio­nes, rompió con la Comintern y adoptó las banderas de la Cuarta Internacional.

Después de eso, la burocracia stalinista, que ya no tenía nada que perder políticamente, "expulsó" a Reese de la Comintern. Pero estos derrotados lo hicie­ron a la manera vengativa y propia de la disimulada impotencia que les es característica. La principal acu­sación contra la camarada Reese consiste en que se unió al campo del "trotskismo contrarrevolucionario". ¡Esta caracterización no es nueva! El trabajo "revolu­cionario" de los stalinistas consiste en la colaboración sistemática con Chiang Kai-shek, Pilsudski,[4] Citrine, Wels, Hitler. Según su lógica, la crítica marxista a estos crímenes es "contrarrevolucionaria". Pero esto no es todo. La resolución votada en nombre del Partido Comunista Alemán, es decir por unos cuantos arruina­dos que se ocultan en el exilio, acusa a Maria Reese de "colaborar con el gobierno de Hitler y haberle entre­gado a miembros y simpatizantes del partido". ¡Cuando el proletariado alemán resurja marcará a fuego con esta baja calumnia la frente de los acusadores!

Maria Reese fue "expulsada" por su valiente carta abierta y tan solo después que ésta apareció, es decir, después que ella rompió con la Comintern. Llamar por su nombre a los que están en bancarrota constituye la obligación directa de un verdadero y sincero revolucionario. Si la carta de Reese puede in­fluir en algo sobre la suerte de los comunistas perse­guidos por Hitler, y especialmente sobre el juicio del Reichstag, lo hará como testimonio invalorable en favor de los acusados. ¡Leyendo la carta, hasta a un ciego le resulta claro qué lejos estaba el partido oficial de la idea de la insurrección, de la preparación de una insurrec­ción y, en consecuencia, de "apelaciones" a la insu­rrección tales como el incendio del Reichstag!

La burocracia stalinista se venga porque una camarada responsable que hasta hace muy poco formaba parte de sus filas dijo abierta y honestamente la verdad sobre la dirección, el régimen y las prácticas de la Comintern. La burocracia pasa por alto la cobardía, la calumnia y la traición con una condición, que todo quede en familia. Para esta gente, las leyes del compromiso mutuo reemplazaron hace mucho tiempo a las de la revolución y el marxismo. La lucha por el prestigio personal, los puestos y asegurarse la manutención hicieron retroceder la lucha por la dictadura proletaria. Maria Reese se convenció de ello por la trágica expe­riencia del proletariado alemán. Junto con ella, miles y decenas de miles de revolucionarios traicionados pasaron la misma experiencia.. En las cárceles y campos de concentración están haciendo el balance de la catástro­fe que vivieron. La carta de Maria Reese los llama a sacar valientes conclusiones revolucionarias. Es deber de los revolucionarios de todo el mundo publicar, repro­ducir y hacer circular la carta de Maria Reese en todos los idiomas que hablan los revolucionarios y los explotados.



[1] Maria Reese y la Comintern. The Militant, 25 de noviembre de 1933. También se publicó como prefacio del folleto de Maria Reese Yo acuso al stalinismo.

[2] Unser Wort (Nuestra Palabra): era el periódico de la sección alemana de la Liga Comunista Internacional. Se publicaba en el extranjero y se introducía clandestinamente en Alemania.

[3] Maria Reese: era una diputada del PC al Reichstag alemán que rompió con el stalinismo y se unió al movimiento bolchevique leninista después que resultaron vanos sus esfuerzos por impulsar la discusión dentro de su partido. Sin embargo, al poco tiempo rompió totalmente con el marxismo y se pasó a los nazis. Ver el comentario de Trotsky en Notas de un periodista, 10 de enero de 1936, en Escritos 1935-1936.

[4] Chiang Kai-shek (n. 1887): el dirigente militar del nacionalista burgués Kuomintang (Partido del Pueblo) de China durante la revolución de 1925-1927. Estaba en al ala derecha del partido, al que los comunistas habían ingresado siguiendo las órdenes de los dirigentes de la Comintern stalinista. Estos lo consideraban un gran revolucionario hasta abril de 1927, cuando dirigió una masacre sangrienta contra los comunistas y sindicalistas de Shangai. Josef Pilsudski (1867-1935): exiliado a Siberia cuando era estudiante por un supuesto atentado contra la vida de Alejandro III. Cuando volvió en 1892 fundó el Partido Socialista Polaco (PPS). Encarcelado en 1917 por las Potencias Centrales, en 1918 lo liberaron los revolucionarios alemanes; volvió a Varsovia para convertirse en jefe de la recientemente creada República Polaca. En marzo de 1920 dirigió un ejército en Ucrania contra la Unión Soviética; en junio fue derrotado por el Ejército Rojo, que liquidó su aventura. Se retiró en 1923, pero en 1926 encabezó un golpe de estado que le devolvió el poder y fue hasta su muerte dictador de Polonia, ocupando diversos cargos.



Libro 3