Logo
Logo
Logo

Escritos de León Trotsky (1929-1940)

Opiniones privadas y declaraciones públicas

Opiniones privadas y declaraciones públicas

Opiniones privadas y declaraciones públicas[1]

 

 

2 de Octubre de 1933

 

 

 

Estimado camarada W.,

 

1. En mi última carta discrepé con usted en un punto: usted no distinguía entre el NAP "tal como es" y el NAP "tal como debería ser". Yo afirmé que esta era una forma incorrecta de ver las cosas. Al hacer esta crítica me basé en la importante frase siguiente, de su carta del 23 de agosto: "Desde un punto de vista revo­lucionario es perfectamente claro que el NAP en su for­ma actual y con su política actual no es de utilidad algu­na para la nueva internacional." (El énfasis es mío, L.T.)

Pero teniendo en cuenta que usted firmó una decla­ración conjunta con el NAP, la que se fijó como meta la regeneración revolucionaria del movimiento obrero, debe presumirse que usted cuenta con la forma futura del NAP, así como también con su política futura. Lo que quiere decir que no cuenta con lo que ya existe, sino con lo que le gustaría que existiera. Me alegraría mucho saber que sólo lo he malinterpretado. Pero la declaración con el NAP aun carece de explicación y justificación.

2. En la misma carta, más adelante, usted sostiene que la inutilidad del NAP con respecto a la nueva inter­nacional, "todavía no está muy clara para mucha gente valiosa del ILP, del NAP, y probablemente tampoco lo esté para muchos del OSP holandés..." Es muy posible. Pero, debido precisamente, a la alianza principista que ha hecho con el NAP, usted ha desorientado a estas "valiosas gentes". Teniendo en cuenta que para ellas la naturaleza socialdemocrática del NAP "todavía no está muy clara", su deber es explicárselo. Esto es lo que yo acabo de hacer. Usted utiliza mi esfuerzo por clarificar las cosas para increparme y lo tilda de "poco sabio". Desde un punto de vista marxista, el término sabiduría quiere decir lo que se corresponde con la realidad y las tendencias de desarrollo. Por esta razón nos atenemos al lema: "Decir lo que es."

3. Acabo de ser informado de que el NAP ha aban­donado la IAG. Este hecho -si es cierto- únicamente sirve para reforzar la autoridad de aquéllos que se ne­garon a emitir declaraciones de principios en conjunto con el NAP. Aun si el informe fuera falso, el comporta­miento futuro del NAP convalidará aun más nuestra apreciación del mismo. La colaboración con el NAP, no porque uno lo considere digno de una alianza, sino porque otros mantienen ese prejuicio, esta es la política fatal de constante adaptación a la derecha.

4. En su carta del 4 de septiembre usted hace una extensa cita de su carta del 22 de agosto dirigida al SAP en la que se refiere al NAP. Esta excelente cita caracteriza al NAP como a un partido de naturaleza socialdemócrata que tolera al gobierno burgués, y por lo tanto engaña y traiciona al proletariado. ¡Correcto, perfecto, al grano! Pero usted sólo afirma esto en una carta privada a la dirección del partido. ¿Por qué no dice la misma cosa en público? Porque si usted hubiera expresado en público lo que realmente piensa del NAP -lo que es, en mi opinión, el deber de todo re­volucionario- sus lazos con éste parecerían incom­prensibles e impermisibles. Usted me ha citado a Brandler: "Nosotros somos políticos, no exploradores de la verdad" con lo cual éste quiere decir que nuestras declaraciones públicas no tienen que corresponderse con nuestras convicciones de principios (por ejemplo, con respecto a los stalinistas). En otras palabras, pode­mos engañar a los obreros por su propio bien. Eso es pura casuística, la filosofía de los burócratas. Pero por la conversación que sostuve con usted puedo estar absolutamente seguro de que no ha adoptado esta despreciable filosofía. Sin embargo, debo llamar su atención sobre el hecho de que existe una gran dife­rencia entre su apreciación del NAP y sus relaciones públicas con éste, diferencia que puede tener terribles consecuencias para el SAP.

5. Usted afirmó varias veces que en la Declaración de los Siete (junto con el NAP) no existe nada que no podamos defender. ¡Mi querido amigo! Esa es una for­ma puramente legalista -yo diría leguleya- de abor­dar la cuestión, pero nunca una forma política y revolucionaria. En este caso no se trata de lo que la declara­ción dice sino de lo que deja de decir.

Las cosas correctas que la declaración plantea, sólo sirven para crear confusión, ya que dan la impre­sión de que existe un acuerdo entre el SAP y el NAP so­bre los más candentes problemas del movimiento obrero mundial. Usted le escribe a la dirección del par­tido: "El NAP está por la unificación de la Segunda y Tercera Internacional, nosotros estamos por la creación de una nueva internacional, una internacional comunis­ta. Esta diferencia no puede ser ignorada. Tarde o temprano debe salir a la luz."

Pero vuestra resolución conjunta pasa por alto deliberadamente, esta diferencia, es decir, en lugar de impulsar el desarrollo revolucionario lo frena.

6. A muchos camaradas les pareció sectario que quisiéramos combatir, internamente, los falsos principios del Comité Anglo-Ruso. Pero debe decirles que la política actual de ustedes con respecto al NAP, no se diferencia en nada de la stalinista hacía el Consejo General de los sindicatos ingleses. De una situación concreta se pueden extraer acuerdos concretos y obje­tivos concretos, aun tomando en cuenta los gustos de la gentuza del Consejo General. Pero los stalinistas sólo fabricaron huecas resoluciones aceptadas por Citrine, Purcell, etcétera, por la sencilla razón de que esto no los obligaba a nada. Dichas resoluciones, reu­niones, y demás, les fueron de gran utilidad. La amis­tad con Stalin y Tomski proporcionó a estos rompehuelgas altamente calificados la protección indispensa­ble para afrontar las mayores crisis: la huelga general, y la huelga de mineros del carbón de 1926. De esta for­ma, los documentos y testimonios, que pueden ser formalmente irrebatibles -aunque desde un punto de vista revolucionario carecen de significación alguna- están listos para alentar los más grandes crímenes históricos. Por esta razón, creo que los camaradas del SAP deben estar muy interesados en estudiar atenta­mente esta comparación.

7. Usted se refiere al hecho de que la Oposición de Izquierda tiene la reputación de ser, como en realidad lo es, "elemento destructivo" y que debemos cuidarnos de que tal reputación se extienda. El dato de que la Oposición de Izquierda desea destruir a las organiza­ciones oportunistas es muy cierto, y confidencialmente presumo que el SAP persigue el mismo obje­tivo. Muchos encontraron "destructiva" la conducta de nuestra delegación de París. Usted conoce mi opinión; los juzgo con demasiada indulgencia. Pero ese no es el aspecto más importante. Espero que usted reconocerá que la Declaración de los Cuatro no hubiera sido posible sin la Oposición de Izquierda. Y dicha declaración es un hecho político trascendental; no es un trabajo des­tructivo; es un creativo trabajo revolucionario.

Si realmente queremos hacer de la Declaración de los Cuatro el punto de partida de nuestras más grandes acciones constructivas no podremos, al mismo tiempo, fijarnos como objetivo regenerar al movimiento obrero con el NAP. Estos actos se excluyen mutuamente. Hoy más que nunca los obreros necesitan claridad.

Aconsejaría a los compañeros de ambas organizaciones que discutieran nuestro intercambio de cartas, ya que no polemizamos para satisfacción propia sino con el fin de contribuir a la educación política de círculos más amplios.

 

Con mis mejores y más sinceros deseos,

 

de ustedes, L.T.



[1] Opiniones privadas y declaraciones públicas. Arbetarrorelsens Arkiv (Archivo del movimiento obrero), Estocolmo. Traducido del alemán [al inglés] para este volumen [de la edición norteamericana] por Russell Block. El "camarada W.", a quién iba dirigida la carta, era Jakob Walcher (Schwab). Mijail Tomski (1886-1936), era la cabeza de los sindicatos soviéticos y líder del ala derecha del PCUS. Fue aliado de Stalin durante el período del Comité Anglo-Ruso a mediados de la década del 20. Cuando Stalin rompió con el ala derecha, a finales de la década, fue despedido de sus cargos y desacreditado ante sus filas. Se suicidó en 1936 durante el juicio de Moscú de ese año.



Libro 3